El miedo a una falla en la cuerda viene de tiempo atrás, cuando eran usadas cuerdas de cáñamo, hasta el final de los cincuenta. Muchas de aquellas cuerdas se rompían. Yo perdí a dos amigos en aquel tiempo. Si las cuerdas de cáñamo estaban húmedas y después se secaban, lo hacían sólo en su superficie. Por efecto capilar, la humedad permanecía largo tiempo en la cuerda, y como el cáñamo es un producto natural, se pudría. En ese tiempo era posible romper una cuerda de 15 mm a fuerza de mano.

Figura 1. Una cuerda rota por la influencia de ácido.

Foto: Pit Schubert

Dos de mis amigos probaron su cuerda de cáñamo al final de la estación de escalada de la siguiente manera. Fijaron la cuerda en el picaporte de la puerta. Juntos, jalaron con el peso de su cuerpo. El picaporte soportó la fuerza, pero no la cuerda. En aquel tiempo, la cuerda servía para asegurar sólo al segundo escalador si no tenía la suficiente fuerza (y para rapel). El primero de la cuerda no podía caer, por la posibilidad del fallo de la cuerda. Si los escaladores deportivos actuales usaran cuerdas de cáñamo, habría cientos de miles de heridos o muertos cada año.

Figura 2. Una cuerda rota por la influencia de una arista rocosa.

El escalador murió. Foto: Pit Schubert

Este peligro terminó con el uso de las cuerdas hechas de poliamida (perlón, nylon), a partir de finales de los cincuenta. Desde entonces, la falla de cuerdas decreció enormemente porque el perlón y el nylon no pueden pudrirse y por su mayor resistencia (más correctamente: debido a la alta capacidad de absorción de energía de este material plástico).

La tabla muestra todas las fallas de cuerda entre los montañistas y escaladores alemanes y austriacos desde fines de los sesenta. Hasta 1982 había un máximo de dos fallas de cuerda por año. ¡Nada más! Todos los escaladores murieron.