Los ojos del mundo informativo del montañismo están puestos en la cara oeste del K2, donde un fuerte grupo de montañistas rusos están desde principios de junio abriendo una ruta por esta cara no escalada antes. El día de ayer, Alexey Bolotov, Gennady Kirievsky y Nick Totmjanin habían salido del campamento 5 después de pasar cuatro días esperando la ventana de buen tiempo.

Las mayores dificultades habían terminado y sólo les quedaba llegar a la cumbre, para lo cual salieron de su campamento equipados precariamente con una pequeña tienda, gas, estufa, dos bolsas de dormir y el mínimo de equipo para una o dos noches. El trío partió en la madrugada y se encontró con nieve muy profunda. Durante muchas horas estuvieron abriendo huella en nieve que les llegaba a la cintura e incluso a los hombros en la pendiente del K2.

Sin embargo, los tres progresaron y se comunicaban con su campamento base o con el campamento uno, cada hora, notificando su situación. Los oídos de todos sus compañeros estaban pendientes de lo que pasaba en un terreno completamente virgen y por encima de los ochomil metros.

Los escaladores estaban fatigados por la larga permanencia en esa altitud. Colocaron el campamento 6 y al día siguiente continuaron… hasta que enfrentaron con un muro de roca que no pudieron pasar a los 8,550 metros, poco menos de cien metros por debajo de la cima. “Los muchachos no pueden escalar porque no llevan el equipo especial con ellos”. Una barrera que no esperaban. Llegaron nuevamente al C6 a salvo y se espera que bajen.

Escalar a esa altitud es algo notorio, pero sobre todo después de haber trabajado durante semanas en un terreno sumamente complejo y de haber permanecido por encima de los ocho mil metros cuatro días en espera del buen tiempo.