Como las montañas, las cavernas no están reservadas para uso exclusivo de los especialistas. Millones de turistas visitan cavernas que tienen poca dificultad técnica y aún así existen accidentes en ellas. El espeleólogo Carlos Evia se dio a la tarea de revisar los registros de accidentes que publicaron en su momento varios diarios de la península de Yucatán para conocer algo más del tema.
El cenote de Balmí.Fotografía cortesía de Juan Baduy
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Una investigación basada en lo que publicaron los diarios es algo que muy pocos tomarían en serio, pero Evia tuvo en cuenta que a falta de otra fuente de la cual nutrirse, sólo le quedaba eso y pero tiene muy claro que la información proviene de
“…las notas elaboradas por corresponsales y reporteros de la prensa; éstos a su vez interpretan la información que se les brinda en el terreno de los hechos, lo que podría causar un margen de inexactitud en cuanto a la causa verdadera del accidente. Finalmente, el autor tuvo que recurrir al análisis del discurso presentado en los textos de tales notas y crear las categorías presentadas.”
El objetivo principal de la investigación se dirigió a los cenotes, pues en Yucatán se acostumbra bañarse en ellos, sobre todo en la época de calor. Sin embargo, no se dejaron de lado las cavidades artificiales, sean secas o húmedas, que en la península reciben el nombre de sascaberas y aguadas, respectivamente.
El acceso actual al cenote.Fotografía de Carlos Evia
“Las llamadas aguadas, son semejantes a los cenotes, cuerpos de agua con una considerable profundidad, consecuencias de las excavaciones por parte de las empresas del ramo. Las aguas del manto freático quedan expuestas y con fácil acceso desde la superficie del terreno circundante.”
Algunos datos que arroja el estudio indican:
Periodo investigado | 14 años |
Número de accidentes | 137 |
Edad promedio | 28.28 años |
Temporada más común | Marzo a mayo |
Accidentes mortales | 91% |
Sexo más accidentado | Hombres (90%) |
En cavidad natural | 72% |
Causa mayor | Negligencia (68%)
Alcohol (16%)
Destino* (9%)
Suicidio (3%)
Otras (4%) |
La categoría “destino” fue aplicada a accidentes que no parecen tener otra explicación que tener mala pata. Evia lo describe así:
“Para los objetivos de este trabajo se presentan las causas de los accidentes diferenciadas y como si fueran categorías excluyentes, pero en el análisis de dichas causas, vemos que podrían existir traslapes explicables. Por ejemplo, una negligencia o un suicidio pueden darse después de que un accidentado haya consumido alcohol. En el caso de la categoría destino, se puso ahí a aquellos accidentes que no tienen otra explicación más que la mala fortuna. Por ejemplo, una pareja de japoneses recién casados que visitaban un cenote Ik Kil de Tinún, el 18 de noviembre de 2002, y que se les cayó un gran bloque de piedra, causando su muerte inmediata.”
En el río Chontalcoatlán: la Claraboya, estado de Guerrero.
Si hasta ahora, a alguien pareciera no llamarle la atención el estudio porque sus fuentes no son muy confiables, habrá que remarcar que Carlos Evia se hundió en las únicas fuentes de información que tenía a la mano y una vez informado, realizó el estudio y obtuvo como conclusiones las siguientes:
- Que debe hacerse una fuerte campaña informativa sobre los riesgos de adentrarse en una caverna, especialmente en la temporada de mayor incidencia de turismo (como lo muestran sus datos) y en las zonas más visitadas.
- Los administradores de las cavidades deben señalar los peligros y proporcionar equipo de seguridad mínimo.
- Las autoridades deberían exigir a las empresas que abren una aguada a que presenten un plan de manejo al término de su aprovechamiento.
Las conclusiones son las que se han repetido una gran cantidad de veces en diferentes lados pero con el respaldo de este estudio, parecen cobrar una fuerza diferente. Por último, Carlos Evia reitera que “se trata de una muestra, pues se estima que pudieron haber sucedido accidentes que no fueron documentados en la prensa.”
Puedes leer el estudio completo aquí.