Exploradores, aventureros, escaladores, remeros oceánicos, ciclistas, corredores, nadadores de aguas abiertas, patrocinadores, señoras, señores, amigos, los donantes, invitados especiales y medios de comunicación variados y relleno del sillón explorador. Me levanto sobre mis doloridos pies, uno inflamado y con sólo tres uñas, en esta ocasión con el debido sentido del honor.
Fotos: cortesía de mongolia2010.com
En la prensa, en la mayor parte de la televisión, en revistas, diversos foros de deportes al aire en todo el país y el mundo, el éxito sólo se alcanza cuando la expedición alcanza su objetivo. Se planta la bandera, se toma la pose, se sonríe ampliamente y la corbata se ajusta. Los fracasos son tolerados a regañadientes, ligeramente condescendientes, incomprendidos con torpeza o ignorados alegremente.
Esta expedición, Expedición Mongolia 2010, considero que es uno de los grandes honores de mi vida. El tiempo dedicado a su planificación, preparación, entrenamiento, negociación, mecanografía, sudar, ver imágenes, leer textos, investigar las obras de otras ilustres expediciones con el más profundo placer valió la pena, cada gota de tiempo. Fue un éxito absoluto.
Durante mi caminata pensé mucho. ¿Qué otra cosa podía hacer?
A menudo pensaba y me preguntó hasta dónde podía caminar antes de que pudiera alcanzarme a mí mismo. Caminé a través de Mongolia sin mirar mi espalda. Desde que soy padre, la vida ha adquirido una nueva dimensión. La perspectiva ha cambiado, mostrando lo delicado que somos los seres humanos cuando se nos priva de nuestro medio ambiente.
La Expedición Mongolia 2010 me enseñó mucho. Cuando miro hacia atrás a las expediciones que he emprendido, veo que me las arreglé para hacer que muchos de mis sueños se hicieran realidad, metas que en un principio parecían imposibles, incluso etiquetadas como imposibles de alcanzar. Pero con determinación, siempre me las he arreglado para seguir adelante. Tal vez no en la dirección que yo pretendía, pero la autodisciplina y la motivación siguen siendo más fuertes que el fracaso.
He tenido el apoyo leal y reconfortante de muchas personas que parecían compartir mis ambiciones para engancharse y experimentar mi visión para caminar solo a través de un país. Sin cada uno de ellos, no habría llegado muy lejos.
Nuestras vidas se rigen con frecuencia por la costumbre. Mi mayor preocupación es perder mi capacidad para vivir el momento. Me temo que mi motivación se diluye. Sólo soy humano. Pero si tomo una buena decisión cada día y voy sin cosas cuando puedo y hago lo que dije que haría, para seguir adelante incluso de cara ante un posible fracaso, eso sería un buen logro.
Aprendí algunas lecciones valiosas en Mongolia y las voy a compartir con todos ustedes. El punto es que las cosas son diferentes cuando las miramos desde un ángulo diferente. Mongolia reajustó mi mente y le ofreció otra oportunidad para reiniciar mis pensamientos y enseñarme una o dos cosas sobre muchas cosas.
En ese mundo, nunca ha sido mayor nuestro apetito por lo complejo, lo incierto, el desafío, los incultos, lo agudo, lo insólito, lo imprevisto, lo peligroso, lo sucio, lo difícil, lo indomable, lo intangible, lo inseguro y lo desconocido.
Cuando somos el centro de atención, todos podemos estar orgullosos, todos podemos mirar al cielo y descubrir problemas y demonios sin miedo, con humor y gracia y entusiasmo y sin rastro de vergüenza.
Haré todo lo posible para continuar aprendiendo, inspirando, educando y conmoviendo a la gente con delicadeza en su interior y nunca rendirme de alcanzar mis sueños y vivir este hermoso mundo.
Mongolia fue la aventura de toda una vida y hay pocos lugares en el mundo en los cuales embarcarse mejor en una aventura como en Mongolia. Tengo la intención de regresar y ayudar a otros a ver el mundo como yo lo hice.
Ver Mongolia 2010 en un mapa más grande
En el mapa de Google acércate lo más posible para ver el lugar de donde fue recogido Ripley.
