El 31 de julio de 1954, dos italianos, Achille Compagnoni y Lino Lacedelli, llegaban a la cima de la segunda montaña más alta del mundo: el K2, en la cordillera del Karakorum. Su ascenso culimnaba varios intentos de ascenso que incluía la exploración del duque de los Abruzos y la ya legendaria expedición norteamericana de 1953.
Lacedelli y Compagnoni en la cima del K2, el 31 de julio de 1954
Fotografías: www.montagna.org
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Los dos fueron tratados como héroes al regresar a su país y la versión oficial mencionaba que en el último tramo habían subido sin oxígeno. Diez años después de su ascenso, un reportaje de periódico acusaba a Walter Bonatti, miembro de la expedición de 1954 (entonces con 24 años de edad) de haber usado el oxígeno que estaba reservado para los que hicieron cumbre.
Para entonces Walter Bonatti ya no era el joven con gran entusiasmo y una brillante carrera por delante. Su nombre era ya famoso en el mundo del montañismo y muchas rutas y eventos llevaban su nombre. A pesar de ello, Bonatti había sentido ya el vacío del mundo del montañismo italiano alrededor suyo y no dudó un momento en irse a pleito legal. Lo ganó, pero le esperaba un largo periplo en los juzgados para hacer que su versión de la historia fuera reconocida.
Lino Lacedelli
Su historia decía en pocas palabras que Lacedelli y Compagnoni habían recibido el oxígeno tal como debieron esperarlo sin usar porque si bien tenían los tanques, no tenían las máscaras ni las válvulas reguladoras. Además de eso, tanto Bonatti como el hunza Madhi se vieron forzados a vivaquear a más de ochomil metros de altitud porque el campamento fue colocado mucho más arriba de lo convenido y en su afán de hacer llegar el oxígeno, se había hecho de noche y así no podían descender. A Mahdi le fueron amputados algunos dedos mientras que Bonatti salió ileso milagrosamente.
Bonatti escribió Montañas de una vida y ahí mencionaba el caso, que para entonces llevaba ya un rato en la corte. Finalmente, la corte le dio la razón: su historia debería ser aceptada. Pasados los años, el Club Alpino Italiano (CAI) volvió a dirigirse a Bonatti y tiempo después Lacedelli escribió un libro en donde decía que la historia de Bonatti era la real. Incluso le pidió que se acercara para pedirle disculpas. La respuesta de Walter Bonatti fue: “demasiado tarde”.
Lacedelli en la cima del K2, el 31 de julio de 1954
El 13 de mayo de este año, falleció Achille Compagnoni, a la edad de 94 años y se llevó a la tumba su versión de los hechos de esa noche en el K2. El día de hoy, Lacedelli también falleció a la edad de 84 años. Con la muerte de Lacedelli han desaparecido los protagonistas de la historia de la conquista del K2 que estaban involucrados en contra de Bonatti directamente.
Por su parte, Walter Bonatti sigue teniendo una salud envidiable y ha recibido varios premios por su brillante carrera como alpinista, carrera que él mismo finalizó en 1965 para alejarse de un mundo de hipocresía que ya no aguantaba. Entre ellos está el Piolet de Oro de este año, por su trayectoria y el premio de la Sociedad Geográfica Española el año pasado, por “imprimir al alpinismo moderno una filosofía que valora más la ética, la honestidad y la unión del hombre con el Medio que la consecución de las metas o coronación de las más altas cimas.”
El telegrama de Desio al CAI
La fotografía que echara abajo el argumento de que no usaron oxígeno: los tanques en la cumbre.