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Montañismo y Exploración
¿Qué tan peligroso es el reto de los 14 ochomiles?
9 octubre 2008

Hoy en día muchos sueñan con alcanzar la cumbre de las 14 montañas más altas del mundo pero es bueno hacer un alto y ver hacia atrás para analizar lo que ha pasado con aquellos que se han lanzado tras el reto y aprender de ello.







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I. El reto

En 1950 en el Annapurna, Louis Lachenal y Maurice Herzog se convirtieron en los primeros en llegar a la cumbre de un ochomil. En 1953, Edmund Hillary y Tenzing Norgay encumbraron el Everest y obtuvieron el segundo ochomil en la historia de la humanidad.

Tres años después, en 1956, el montañista indio Gyaltsen Norbu sue la primera persona en alcanzar dos ochomiles con primeros ascensos tanto del Makalu como del Manaslu. El siguiente en la línea de alcanzar dos ochomiles fue Herman Buhl (Nanga Parbat y Broad Peak), Pasang Dawa Lama (dos veces el CH), Kurt Diemberger (Broad Peak y Dhaulagiri) y Nawang Gombu Sherpa (dos veces el Everest), todos estos ascensos se hicieron en los 50’s y 60’s.

Silvio Mondinelli

Aparece Reinhold Messner. Comenzó con el Nanga Parbat en 1970; dos años después encumbró el Manaslu y con el Gasherbrum I, en 1975 Messner se convirtió en la primera persona en encumbrar tres diferentes ochomiles.

Esto fue lo que inició el reto de alcanzar la cumbre de los 14 ochomiles. Cuando terminaban los 70’s, Messner había alcanzado cinco (Nanga Parbat, Manaslu, Gasherbrum 1, Everest y K2)

Pero no estaba solo. Para 1979 los adversarios más cercanos de Messner eran Kurt Diemberger (también con cinco), Hanns Schell, Hermann Warth, Njec Zaplotnik y Hans von Kaenel (tres cada uno).

Antes de los 90’s, Jerzy Kukuczka —el segundo en completar el reto— sólo había alcanzado la cumbre del Lhotse. El reto consumió 16 años de la vida de Messner hasta que alcanzó la cumbre del Lhotse en 1986. Con gran rapidez detrás de él, Kukuczka alcanzó el mismo objetivo en la mitad del tiempo, en 1987.

Sus récords no fueron alcanzados en los siguientes ocho años, cuando finalmente otros montañistas siguieron en rápida secuencia: Erhard Loretan (95); Carlos Carsolio (96); Krzysztof Wielicki (96); Juanito Oiarzabal (99); Sergio Martini (00); Park Young-Seok (01); Um Hong-Gil (01); Alberto Iñurrategi (02); Han Wang-Yong (03); Ed Viesturs (05); Silvio Mondinelli (07) e Iván Vallejo (08). La lista podría sr más aún amplia pero algunos montañistas tienen cumbres dudosas: Fausto De Stefani, Vladislav Terzyul, Alan Hinkes, Bianba Zaxi, Cering Doje y Lodue.

Gerlinde Kaltenbrunner y Ralph Dujmovits

II. El peligro

El reto ofrece una increíble aventura, tiene un encanto enorme y puede atraer la fama, el respeto y la popularidad a quienes lo hagan. Pero los riesgos inherentes son considerables. Comenzó con una muestra agridulce de triunfo y tragedia cuando Messner perdió a su hermano en su primer ochomil. El segundo en terminar, Kukuczka, perdió la vida en el Lhotse poco después de haber alcanzado su “pico final”.

Aquellos lo suficientemente valerosos para intentarlo están expuestos a niveles muy altos de peligro, especialmente en las últimas fases, que es cuando frecuentemente van a las montañas más difíciles (como el K2, Annapurna y Manaslu) con la ansiedad añadida de terminar el reto. Varios se apuran a ser “los primeros” en alguna categoría, dejando de lado las precauciones regulares y empujándose al límite.

Hasta ahora hemos perdido 10 montañistas en las etapas finales: Marcel Ruedi (86); Wanda Rutkiewicz (92); Benoit Chamoux (95); Anatoli Boukreev (98); Felix Iñurrategi (00); Vladislav Terzyul (04); Hideji Nazuka (04); Christian Kuntner (05); Jean-Christophe Lafaille (06) e Iñaki Ochoa de Olza (08). Las muertes ocurrieron en diferentes montañas (accidentes en el Kangchenjunga, Makalu, Annapurna y Gasherbrum 2) y la causa mortis cubre un largo espectro de peligros (agotamiento, exposición, avalancha, caídas, desaparición).

Algunos de los héroes caídos añaden peligro extra a su desaparición, como Lafaille (escalada solitaria en invierno), Boukreev e Iñaki (en rutas peligrosas y difíciles).

La tasa de mortalidad de los ochomilistas es cercana al 7%, y cayó al 3.8% desde 1990. El peligro que contiene el reto es muy elevado. Con 84 montañistas rastreados y 10 muertos entre ellos, están expuestos a casi 12% del riesgo de muerte desde el momento en que alcanzan su séptima cumbre hasta la meta. Es un nivel de riesgo dos veces mayor a la tasa general y más del triple con la tasa actual.

Iñaki Ochoa

III. Riesgos posteriores

Pero todavía hay más.

Aún los sobrevivientes experimentan desórdenes físicos y emocionales que marcan sus cuerpos, mentes y almas para siempre. Una mayoría pierde amigos (como sucedió a Abele Blanc, Cering Doje, Bianba Zaxi, Lodue, Hans Kammerlander y João Garcia, por ejemplo), o hermanos (Alberto Iñurrategi y Reinhold Messner), o dedos de manos y pies (Edurne Pasabán y João Garcia), o sufren de experiencias traumáticas cercanas a la muerte (Park Young-Seok, Alan Hinkes, Gerlinde Kaltenbrunner, Jorge Egocheaga).

 

IV- Conclusión

El reto de los ochomiles es temido y perseguido al mismo tiempo exactamente por los riesgos. Aún más que eso, comparado con el nivel de peligro del 12% en su etapa final; la aventura significa 100% para aquellos involucrados, pero la ecuación queda en un 88% positivo.

Esta es la fuerza que conduce a los montañistas a pesar del nivel de peligro. La libertad, el reto, la naturaleza salvaje, el placer de alcanzar los puntos más altos (Summit!, Vetta! Cumbre! Cume! Gipfel! Sommet! Summitu! Vrh!), y el reto de explorar los límites del cuerpo y la mente. Todo esto es lo que impulsa a los montañistas hacia objetivos singulares: “el camino debe seguir”.

Nives Meroi y Romano Bennet

Lista de los quienes tienen más de siete ochomiles »

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