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Montañismo y Exploración
Mil días en alta mar
22 febrero 2008

Pensado como un viaje para estudiar el comportamiento humano, el Anne y sus dos tripulantes , Reid Stowe y Soanya Ahmad se hicieron a la mar para estar en ella por mil días. Pero en el día 305, Soanya decidió retirarse. A Reid le quedan aún 700 días a bordo del Anne completamente solo.







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Alta mar es una palabra que provoca miedo a la mayoría de la gente. Sin ver tierra se sienten perdidos. Muchos marineros no pueden separarse de tierra si no tienen instrumentos de precisión: GPS “o al menos una brújula”. Sin embargo, los mares están ahí, donde los pies comienzan a hundirse en las aguas que revientan con la playa. Es ese choque de elementos lo que sin duda da miedo a quienes lo vemos.





El mar, lo único que verían los tripulantes durante mil días.


Por eso, los viajes largos en navegación siempre han sido temidos y admirados. Motines a bordo, abandono de tripulaciones, enfrentamientos de personas y grupos… La estancia prolongada en un espacio confinado puede causar problemas serios entre los habitantes de esos pocos metros cuadrados de superficie. Y quienes sobreviven son admirados. Por eso, el viaje del Fram a través del Océano Ártico es tan importante.


Un viaje prolongado ya se ha realizado en otras ocasiones, pero no con el propósito de conocer las reacciones de la tripulación. Salvo los estudios de Santiago Genovés a bordo del Acalli, poco más se sabe de las reacciones del ser humano en espacios confinados. Un tema importante para todos aquellos que van a una expedición. Sobre todo si están pensando viajar a Marte en un viaje de mil días, en mucho menos espacio del que uno pueda moverse con libertad.


Por eso es tan importante el viaje del Anne, que se conoce más como The Mars Ocean Odissey o Mil Días en el Mar.





Soanya con sus cultivos de plantas a bordo del Anne.




El 21 de abril del 2007 Reid y Soanya partieron de Nueva Jersey. No recibirán reabastecimiento ni más combustible del que llevan. Tampoco tocarán puerto a lo largo de su viaje por rutas con vientos y corrientes predominantes en los océanos Atlántico y el Pacífico, y los mares Índico y Antártico, es decir: alrededor del mundo. Una y otra vez hasta terminar los mil días de navegación y en ese momento terminará en el puerto de Nueva York.


Hasta el momento de escribir esta nota, faltaban 693 días para terminar el viaje. En casi un año, los dos tripulantes del Anne, han viajado por todos lados y han vivido del mar, tal como lo querían. Pero el día 305 Soanya decidió abandonar el barco. El mareo la ha hecho tomar esa decisión: “siento que dos años más de esto (mareo en alta mar) no sería bueno para mí y por eso he decidido dejar el barco. De la playa más cercana, volaré a casa en Nueva York”.


Dejando de lado lo lamentable del caso, el hecho es que la expedición continúa con Soanya y así le quedan casi 700 días de estar solo en alta mar a Stowe. Solo, sin ver gente, sin ver tierra, viviendo del mar, gobernando una embarcación que él mismo construyó y que conoce bien. Nadie duda de la capacidad de Stowe porque ya ha hecho viajes en solitario de gran duración, pero el reto que tiene enfrente es mucho mayor.


Se puede visitar el Sitio de la expedición y ver las bitácoras, las fotografías, el punto de localización de la embarcación (en este momento en Australia) y dejar una nota de apoyo a los dos tripulantes.





Stowe trepa al Mástil del Anne


Es posible que algunos lectores no conozcan el mareo que se produce en alta mar, mientras que otros lo conocen porque subirse a un avión les produce un mareo similar. Yo tampoco lo conozco pero sí conozco bien su contrapartida: el mareo de tierra. Después de once días de estar en alta mar a bordo de la Golondrina, el primitivo barco de una sola pieza con que cruzamos el Mar de Cortés, y luego de unas pocas horas de haber pisado tierra, comencé a marearme. No podía andar si no era sujeto a una pared o un mueble. La sensación duró casi una semana.


El mareo de alta mar (o “mal de mer” en francés) no es algo que ponga en riesgo la vida con facilidad pero sí causa una incomodidad profunda. Se produce por la llegada al cerebro de informaciones diferentes del oído interno (que controla el equilibrio) y de la vista. Entonces el cuerpo trata de compensar el movimiento por sí mismo. Casi el 90% de la gente lo puede padecer, inclusive astronautas y pilotos.


Pero lo importante es que el reto de estar mil días lejos de tierra, continúa, pese a que se acerque a puerto para dejar a Soanya en un lugar donde poder tomar su vuelo a Nueva York.








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