Fueron las montañas las que me introdujeron en las aventuras que había soñado siendo un muchacho.

El pasado día 11 de enero, sir Edmund Hillary, uno de los dos hombres que pisaron por primera vez la cumbre del Everest, falleció a la edad de 88 años, en Nueva Zelanda, la tierra en la que naciera y de la cual estuviera orgulloso.

“Me gusta pensar que soy un muy ordinario neocelandés, quizá no terriblemente brillante pero determinado y práctico en lo que hago.”

Hillary y Tenzing en el ascenso a la cima del Everest

Mensaje a la Reina

El Monte Everest ha sido conquistado. E.P. Hillary, un miembro neocelandés de la novena expedición, alcanzó la cumbre a 8,848 metros con el Sherpa Tenzing el viernes [Mayo 29].

La noticia sobre el exitoso asalto fue dada a la Reina en el Palacio de Bickinham anoche. Fue hecho público por las estaciones de radio estadounidenses después de medianoche y confirmado en Nueva Delhi por un mensaje del Coronel Hunt, líder de la expedición. Había sido arreglado que la embajada británica en Katmandú, Nepal, infornara a la Reina directamente si la expedición tenía éxito, de ser posible, el día de su coronación.

The Guardian

Tuesday June 2, 1953

Guardian Unlimited

Hillary y Tenzing en el ascenso a la cima del Everest

Hillary, miembro de la expedición que lidereaba el coronel John Hunt, alcanzó la cima el 29 de mayo de 1953 junto con el sherpa (y sirdar de la expedición) Tenzing Norgay. Ambos se harían famosos en el mundo entero pero no sólo por un momento: se conoce prácticamente cada etapa de su vida y se les respeta como a pocas personas en el mundo. Cuando bajaban de la montaña poco podían imaginar el impacto que había causado en el mundo su ascenso. El primero. Lo cierto es que supieron ser caballeros:

“…todos estuvimos de acuerdo en que, puesto que formábamos un equipo que compartía las tareas en la montaña, diríamos que habíamos alcanzado la cumbre juntos… Esta cuestión ha sido debatida en todo el mundo durante muchos años y supongo que la gente seguirá planteándosela en el futuro. Por fortuna es una cosa intrascendente, puesto que los dos podemos atribuirnos el mérito del triunfo” (p. 32)

Las presiones políticas de saber quién había sido el primero fueron fuertes pero nadie supo la verdad sino hasta que Tenzing, en una biografía que le dictara a J. R. Ullman, en 1955, declaró que fue Hillary quien había llegado primero. Muchos años después, en una autobiografía, el mismo Hillary reconoció que:

“…importa poco quién sube a la cumbre primero; tiene tan poca importancia que nosotros no pensamos nunca en eso, pero por aquí se le da mucha trascendencia. Lo cierto es que, como creo que ya te dije, yo llevé la cabeza las dos horas y media últimas y, de hecho, puse pie en la cima una cuerda por delante de Tenzing. Al principio me fastidiaba bastante toda esa cháchara periodística inexacta y muchas veces desagradable, pero ahora, después de discutirlo con Tenzing, que está en una posición bastante desagradable, hemos pactado un relato de compromiso y decir “llegamos a la cumbre casi juntos” y dejarlo rodar.” (p. 37)

Hillary y Tenzing después de bajar de la cumbre del Everest

Hillary fue nombrado Caballero del Reino Unido, algo que para él Es un enorme honor, por supuesto, pero realmente nunca he estado de acuerdo con los títulos y no podría imaginarme a mí mismo poseyendo uno.”

Sin embargo, su historia no se ciñó a sólo subir el Everest. “Llegar a la cima del Everest no iba a destruir mi ilusión por la aventura.” Se dedicó entonces a dirigir expediciones al Himalaya y en el Makalu tuvo un problema que le impidió de ahí en adelante, subir a mucha altitud.

“Creo que mi experiencia en el Makalu inició el deterioro de la capacidad que había demostrado en el monte Everest para aclimatarme eficazmente a la extrema altitud. Seguí siendo capaz todavía de actuar apropiadamente por encima de los 6,000 metros, pero poco a poco la altitud fue pudiendo conmigo y ahora soy reacio a dormir por encima de los 2,400 metros. Eso no afectó mi entusiasmo por la aventura: había aún multitud de cosas interesantes que hacer en la Antártida y las estribaciones del Himalaya, o en los ríos salvajes de montaña por todo el mundo. Tan sólo en las grandes altitudes mi capacidad de aventura había mermado.” (p. 123)

“Mi segunda enfermedad en el Makalu señaló el final de mi carrera como escalador de grandes altitudes. Pero creo que puedo decir sin falsedad que cuando algo se hacía imposible para mí, surgían otras oportunidades y otros intereses. Y aunque esos intereses no eran quizá tan peligrosos y emocionantes como los anteriores, eran, en muchos sentidos, desafíos no menos importantes.” (202)

Esos desafíos fueron llegar al Polo Sur, como un gran apoyo a la primera expedición transantártica que pretendía recuperar la idea de Ernst Shakcleton, pero con tractores con motor, navegar las aguas del Ganges hasta sus fuentes en el Himalaya y fundar escuelas de apoyo a la gente sherpa, una labor que le ocupó el resto de su vida.

“La vida me ha ofrecido una impresionante variedad de experiencias. Tal vez nada pueda superar la oportunidad de ser el primero del mundo en alcanzar la cumbre del Everest, ser el primero en conducir un tractor hasta el Polo Sur o hacer el primer viaje en lancha por el río Ganges hasta sus fuentes en el Himalaya.” (p. 282)

Hillary, hecho Sir, se convirtió en un emblema del montañismo

También llegó al Polo Norte, en una expedición en la que participó Neil Armstrong. Fue en avión y él la llamó “experiencia emocionante”: “Había sido una experiencia emocionante, ya que no exactamente  una gran aventura. Pero yo sentí una profunda satisfacción: creía que era la primera persona que había pisado los dos Polos, norte y sur, además de la cumbre del monte Everest.”

En 18 enero del 2007 aún viajó al Polo Sur para participar en la conmemoración de la fundación de la Base Scott. Pero su principal labor y por la que será recordado por los habitantes del Himalaya fue el gran apoyo que dio al pueblo sherpa con la construcción de escuelas y hospitales. Fundó el Himalayan Trust, que aún sigue funcionando.

Nacido el 20 de julio de 1919, Edmund Percival Hillary, dejó de existir, pero para todo mundo es uno de los pocos hombres que siempre vivirán. El Everest había sido para él el primer escalón importante en su vida que fue, toda, de un caballero. Como él mismo lo dijera en su autobiografía:

“Nadie puede prever cuándo llegará a término su vida. Pero todavía queda mucho por hacer. Con la ayuda de June y el apoyo de los miembros del Himalayan Trust espero que nuestro trabajo continúe aún por algún tiempo. He tenido mis penalidades pero, en conjunto, la vida ha sido muy buena conmigo. He disfrutado de muchas aventuras, sostenido muchas causas dignas y me he beneficiado de la generosidad y el afecto de compañeros maravillosos. ¡No puedo pedir más!”

Estatua de Hillary en Nueva Zelanda el día siguiente a su muerte