En 1893, un barco partía de Noruega. Era el Fram, construido especialmente para una navegación que nadie había realizado y que muchos especialistas consideraban un suicidio: llegar al Polo Norte a bordo del hielo. Es decir: dejarse atrapar por los hielos de la banquisa del Polo Norte y dejarse llevar por la marea. El proyecto era de Fridtjof Nansen y si algunos reían del barco era porque prácticamente no tenía quilla. Comentarios como el “no sobrevivirá en los mares del polo” sobraron.
Mi proyecto encontró oposición por parte de algunos sectores... como ya era de esperar, tropezó con muchas resistencias, incluso fuera de Noruega, y la mayoría de los exploradores polares y de los especialistas en las cosas del Ártico manifestaron, más o menos abiertamente, que era “pura locura”.
Entrando a la banquisa tras un enorme rompehielos
Sin embargo, el Fram apareció en 1896 nuevamente en Noruega después de haber llegado a una latitud muy cercana al Polo Norte. Nansen y uno de sus hombres se apearon de su barco y trataron de alcanzar el Polo a pie, sabiendo que no volverían a encontrar al Fram por mucho que se esmeraran.
El viaje de Nansen recibió como comentario de Reinhold Messner: “En mi opinión el más grande de los exploradores polares fue Nansen… Lo que vivió en el Polo Norte nunca fue alcanzado por otras expediciones. Fue una bellísima expedición, aunque no llegase a pisar el Polo.”
Nadie había ido tras las huellas de Nansen hasta que Børge Ousland y Thomas Ulrich lo hicieran el año pasado, expedición que les ganó el sexto lugar en los premios de ExplorersWeb. Como para cerrar el ciclo, una embarcación ha repetido esta vez la ruta del Fram. No con precisión, claro, pues las corrientes marinas en el hilo polar son impredecibles hasta el momento. Pero lo que sí hizo fue entrar en la banquisa, dejarse atrapar por el hielo y finalmente salir al otro lado.
La banquisa de hielo alrededor del Tara
El objetivo era meramente científico y una parte del Año Internacional Polar. Con las comunicaciones de hoy, el Tara, que así se llama la embarcación, tuvo no una sino varias tripulaciones que eran llevadas hasta el lugar en helicóptero. Además, su entrada a la banquisa fue siguiendo a un rompehielos ruso, que le dejó muy dentro de los hielos. El Tara es un navío de 116 pies (35 metros) con un casco muy similar al Fram, que le permitió ser “atrapado” por los hielos de la banquisa pero sin ser destruido.
La duración de la “navegación” a bordo del hielo fue de casi dos años.