Cuando estos días las laderas norte y sur del Everest están tan transitadas que se han creado conflictos de tránsito y algunos han renunciado a la cima, cuatro diferentes grupos se dirigen al K2, la segunda montaña más alta del mundo, con objetivos muy deportivos. Dos de estos grupos intentarán una nueva ruta en la cara oeste.
Una expedición rusa de 16 elementos la intentará del modo tradicional, con cuatro grupos de cuatro personas. El jefe de la expedición, Victor Kozlov, usó la misma táctica en el ascenso del Lothse Medio en el 2001 (que ganó el Piolet d’Or) y en una nueva vía en la cara norte en el 2004.
Cara oeste del K2
El grupo polaco-esloveno compuesto por Peter Hámor, Dodo Kopold, y Piotr Morawski, intentará la misma cara con un estilo diferente: sin usar porteadores de altura, con un uso mínimo de cuerdas fijas y, naturalmente, sin oxígeno. Morawski hizo el primer ascenso invernal del Shishapangma en 2005 con el italiano Simone Moro. Kopold, hizo ya este año dos ochomiles en ascensos veloces: Cho Oyu y Shishapangma.
En otra vertiente de la misma montaña, Denis Urubko, quien hace poco ascendiera al Dhaulagiri, y Serguey Samoilov intentarán ascender por la cara norte, que nunca ha sido escalada por los grandes peligros de avalanchas que hay ahí. Sin embargo, Dennis y Serguey confían en lograrlo porque se han dedicado a hacer ascensiones veloces a montañas de ochomil metros en estilo alpino. Se recordará que hace poco Dennis abandonó su intento de velocidad por ayudar a otro montañista en dificultades y sólo siguió cuando éste último estuvo a salvo.
Cara norte del K2
El cuarto grupo es de otra pareja: Americans Bill Pierson y Fabrizio Zangrilli, que intentarán una nueva vía por la cara sur, un poco a la derecha de la Magic Line, que sólo ha sido subida dos veces. Una vez alcanzada la línea de la Magic Line, los escaladores se dirigirán hacia la cara oeste (a la izquierda) y escalarán por terreno nuevo. Ambos ya intentaron esta ruta en el 2005. Fabrizio ganó recientemente el premio Zack Martin Breaking Barriers que otorga el American Alpine Club, para apoyar su escalada y un proyecto humanitario en Paquistán.
Son proyectos muy fuertes que se están poniendo en marcha por gente muy fuerte. Ninguno de ellos utilizará oxígeno artificial. Y todos ellos son a los que se refería Iñaki Ochoa cuando decía:
No me gusta criticar o juzgar lo que otros hacen. No lo acostumbro. Creo firmemente en la libertad individual. Dicho esto, creo que hay al menos 20 o 30 tipos allá fuera que están motivados, confiados, que son fuertes y suficientemente honestos para escalar los grandes picos decentemente, con imaginación y pasión. Este grupo, que no es una secta o una élite de superhombres nietzcheanos, nunca usarían oxígeno embotellado o sherpas y tratarían de minimizar el uso de cuerdas fijas. Los mejores escaladores tienen aún mucho por hacer y lo harán, seguro. Y quiero ser parte de ello, si puedo.