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Montañismo y Exploración
CARTA DE ROLANDO GARIBOTTI SOBRE EL PIOLET D
16 febrero 2006

El Piolet d’Or es el premio más buscado por los montañistas de élite pero, ¿tiene sentido ser premiado? ¿Es posible que un solo premio valga lo que una expedición? Rolando Garibotti pidió al Comité Organizador del Piolet d’Or que lo excluyeran de la lista de nominados con razones muy distintas a las argüidas por Maestri.







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Enviada el 10 de Enero de 2006.



Gracias por su invitación para asistir a la ceremonia de los premios del Piolet d’Or; quiero manifestar que Alessandro Beltrami, Ermanno Salvaterra y yo no asistiremos y que apreciaríamos mucho si nuestra escalada al Cerro Torre deja de ser considerada en la lista de nominados.


Vince Anderson y Steve House recibiendo el <i>Piolet d'Or</i>Fuimos afortunados por haber tenido éxito en nuestro intento de escalar el Cerro Torre. Estamos complacidos de nuestro logro y apreciamos los comentarios positivos que hemos recibido de nuestros compañeros, pero nuestro interés y motivación por la escalada fue la calidad de la experiencia misma. Fue la esencia de la experiencia la que más nos interesaba.


Un premio como el Piolet d’Or trata de cuantificar esta esencia e intenta juzgar la calidad de la experiencia. Puesto que el montañismo, contrariamente al atletismo y otros deportes, se practica sin reglas bien establecidas, cualquier intento de juzgar la calidad de un ascenso sobre otro es necesariamente muy subjetivo. Es como tratar de comparar diferentes frutas. ¿Cómo se le puede dar un valor real a tal juicio subjetivo? ¿Cómo juzgar conceptos elusivos como la elegancia y la imaginación?


La jerarquía del alpinismo —federaciones oficiales y escaladores patrocinados— parece beneficiarse de tal evento. Un “Gran Premio” resalta el perfil público de la actividad y valida su “raison d’etre”, justificando el dinero recibido y gastado. Pero para la mayoría, aquellos que practican montañismo como “amateurs” los beneficios son difíciles de hallar y, quizá, no existan. ¿Qué validación posterior podría uno necesitar después de la experiencia orgánica ya ganada?


Ermanno Salvaterra y Rolando Garibotti en la cima del Cerro Torre


Si bien es cierto que el debate ético y de estilo que el Piolet d’Or genera cada año puede ser en algunos casos positivo, en otros es decididamente negativo. Si el Piolet d’Or del año pasado sirve de ejemplo, la poderosa retroalimentación negativa hacia el equipo ruso ganador rozó en la xenofobia, lo que desembocó en una confrontación que dividió a los escaladores más que acercarlos a un diálogo constructivo.


El premio mismo ha fallado en definir estándares claros sobre medio ambiente y escalada limpia, vacilando entre ascensiones que han degradado decididamente la montaña y otras que no lo han hecho.


La ceremonia del Piolet d’Or es una excelente oportunidad para que los montañistas se reúnan, compartan ideas y se inspiren unos en otros. Sin embargo, si esa fue la intención real, el evento sería y debería modelarse después de las reuniones de escalada como las de Escocia o Argentière la Bessée, donde las cuerdas son compartidas y no se entregan premios subjetivos.


Rolando Garibotti en un vivac durante su ascenso al Cerro TorreCuando escribía sobre el Piolet d’Or 2003, el montañista británico y editor de Mountain Info, Lindsay Griffin, propuso “celebrar todas las nominaciones como excelentes contribuciones al avance del montañismo”. Creo que esto es la mejor alternativa, un festival de diversidad donde todos ganamos porque todos participamos en el juego. Un foro donde escaladores de las cuatro esquinas del globo puedan intercambiar las lecciones aprendidas, compartir puntos de vista y experiencias. Hasta entonces, nosotros preferimos mantenernos al margen de este evento.


Rolando Garibotti





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