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Montañismo y Exploración
REAL DE CATORCE
1 mayo 2004

Real de Catorce es un sueño para mucha gente. Con sus pueblos abandonados y sus ceremonias del peyote entre los huicholes, también es una meta que alcanzar caminando.







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¿PINOS EN EL DESIERTO?
El hombre de la tienda nos informó dónde podríamos tomar agua y cuál era el camino a seguir para llegar a Los Jaquis �una ranchería� y después Los Alamitos. Miraba incrédulo lo que estábamos haciendo, pero a la vez estaba fascinado con la idea.
�Van a encontrar algo raro �nos comentaba� ¿verdad? �dice, dirigiéndose a uno de sus amigos�. Hay unos pinos por allá, en una cañada.
Llegamos a los Jaquis por un camino de terrecería. Una ranchería de sólo una casa. Al parecer hubo tres o cuatro más, pero de ellas ahora sólo quedan ruinas. Amablemente nos dicen el camino a seguir:
�Se van por este río y después a la izquierda, dos km después a la derecha. Hay veredas, pero como ya nadie las usa desaparecen, mejor váyanse toda la cañada.
Una hora más y lo vimos: un bosque en el desierto. Pinos y magueyes uno al lado de otro, algo extraño para mí. Caminábamos por una cañada y no podíamos ubicarnos por no tener perspectiva. Estábamos �encañonados�: casi mil metros de desnivel. Observaba la sombra: caminábamos hacia el sur, luego al suroeste, al oeste, nuevamente al sur, al sureste... temía estar dando vueltas, pero sólo seguíamos el único camino que hay, la cañada.
En una división del río pudimos ubicamos con el mapa y tomamos el camino de la izquierda aunque, según yo, los dos caminos terminaban en el mismo lugar: Los Alamitos.
Después de caminar cuatro horas más, vuelve la desesperación y para apagarla subimos a la cumbre de un cerro a ubicarnos. Apenas damos los primeros pasos y los árboles nos lo impiden. El camino es muy cerrado. Deliberamos una y otra vez: ¿por la cañada o por el cerro? Por el cerro. Está atardeciendo, son las 5 de la tarde. �A las siete apagan la luz�. Avanzamos muy lentamente. No hay lugar para levantar las tiendas y ni siquiera para vivaquear (con un giro se rasgaría la bolsa de dormir), esperamos que arriba esté más plano.
Escalo con la mochila una pequeña pared de tres o cuatro metros. Gaby, Xóchitl y Roberto detrás de mi. Alfredo, desesperado como siempre, busca por otro lado. El terreno está suelto y cuando sólo me queda medio metro por subir, una piedra se desprende y uno de mis pies queda colgado. Hago fuerza con los brazos para no caer y la salida es... una planta llena de espinas. Ni modo: termino todo espinado.
Llegamos a una pequeña antecumbre y, como no es lugar para dormir, seguimos subiendo. Un pequeño camino apenas perceptible, al parecer de animales y, más allá, una formación de rocas en semicírculo, al parecer para almacenar agua o guardar animales, pero con sus 2.30 metros por lado es suficiente para una tienda, donde esperamos dormir los cinco.
Desde este punto se ve el cerro El Fraile y se ve mejor la forma de la cañada, suficiente para ubicarnos con mapa, brújula y altímetro. Los Alamitos está al oeste, detrás de este cerro.
En la mañana siguiente subimos a la cima y nos encontramos con el viento, fuerte y constante. Al levantar un pie se pierde un poco el equilibrio. Vemos la casa que el día anterior viera Alfredo desde aquí. Cuando alcanzamos el camino preguntamos por el pueblo que se ve a unos cuantos metros.
Â?Los Alamitos.
Sonrisas en los rostros.
El camino es fácil ya de Alamitos a Real sólo seguir un camino o pasar por arriba por los cerros, pero Gaby ya no está para preocupaciones y seguimos el camino, siempre pasando por rancherías abandonadas o semi-abandonadas. Llegamos a un pueblo que está totalmente abandonado y entonces nuestro viaje se torna en una caminata por pueblos fantasmas.
Al llegar al Refugio de La Luz, unas personas sentadas en lo que fue una pared, nos informan como llegar a Real. �Por arriba subiendo un cerro más, o tomando un camión, ya que por el túnel de Ogarrio no dejan pasar a pie.� Sería mejor llegar caminando y así lo hacemos.
Después de subir y encontrarnos con otro pueblo fantasma, vemos abajo en una especie de meseta entre la sierra.
Real de Catorce un lugar muy bello, el sitio que tanto soñé.
Estoy aquí, en tu pueblo, del que tanto me hablaste, del que tanto hablamos de llegar juntos. Estoy aquí, 10 años después, sin ti.


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