¡Qué triste llegar a viejo!
16 noviembre 2004
Al otro día seguimos por la Laguna Madre. Enorme. Por muchos lados, lanchas y, en tierra firme, pueblitos de pescadores. Nos orillamos a uno para recargar agua. Niños que salían de la escuela, hombres que bebían cerveza esperando la salida a la pesca, mujeres en sus casas, una o dos tiendas en el pueblo de tierra lodosa y las lanchas de pesca. Ahí estaba toda su razón de ser.
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