La segunda montaña más alta del mundo, el K2, fue asediada por numerosas expediciones este año, que se cumplieron cinco décadas de su primer ascenso. La “Montaña de las montañas”, como la bautizara Messner, fue accesible este año a mucha gente por el tiempo que hizo que prevalecieran las condiciones adecuadas para su ascenso cuando ha habido años en que nadie llega muy arriba.
Pero este año fue distinto y no porque el mismo K2 “festeje” sus 50 años. Qué le van a importar unos hombres y sus esperanzas e ilusiones además de sólo 50 años para los millones que tiene de surgida de la tierra. Fue distinto porque el hombre quiso que lo fuera: Juan Oiarzábal llegaba a su cima por segunda ocasión, Edurne Pasabán se convertía en la sexta mujer en escalar la cima y la única de ellas con vida. Problemas varios, un equipo que tuvo problemas y en el que se movilizaron varios en su ayuda y… el segundo ascenso mundial de la Magic Line por un equipo catalán.
La Magic Line está considerada como la ruta más difícil del K2 y sólo había sido ascendida una vez, aunque asediada en muchas más. Este año, un equipo de catalanes escalaron la ruta y aunque sólo uno de ellos llegó a la cima (Jordi Corominas), fue trabajo en equipo. Corominas comenzó a escalar a las 5 de la mañana y llegó en solitario a medianoche.
“Llegué a las doce de la noche, empecé a bajar de noche, y estuve caminando hasta que salió el sol de nuevo. Cuando haces una escalada a este nivel, la hora a la que llegas a la cumbre es lo de menos, es secundario. Lo que sí que te planteas es la táctica de «tengo que acabar esto y salir de aquí».”
En el punto de no retorno, cuando sabía que era más fácil llegar a la cumbre que descender por la misma vía, Corominas se planteaba lo más importante: la ética y la filosofía del montañismo contra su vida: “¿Era arriesgado? Pues sí y no. Puede parecerlo; está claro que hay riesgo, pero si crees que te encuentras bien sigues para arriba. Es un riesgo presente en todas las vías difíciles, o arriesgas o no subes.”
Desafortunadamente, la expedición que se había distinguido por ayudar a otra en problemas, tuvo un desenlace lamentable: Manel de la Matta falleció durante el regreso por la misma vía de ascenso, en el campamento I. Se dice fácil pero la pérdida de un montañista como Manel es fuerte, sobre todo después de que Corominas ya estaba en el campamento base después de haber bajado por el Espolón de los Abruzos.
Mucho se ha escrito sobre Manel y sobre Corominas. Los catalanes en la Magic Line siguen como compañeros y se enorgullecen de su triunfo y se lamentan de su pérdida. Un equipo como debiera haber más en el Himalaya, sobre todo en el cincuentenario de la segunda montaña más alta del mundo: el K2. Corominas, en entrevista concedida a Desnivel, declara sobre ello:
“Era el año del cincuentenario. Lo que este año se ha vivido en el K2, es lo que lleva tiempo viviéndose en el Everest. Ha habido mucha gente que ha subido aprovechando el rebufo de unos pocos. Creo que era un poco triste que en el cincuenta cumpleaños del primer ascenso a esta montaña, se estuviera ascendiendo por la vía normal; sobretodo los italianos, que a pesar de tener una expedición de tal magnitud, han hecho lo fácil, una vía de cincuenta años. Yo de los italianos esperaba más; para celebrarlo deberían de haber hecho algo distinto, abrir una vía o algo así. Han subido cuarenta y tres personas, de los que la mitad de ellos han subido aprovechando el trabajo de tres expediciones fuertes. Abriendo huella y cuerda sube cualquiera.”