Hacer montañismo no es sólo practicar ciertas técnicas, sino también asumir lo que sucede en todo momento. �Ser responsable de uno mismo� quizá es lo que lo define. Y es cierto: cuando uno no se preocupa de nadie más que de uno mismo y de sus compañeros, cuando deja atrás todo lo que le dificultaba el viaje que ahora está haciendo, es cuando se hacen mejor las cosas y cuando empieza el disfrute personal muy intenso.
Pero ahora los deportes de montaña están también en la mira de los patrocinadores que ven un producto que les puede dejar mucho dinero a través de las carreras a campo traviesa estilo Raid Gouloises o Ecochallenge. Los más recientes incorporan a participantes muy fotogénicos que hacen como que saben pero que sólo aparentan, con tal de vender el producto del patrocinador, que quiere que precisamente ese evento sea considerado como la marca a partir de la cual se modifica todo o se establece algo nuevo. Cosa que no es verdad más que en los clichés de mercadotecnia y sólo son momentáneos, por supuesto.
Algo completamente diferente es realizar algo sin los grandes estrados de los medios masivos y estar lejos de donde se puede llegar por la televisión y hacer algo nuevo. La experiencia se asimila poco a poco y se tiene la impresión de que no se es diferente de los demás. La travesía del Gran Desierto de Altar que hicieron en diciembre Oliver López y Elvia Ramírez es de este tipo y ya Oliver lo menciona en su artículo que presentamos en este número:
�Estoy seguro que lo que hicimos y estas palabras difícilmente significarán algo para alguien. Lo que hicimos sólo es importante y valioso para nosotros. Para mi fue una experiencia tan valiosa y en la que aprendí tanto sobre mí mismo, que todavía no termino de asimilar.�
Sin embargo, es difícil que no signifique algo para nadie más que ellos dos, pues constituye un punto de partida, eso que precisamente los organizadores de eventos televisivos están buscando por otros caminos y no encuentran.