El Cuyo
24 abril 2002
El Cuyo es una población que pasa desapercibida en los mapas de la península de Yucatán, pero que tiene una vida palpitando por sí misma: gente que vive, soldados… y sol.
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El Cuyo, Yucatán
Día de navegación 5: Miércoles 24 de abril, 2002
Hacia las diez de la mañana nos detenemos siempre a desayunar. A esa hora, el sol es muy fuerte. Mezclamos avena en sobrecitos, leche en polvo y agua y tenemos un desayuno bueno, nada odioso de preparar y, sobre todo, que nunca aburre. Alex descubrió que de uno de los envases de gasolina para la estufa se había fugado algo de combustible. Deberemos cuidarnos más de esas fugas o nos pueden causar problemas. ¿Gas? Sin duda, un buen reemplazo, pero los tanques se oxidan con el agua de mar y es preferible tener el compartimiento lleno de gasolina a que se abra de repente porque un tanque estalló.
Pero esta vez la salida había sido tan lenta, tan retardada, que decidí no detenerme hasta llegar a El Cuyo, pese al mar "indeciso". "Lo de indeciso lo digo porque las olas venían ya de la boca de la laguna, ya del oriente (la dirección predominante del viento) o del mar abierto." Vimos varios peces muertos en el mar, lo que nos dejó con una duda sobre el agua.
En el Cuyo nos instalamos en una palapa que el teniente del puesto militar amablemente nos ofreció tras escuchar lo que estábamos haciendo. Sin embargo, por la tarde, cuando queríamos instalar la tienda de campaña, el teniente se había marchado y los soldados nos negaron el derecho a pasar la noche siquiera cerca de sus instalaciones. Así que dormimos a unos pocos metros más allá, protegidos por una casa sola.
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