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Montañismo y Exploración
SÓTANO DE LAS COYOTAS: Descubrimiento y conquista
15 septiembre 2001

El Sótano de las Coyotas es hasta la fecha [1982] la segunda sima más profunda descubierta por mexicanos. Esta exploración fue llevada al cabo por miembros de la Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas y el Grupo de Espeleología de la UNAM.







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En marzo de 1982, después de fallido intento de alcanzar el fondo del sótano de la Trinidad (-827 metros; se llegó a la profundidad de 790 m.) en San Luis Potosí, nos trasladamos a la región de Mirasoles en plena Sierra Gorda de Guanajuato, dentro del municipio de Xichú.

Después de acampar en Moya de Mirasoles, nos dedicamos a buscar simas; así el día 8 de abril, Manuel Urquiza, Maribel García, Abigail Cervantes y yo, localizamos un sótano en el fondo de una extensa dolina, en un sitio llamado "Las Coyotas". La entrada era común, sin ningún rasgo sobresaliente. Amarramos un cable a un árbol cercano para bajar 30 metros donde seguía un paisaje horizontal y un tiro de 20 metros. Llegamos a una enorme repisa y de ahí arrojamos algunas piedras y calculamos la caída vertical en 60 metros, lo que nos dio alegría, pues daba más esperanzas de exploración; nos quedaba un cable corto, por lo que no hicimos el intento de bajar y salimos del sótano.

Al día siguiente, Abigail Cervantes y yo regresamos con 300 metros de cable. Bajamos al tercer y cuarto tiro de 58 y 68 metros respectivamente, para encontrar otra repisa con una poza de gran belleza y agua cristalina e inmediatamente otro tiro. Después de descender otros 50 metros nos ubicamos en otra repisa con dos pozas anexas abundantes de agua color azul turquesa, donde pudimos refrescarnos para examinar la ruta. Seguí otro tiro, pero no lo bajamos porque el cable se nos había terminado. ¡Habíamos alcanzado 240 metros de profundidad y la caverna no parecía acabar!

Cuatro días después, Antonio Páez, Guillermo Mora, Antonio Saloma y yo, regresamos a la sima con 700 metros de cable. Rearmamos la ruta de descenso y alcanzamos rápidamente el nivel anterior. Cuando bajamos el tiro que se había quedado pendiente (el sexto), resultó medir 84 metros. Este finalizaba en una repisa y luego otra caída de 23 metros e inmediatamente el octavo tiro, de 40 metros, para posteriormente efectuar una pequeña desescalada y llegar a un salón de medianas dimensiones donde, según nuestros cálculos, nos encontrábamos a 400 metros de profundidad.

Cabe destacar que al encontrarnos a esa profundidad nos convertíamos en el segundo grupo mexicano de espeleología que alcanzaba tan profundidad en una exploración nueva. El primero había sido el grupo Xamen-Ek, en 1980, con el descubrimiento y conquista del Sótano de Tilaco.

Por el momento, parecía el fin del sótano, pero en un extremo del salón encontramos la continuación por una oquedad de apenas un metro de diámetro. Antes de proseguir la exploración descansamos un buen rato en el salón. La caverna estaba ahí sola; así había permanecido desde el inicio de los tiempos. De pronto, se filtraron sonidos y ruidos nuevos, de voces y con ellos luces y relámpagos fotográficos: un silencio milenario estaba siendo roto. Cientos de metros de cable empezaron a pender de los abismos, penetraron los hombres y la soledad infinita se fue destruyendo a medida de su avance. Luces: muchos haces de luz que acababan a su paso el reino de las tinieblas. Ahí estábamos nosotros, los espeleólogos, dando fin al mágico encanto de lo desconocido. Era nuestra labor.

Continuamos explorando una hora después; el tiro que había quedado pendiente midió doce metros; en seguida estaba otro de diez metros y luego uno más pequeño de seis. Este último tiro, el número 11, finalizaba en una angosta repisa, la cual se abría a un nuevo abismo de 58 metros. Posteriormente descendimos por un tiro de 28 metros. Al bajar este último ya sólo quedaba un cable pero después de cinco metros llegamos a un pequeño salón, con una angosta fisura y más adelante se cerraba el paso: habíamos llegado al fondo de la sima. Nos felicitamos por nuestro importante descubrimiento. Habían transcurrido diez horas de trabajo descendente desde que encontramos el sótano para llegar al final.

Es bello reposar en la sima; son instantes únicos en la vida en los que se sueña rodeado de tinieblas, momentos en que somos parte del corazón de la montaña. Apagar la luz significa iluminar la oscuridad con nuestro yo interno. Es cuando se pueden escuchar las notas del silencio y percibir nuestra conciencia. A veces me pregunto: ¿qué me mueve como espeleólogo? Creo que la respuesta está en mí mismo. El descubrir y explorar nuevas cavernas; el penetrar en abismos y tinieblas desconocidos, me ha conducido al encuentro de mi conciencia y a la conquista de mi soledad. El explorador de cavernas es un personaje aislado, su refugio es la naturaleza. La caverna enriquece su vida porque existe como espeleólogo y comparten el mundo mágico y fascinante.

Durante el ascenso y la topografía de la sima, me preguntaba ¿qué será ahora de esta caverna?, ¿qué sería de las cavernas? Durante la retirada, la caverna poco a poco recobra su soledad y estado primitivo. A medida que los cables se recuperan y cada hombre gana terreno hacia la superficie, el silencio invade de nuevo la oscuridad. Sin embargo, a pesar de la retirada, la caverna nunca volverá a ser la misma. Ahora, ya existe.

El Sótano de las Coyotas acabó teniendo 581 metros de profundidad, y se convertía en la undécima sima más profunda de América. Es una caverna muy vertical y por lo mismo no es difícil su recorrido. El trabajo neto desde que se descubrió hasta que se alcanzó su fondo y se topografió, fue de tres días. El descubrimiento del Sótano de las Coyotas se debió a un estudio geológico y una experiencia de campo que, esperamos, nos conduzca a simas más profundas.

Ahora me pregunto si fue un diálogo o una lucha. Un diálogo con la naturaleza, para que ésta nos comunicara sus secretos. Sé que existe tal diálogo porque la vocación del espeleólogo es una vocación de la naturaleza. También hubo lucha, mas ésta se estableció conmigo mismo. Ahora sé que ara que existe la comunicación con las cavernas es necesario que el espeleólogo tenga su espíritu de equilibrio, con los demás, con la naturaleza y consigo mismo.

El Sótano de las Coyotas es hasta la fecha [1982] la segunda sima más profunda descubierta por mexicanos. Esta exploración fue llevada al cabo por miembros de la Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas y el Grupo de Espeleología de la UNAM. Además del Sótano de las Coyotas, se descubrieron y exploraron 40 simas más, entre las que destacaron el Sótano de las Hoyas (282 metros, su segundo tiro es una caída libre de 101 metros) y el Sótano de las Hoyas 2 (160 metros de profundidad).

En las exploraciones participaron Magdalena García Rendón, Maribel García, Abigail Cervantes Medel, Raymundo Arciniega, Víctor Granados, Guillermo Mora, Manuel Urquiza, Gonzalo Gómez, Alejo Jiménez, Héctor Guzmán, Antonio Páez, Antonio Saloma, Eduardo Martínez, Alicia León y Carlos Lazcano.




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