Kathleen Meyer. Cómo cagar en el monte. Una aproximación ecológicamente sensata a un arte perdido. Ediciones Desnivel (Manuales Grandes Espacios). Madrid. Tercera edición, 2000. 126 páginas. ISBN: 84-89969-29-9
Una de las preocupaciones de los montañistas conscientes es la de mantener la montaña limpia a toda costa. De ahí las campañas de limpieza a nivel mundial e incluso en el Everest, cuyo Collado Sur es considerado el "basurero más alto del mundo". Pero la mayoría de la gente se dice a sí misma, a manera de justificación, que el daño es sólo estético, visual. Después de todo, ¿qué daño pueden ocasionar unas latas o bolsas de plástico? Esto es, por supuesto, una manera muy irresponsable de ver el problema. Pero si el problema concreto se ha basado en la basura, poco se ha hablado de los desechos humanos, cada vez más crecientes:
"¿Adónde van exactamente los excrementos del mundo? Ciertamente una cuestión desagradable. ¿Con qué frecuencia pensamos en lo que pasa después de que éstos son succionados por el agujero del retrete? Probablemente nunca. Estas reflexiones tienden a ser evitadas por nuestra mente, exceptuando las raras ocasiones en las que tenemos que llamar al desatascador." (p. 37)
"Cualquiera que se ha topado con una playa o banco de río, en otro tiempo adorable y ahora estropeada por la basura, conoce el horror. Pero más importante que el impacto visual producido por la creciente marea de desechos generada por el hombre, son las consecuencias medioambientales camufladas." (p. 16)
Kathleen Meyer se propone abordar el problema de una manera directa pues su actividad en el campo le ha hecho descubrir que el problema básico de la contaminación de heces fecales humanas no es principalmente estético, sino sanitario:
"Hasta hace aproximadamente quince años, nadie consideraba peligroso beber directamente en los arroyos de las montañas. Podías arrodillarte desde la orilla de un arroyo en una pradera de montaña y limitarte a sumergir parte de la cara. Todavía en 1977, la guía de senderismo del Sierra Club mencionaba el beber directamente de los arroyos como uno de los "placeres muy especiales" de los viajes en la naturaleza... Sin embargo ya no podemos beberlo todo —ni siquiera una gota sin purificar—, sin el riesgo de coger una enfermedad." (p. 38-39)
¿Cómo combatir el problema?: "La mejor línea de defensa para proteger nuestras áreas salvajes, nuestros amigos silvestres y a nosotros mismos, es desarrollar unos hábitos escrupulosos al disponer de nuestros desechos —cava un agujero medioambientalmente seguro y entierra esa mierda— unido a una compulsión educativa hacia todo neófito sobre conductas en la naturaleza." (p. 43-44)
El libro está dirigido, por supuesto, a un público específico: aquel que compre el libro. Por supuesto, se compran muchos más ejemplares de uno de los cientos de libros sobre el Everest, por mala que sea su calidad. Y hay que decir que Cómo cagar en el monte es un libro excelente.
De los capítulos incluidos, quizá el más importante por su concepción revolucionaria, es el que trata de "sacar-de-allí" lo que desechamos. Al igual que la basura en bolsas de plástico, las heces pueden transportarse en recipientes especiales fuera de sitios donde la presencia del hombre puede causar un impacto grave, método que es adoptado cada vez más.
"Se recomienda sacarlo-de-allí a los escaladores de roca, a los campistas aventurándose en condiciones climatológicas severas (cuando no sea posible encontrar tierra o es mejor quedarse en la tienda), a visitantes de áreas muy frecuentadas, en el esfuerzo por mantener estos lugares prístinos, a todos los desaliñados bichos creabasuras del Himalaya, a kayakistas marinos, espeleólogos o a cualquiera que visite ecosistemas frágiles." (p. 77) "Nuestras áreas salvajes disminuyen, nuestro estilo de vida urbano continúa creando locura y nuestra necesidad de estar en contacto con la naturaleza aumenta. Nos encontramos ante un mayor uso de las áreas naturales. Es sencillo ver en la simple aritmética de los números detrás de los agujeros de retrete, que el sacarlo-de-allí aumentará el límite de visitas en zonas de mucho uso." (p. 84)
Por supuesto, sacarlo-de-allí es un método que está siendo adoptado lentamente. Mientras tanto, ¿qué hacer con los elementos importantes en las excursiones, como el agua?
"Tener agua potable en buen estado es un asunto serio: ten cuidado con artilugios con un toque de moda o que se parezcan a juguetes. Lee la letra pequeña, haz preguntas hasta que te quedes satisfecho. No te va a ser posible encontrar el filtro perfecto: no hay ninguno. Ningún filtro puede protegerte al cien por cien." (p. 90)
"Los desinfectantes químicos como el yodo y el cloro (llamados halógenos), ofrecen la otra opción para eliminar virus. El cloro ha sido, de largo, el desinfectante preferido para los abastecimientos de aguas municipales y el yodo ha sido utilizado por el ejército desde principios de siglo [XX]. Si bien los halógenos funcionan bien en virus y bacteria, los organismos parásitos presentan resistencia. El Criptosporidio, en particular, es altamente resistente al cloro. Si usas cualquiera de los dos compuestos químicos para matar las bacterias y los virus, toma la precaución añadida de desinfectar con un filtro todos los organismos parásitos antes de la halogenación... Los halógenos no desinfectan adecuadamente cuando se preparan sin la suficiente concentración o si no se permite el suficiente tiempo de contacto." (p. 96)
Y mientras purificamos el agua para beber y nos acostumbramos a la idea de tener en la mochila un recipiente lleno de nuestros desechos, hay que hacer algo inmediato para prevenir las enfermedades transmitidas por el hombre a través de sus heces y el método más sencillo es el de cavar un agujero:
"El objeto de excavar un agujero, es evitar que los organismos causantes de enfermedades se propaguen por vía humana, animal, por aguas torrenciales que vayan a parar a aguas de superficie cercanas, o por insectos voladores de vuelta a áreas con alimentos... No existe un único consejo de reglas para todos los terrenos, estaciones y climas. En realidad, hay tal colección de variantes y efectos que, en un inicio, se podría pensar que es necesario tener un doctorado para hacerse una idea." (p. 43-44)
"La siguiente cosa, y más de agradecer, que has de aprender es que no se requiere cavar hasta China. Totalmente lo contrario, la forma más efectiva para que las enzimas degraden los excrementos es quedarse en los primeros veinte centímetros de suelo... Denominamos revoltillo a una brillante técnica que todos necesitamos aprender y emplear. Se trata de "mezclar" el objeto que hemos depositado en nuestro agujero-retrete con tierra suelta escarbada de los lados del agujero antes de taparlo, todo con el propósito de incrementar el ritmo de descomposición, al poner la bacteria del suelo en contacto con una mayor proporción de cargarruta [con lo que se destruyen la mayor parte de los organismos patógenos]." (p. 46)
"Finalmente, cuando hayas desinfectado el agua a las mil maravillas, quedará un sabor químico no tan maravilloso." (p. 96)
La seriedad del tema no impide a la autora hacer bromas al respecto:
"Durante cinco años mi amigo Rick Spittler y yo hemos bromeado sobre ideas, creemos que finalmente tenemos el prototipo... Mientras tanto, con toda sinceridad, debo confesar que he logrado evitar la zona de pruebas. Se trata del garaje de Rick, que está lleno de contenedores de todas las formas, tamaños y materiales concebibles... Hace poco su hijo de cuatro años estuvo merodeando en el garaje y preguntó: "Papá, ¿qué hay en esas cajas? ¡Parece caca!". Desde la lejanía... siempre intento ser de ayuda: "Dile a ese niño que lo que hay en esas cajas es su carrera universitaria"." (p. 78)
Pero a fin de cuentas, lo importante no son las técnicas ni los dispositivos que se describen en el libro, sino que "...tenemos que tomar una decisión respecto a nuestros métodos de saneamiento. El procedimiento a elegir dependerá del tamaño del grupo, la madurez y agilidad de sus miembros, el tipo de terreno, la estación y el clima, lo alejado del lugar, el número de visitantes y un largo etcétera. Cuanto más fácil lo hagamos para nosotros, más duro será para la Madre Tierra." (p. 49-50)
Hay también un importante capítulo especial para mujeres y un glosario al final del libro que ubica en cuanto a los diferentes términos de las heces.
Erratas
Pág. 96. Dice: "El yodo altera los resultados de las pruebas de funcionamiento del tiroides." Debe decir: "de la tiroides", pues está hablando de una glándula.