Regresó el grupo de expedición de la UNAM
1 febrero 2000
Regresó a la Ciudad de México el equipo universitario de montañismo, luego de su fallido intento de escalar la cumbre del Artesonraju, de 6,025 metros de altura, situado en la Cordillera Blanca de Perú.
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Regresó a la Ciudad de México el equipo universitario de montañismo, luego de su fallido intento de escalar la cumbre del Artesonraju, de 6,025 metros de altura, situado en la Cordillera Blanca de Perú.
El mal tiempo que prevaleció durante el ascenso, las dificultades técnicas de escalada que presentó la montaña y la pérdida de alimentos, botiquín y dinero, contribuyeron al fracaso de la expedición universitaria.
Integrado por Carlos Rangel, Rodolfo Cobos y Noé Delgado, el equipo partió el 17 de mayo con rumbo a la Quebrada Llanganuco, el recorrido les llevó por la quebrada Huaripampa, montaña que en 1981 fue escalada por montañistas universitarios [se refiere al Chacraraju], y por el collado "Punta Unión", para llegar finalmente al pie de la "montaña nevada a través del cielo", pico de 2,000 metros de altura.
Al llegar la noche del 19 de junio, comenzó el mal tiempo que imposibilitó a los deportistas colocar el campamento base. Tres días después "en medio de una nevada" instalaron su primer campamento.
El 24 de mayo [junio], de madrugada, los montañistas universitarios iniciaron su marcha hacia la cima por la vía del collado sureste, con el equipo necesario. Al filo de las ocho de la mañana detuvieron la marcha, ya que a pesar de haber elegido la ruta más accesible la nieve les obstaculizaba la marcha, pues les llegaba a la cintura; así, también la pendiente llegó a ser cada vez más profunda [sic], hasta alcanzar una inclinación aproximada a los 70 grados.
Otro de los obstáculos que presentó la montaña fue una pared cercana a los 10 metros de altura constituida por roca y cubierta de nieve floja. Una vez librados esos obstáculos, los montañistas llegaron a la arista a las 4 de la tarde.
Al no contar con un sitio seguro en donde colocar su campamento, y ante inminente tormenta, los expedicionarios decidieron regresar al campamento base para cambiar equipo y abastecerse de alimentos.
El descenso fue bastante peligroso, ya que los aludes se sucedieron en las cercanías; finalmente, a las once de la noche llegaron al campamento base en donde les habían hurtado alimentos y gran parte del equipo. Sin los instrumentos básicos, los universitarios se vieron imposibilitados para continuar su marcha, por lo que decidieron suspender la expedición.
GACETA UNAM, 1984