Pese a la acalorada discusión de que el siglo termina en el último día del año 2000, la mayoría de la gente considera que el siglo XX está llegando a su fin. Independientemente de esta controversia, el fin de año siempre sirve para hacer una reflexión sobre lo que nos planteamos a principio de año y lo que hemos logrado. Con un poco de más amplitud, también se puede involucrar al deporte mismo y su tendencia. Desde 1900 a 1999, han pasado cien años. El montañismo practicado a lo largo de esa centuria ha evolucionado de una manera sorprendente y es necesario hacer una breve recapitulación sobre él para intentar comprender un poco mejor al montañismo que se practique a partir de ahora. Porque una cosa es cierta: el montañismo no será el mismo que el actual.
La conquista de las montañas inicia con el ascenso a la más alta de los Alpes (que no de Europa): el Mont Blanc. A ese ascenso, considerado sencillo, se suceden poco a poco la conquista de las otras cimas, cada vez más difíciles y es el Cervino (ver en nuestra biblioteca) el último en ser escalado. A fines del siglo XIX, Mummery efectúa una revolución importante: en vez de buscar la cumbre, busca al dificultad, tendencia que es seguida todavía ahora a un grado cada vez más impresionante.
Sin embargo, las cumbres vírgenes de los Alpes se acaban poco a poco. En teoría, con los "tres últimos problemas de los Alpes" (paredes norte del Eiger, Grandes Jorasses [espolón Walker] y Cervino), el alpinismo llegaba a su fin. Pero el hombre de montaña buscaría y encontraría otros, más fuertes aún. Entre esos retos, se desarrolla el alpinismo solitario, donde Walter Bonatti tiene un lugar destacado por sus ascensos solitarios a las paredes más difíciles de Europa.
Al mismo tiempo, la historia del alpinismo se repite en el Himalaya: la primera montaña atacada es el Everest y poco a poco la mentalidad que Mummery estableciera sobre la dificultad se restablece en esas montañas gigantes. La historia suele dar giros en espiral. Sin embargo, hasta ahora hablamos de montañistas, es decir: de personas que saben que lo que practican es, ante todo, un trato íntimo con la montaña. Sin embargo, el montañismo no es sólo esto.
En la década de 1960-1969, la ascensión a las montañas o paredes sufriría una nueva modificación: con la aparición de nueces, stoppers y otros anclajes naturales surgidos en los Estados Unidos, llegaba la revolución tecnológica, que en un principio dio origen a la mejora de la técnica de escalada natural y escalada libre en contraposición con la escalada artificial en que se vio empantanado el deporte por muchos años. Así, surge la escalada realmente acrobática, se rompen marcas de dificultad y se abren discusiones sobre grados de dificultad.
En el trasfondo, quienes no practicaban (y no practican) el montañismo, no comprenden el por qué se escala. Es para ellos que hay que buscar justificaciones. Lionel Terray lo menciona claramente: los montañistas somos "los conquistadores de lo inútil".
A principios de la década de 1980, llega desde Europa la escalada deportiva e inmediatamente entra en escena la competitividad en la escalada, que de por sí es competitiva. A partir de entonces, se abrirían dos tipos de escaladas: los "clásicos" y los "deportivos". Unos se refugian en el conocimiento de la montaña. Los otros argumentan que es precisamente la escalada de máxima dificultad lo que le da sentido a ascender paredes.
Al margen de las discusiones éticas y filosóficas, entran en el escenario los patrocinadores para cubrir los gastos de alpinistas exitosos y otros que no lo son tanto pero que tienen la fortuna de tener las conexiones esenciales: relaciones públicas. Gracias a esto, las expediciones de gran envergadura que antes estaban reservadas a los mejores, son abordadas por los más solventes económicamente.
En pocos años, la competitividad y la escalada "dentro de casa" en búsqueda de la dificultad pura se hacen compañeros de algo que antes parecía intangible: la posibilidad de ser visible en el momento por grandes públicos en el mundo: en el año 2000, la escalada será un deporte de exhibición olímpico. Internet y los teléfonos satelitales traen consigo que las expediciones al Himalaya también se comercialicen.
Actualmente, casi cualquier expedición puede comprarse con dinero y sólo se necesita el mínimo de técnica y mucha condición física. El Everest se ha convertido en el símbolo de este tipo de actividades, donde los sherpas colocan las cuerdas, las tiendas y cargan todo el equipo para colocar una línea sin dificultades hacia la cumbre más alta del mundo, que por añadidura ha recibido un aumento de tamaño gracias al GPS. La Antártida para ver pingüinos recién nacidos incluso llevando a los niños pequeños, el Himalaya y sus altas cumbres, Africa, lo que queda del Titanic a varios kilómetros de profundidad, el Polo Norte en rompehielos atómico... Todo está al alcance de quienes tienen dinero.
En Francia, Gerard Fusil implementa la primera competencia de aquellas que ahora son llamadas "de aventura": la Raid Guloises. En un tiempo muy corto, se somete a los participantes de la carrera a un medio muy riguroso: selva, bicicleta de montaña, kayak de mar, descenso de ríos, carrera en desierto, cabalgata en camello o caballo, cruce de montañas nevadas... Esa primera carrera fue seguida de muchas más. Todas para deportistas de alto rendimiento. La llegada del Discovery Channel a estas carreras las popularizó y así, se han estado creando cientos de carreras "similares" a éstas en muchas partes del mundo para aquellos que no son de la élite.
Lo que alguna vez fue "el último refugio" ya no lo es. La montaña, solitaria en 1786, es ahora vastamente asediada. Ni qué decir tiene del deterioro ecológico que esto representa.
¿Qué montañismo se practicará en los próximos cien años (2000-2199)? En el pasado, y también en el presente, las grades pautas las marcaban hombres aislados: Saussure, Paccard, Whymper, Mummery, Mallory, Bonatti, Messner, Kukucska, Tomo Cesen... Sin embargo, la tendencia actual parece no tener un freno debido principalmente a las campañas publicitarias. Un hombre con visión puede más que todos los alpinistas del mundo, pero una campaña publicitaria lo anula. Al parecer las figuras solitarias que pudieran hacer cambiar los rumbos no tendrán mucho peso en lo futuro. Los hombres que han cambiado el montañismo a nivel mundial difícilmente podrán modificar la mentalidad de una masa de deportistas que quieren su parte de montaña porque tienen dinero o sólo practiquen en muros artificiales dentro de habitaciones. Pero una cosa es cierta: el montañismo sigue siendo, ante todo, la familiaridad y el trato íntimo que da la montaña. Sólo eso y nada más.
Pero queda todavía un punto: el montañismo, alpinismo, andinismo o himalayismo es un deporte donde el peligro está latente. Si no se aprenden bien las reglas del juego, un error o una circunstancia fortuita puede ocasionar la muerte. La montaña es cada vez más asediada, pero siempre lo será por una mayoría que no conoce las reglas y esto se traduce en accidentes, cada vez más frecuentes. Por eso, no importa qué tipo de montañismo venga, es necesario que las agrupaciones organizadas trabajen seriamente en la seguridad. Ningún esfuerzo está mejor invertido que éste.