En 12 días de expedición, 4 exploradores universitarios conquistaron la elevación más importante de la península de Baja California (3 mil 100 metros). El llamado Picacho del Diablo, en la Sierra de San Pedro Mártir, sirvió a los deportistas universitarios para poner en práctica sus conocimientos de las técnicas de sobrevivencia, escalada en roca y recorridos en áreas nevadas.
Tomás Decelis, Gerardo Rodríguez (ambos de la ENEP Aragón) y Carlos López, estudiante de Geología, fueron comandados por Carlos Rangel durante los días que duró la experiencia, misma que incluyó además la recolección de muestras de roca diversa. Entre dichas muestras destacó el rescate de dibujos tallados en granito, probablemente con antigüedad de muchos cientos de años. Este material despertó especial interés entre los deportistas y por ello, luego de fotografiarlo en detalle lo hicieron llegar al Instituto de Investigaciones Antropológicas de esta Casa de Estudios, para su estudio especializado.
De su travesía, realizada hace un par de semanas, los montañeros destacaron el comienzo a través del desierto de san Felipe, única vía para acceder a la cañada Toledo, por la cual iniciarían el ascenso. A causa de lo pesado de sus mochilas –de 40 a 45 kilogramos por individuo- y a las 10 horas de luz efectiva de que disponían, la subida les llevó 4 días.
Aspectos que deben destacarse de ese trabajo son ese tipo de ascensos es inusual durante el invierno, dado que la cañada Toledo ofrece mayores dificultades al estar cubierta de hielo; en cuento a escalada, las dificultades que se presentan radican en que los grados de dificultad que hay que salvar van desde los 4 a los 5.7.
La dieta de los escaladores consistió en 100 gramos de pasas, mezcladas con ciruelas pasas, mascabado, nueces, germen de trigo, coco rayado, avena y salvado, así como agua de deshielo en cada hora de alimento.
La preparación de estos deportistas constó de 5 años de entrenamientos, ascensos menos complicados y estudios teóricos del terreno.
GACETA UNAM, enero de 1982