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Montañismo y Exploración
Goyas en las Rocallosas
10 abril 1999

La expedición del grupo de Alta Montaña de la UNAM, efectuada recientemente a la cordillera de las Montañas Rocallosas, en Canadá, alcanzó el primer triunfo internacional del alpinismo universitario, al conquistar las cumbres de los difíciles montes Victoria (3,480 m), Lefroy (3,420) y Scheffer (3,300).







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Realizar una expedición montañista es bastante complejo. Se requiere además del equipo y otros recursos materiales necesarios, tiempo, organización y preparación física y técnica depurada, todo lo cual requiere un mínimo de 5 meses de intenso trabajo.

Con aquel propósito se inscribieron 35 estudiantes que habían cubierto sus cursos de Alta Montaña; de aquellos se escogieron 11, que por su capacidad y entusiasmo demostraron ser los más aptos para tal empresa. Ellos fueron:

Nombre
Escuela o Facultad
Miguel Arriaga Soria Ingeniería
José Alberto Balancán S. Ingeniería
Eusebio Hernández Andrade Ingeniería
Gerardo López Juárez Ingeniería
Mauricio López Ahumada Preparatoria 8
Carlos Lazcano Sahagún Ingeniería
Alfonso Medina Rubio Ingeniería
Héctor Gerardo García E. Ciencias
Arturo Orellana Hernández Química
Hugo Saldaña Meneses Ingeniería
Alejandro Serrano Avalos Ingeniería

Al frente de ellos viajaron los profesores Jorge Muñoz Murillo, jefe administrativo, y José Manuel Casanova, jefe de la expedición.


Relato del jefe de la expedición

El 20 de junio a las 7 horas, el grupo sale del aeropuerto de la Ciudad de México con destino a Calgary, Canadá, donde fuimos bien recibidos por montañistas de la universidad local, quienes nos orientaron sobre las cumbres que nos interesaban. Su amabilidad y en general la de todos los canadienses se demostró en todo momento.

El primer contacto que tuvimos con la cordillera de las Montañas Rocallosas fue en Banff. Establecimos nuestro campamento base a orillas del Lago O'Hara, precisamente en el centro de las montañas que nos interesaban.

El 24 de junio por fin tenemos todo lo necesario y nos disponemos a subir. El avance es lento por el peso de la mochila (comida para varios días, equipo y ropa es lo que transportábamos).

Después de varias horas de camino, nos encontramos ante el lago Oesa, que luce impresionante al estar casi por completo congelado. De aquí comienza una cuesta empinada de piedra suelta y nieve floja. Lo inestable del terreno dificultó el avance (llegamos a estar hundidos en la nieve hasta las rodillas). Por fin, al atardecer llegamos al collado de nombre "Paso Abbott", donde se encuentra el albergue del Club Alpino de Canadá; en él descansamos y nos preparamos para estar listos muy temprano.

Mañana será el día de importancia.


Ascendemos al Monte Victoria

Es el 25 de junio, son las 4:30 horas y ya estamos caminando. Con ese molesto viento no es irritante. La primera parte de nuestra ascensión es una subida de pared rocosa -piedras inestables- bastante prolongada, que termina bruscamente en un campo de nieve completamente blanda... nos hundíamos hasta la cintura.

Con mucho trabajo logramos llegar hasta una pequeña explanada para continuar por un canalón de piedra que nos conduce directamente a la cresta, poco antes de la cumbre sur. De aquí en adelante se presentan las mayores dificultades técnicas.

Pasamos por un angosto camino de 30 centímetros de ancho, aproximadamente, con profundidades que calculamos en 800 metros, a ambos lados. Una caída sería mortal. Tomamos las precauciones debidas y avanzamos encordados en 4 grupos de 3 personas. En cada reborde creemos que estamos ya en la cumbre.

A las 11:55 la primera cordada pisa la cumbre, los otros llegan más tarde.

El frío es intenso y el viento no dejó de molestar, y sin embargo, el entusiasmo se desborda: se toman varias fotografías con el banderín de la UNAM y gritamos "¡Goooya, Goooya...!"

¡Habíamos anhelado tanto alcanzar ese objetivo! Nos sentíamos dichosos en medio de aquel paisaje. Todos admiran la grandeza del espectáculo: montañas imponentes como los montes Mitra o el Edit, el Hungabee (pirámides más que montañas, eso es lo que son), los lagos Luisa, Oesa y O'Hara, glaciares, bosques, ríos, cañadas, todo forma un cuadro indescriptible. Aquello era un sueño, pero un sueño hecho realidad por la voluntad y el esfuerzo de los estudiantes pumas y por el estímulo del apoyo brindado por nuestras autoridades deportivas.

El viento sopla y hay que pensar en el descenso. Las primeras cordadas están en camino. De repente, "César" [Gerardo López] pierde el equilibrio y se precipita al abismo. Mauricio y Alejandro frenan su caída rápidamente y con toda su energía en la cuerda. Nuestro compañero sólo lamenta el susto y la pérdida de sus lentes para nieve y parte del equipo. No más consecuencias. Se refuerzan los sistemas de seguridad y ya cerca de las 22:00 horas llegamos al albergue.

Cansados pero felices comemos con avidez y planeamos nuestro recorrido del día siguiente. Ahora intentaremos subir el Monte Lefroy; nos preocupa su fuerte inclinación y el peligro de los aludes, por lo mismo se acuerda salir muy temprano.


Mal tiempo

Son las 5 y nos disponemos a salir del cómodo refugio, percatándonos inmediatamente de que el cielo está oscuro, pleno de nubes grises. ¡Habrá mal tiempo!

Subimos directamente por la pendiente que es cada vez más fuerte, la que nos obliga a utilizar las manos sobre el hielo; pasan las horas y el final aún parece lejos... ¡por fin, la cresta!, más corta que la del Monte Victoria, pero no más fácil.

Las cuerdas están en plena actividad asegurando los pasos difíciles y ante nuestra sorpresa y en forma inesperada estamos en la cumbre. De nuevo, fotos, goyas, abrazos. Bajo el mal tiempo que nos amenaza nuevamente, bajamos obligadamente despacio por lo empinado de la pendiente. El Paso Abbott. Bajamos al lago Oesa y en medio de pertinaz lluvia, todos empapados y tiritando, llegamos al campamento base, donde nos espera el profesor Jorge Muñoz.

Al día siguiente se aprovecha para descansar y arreglar los objetos personales; algunos compañeros exploran las cercanías pero la lluvia los obliga a regresar temprano. Por la tarde visitamos al guardia del parque y nos informa que los reportes meteorológicos indican mal tiempo y fuertes vientos. Nos recomienda no intentar el ascenso al Monte Hungabee, que teníamos en la mira.


El final

Cambiamos los planes, iremos a otra montaña, el llamado monte Scheffer, más corto pero no menos interesante. La ascensión se realiza sobre una cresta rocosa donde continuamente escalamos algunos tramos espectaculares hasta la cumbre y el regreso se realiza bordeando el lago McArthur.

¡Tres cumbres en una expedición de 15 días! Otros grupos mexicanos sólo habían logrado anteriormente una, nosotros ¡tres!



 



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