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Montañismo y Exploración
Nueva ruta en el lado sur del Ojos del Salado
5 abril 2010

El Ojos del Salado, una de las montañas más altas de los Andes (6,893 metros), llamado "el Rey del Desierto", tiene relativamente pocos ascensos, pero un equipo de montañistas argentinos fueron a él y abrieron una nueva ruta, "Bicentenario", en la cara sur.







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Su indomable figura se recorta en el cielo de Atacama solitario entre gigantes, con vecinos de superan en algún caso los 6,500 metros pero no logran opacarlo. No sólo cuatrocientos metros lo separan de las moles adyacentes sino su rica historia que lo ha transformado en un mito de roca y hielo para reemplazar a la enorme montaña que supo ser antes que los andinistas escribieran su historia.

Para Chile es su techo y muchos argentinos han querido con extrañas mediciones que supere al mismísimo Aconcagua. Nadie ha puesto en duda su protagonismo en el páramo de altura más duro del mundo, pero a mi entender fue el escritor argentino Jorge González quien mejor lo definió: el Rey del Desierto.

Hacia los 5,500 metros tenemos la primera vista del Ojos del Salado.
Fotografías: archivo Guillermo Almaraz.
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Partimos de Mar del Plata el mismo grupo con quienes venimos escalando desde hace años: Eduardo Namur, Daniel Pontin y Guillermo Almaraz. En Catamarca se nos unió el cuarto integrante del equipo, el salteño Nicolás Pantaleón.

Durante la primera parte del viaje nos instalamos la primera noche en Cazadero Grande (3,460 metros) y desde allí ascendimos el poco conocido cerro Morocho Chico (4,582), llamado simplemente Morocho por el Instituto Geográfico Nacional argentino. En su cumbre encontramos el hito topográfico erigido por el geógrafo alemán Walther Penck en 1912 durante sus viajes científicos. Pareciera que fuéramos los segundos en hollar esa cumbre tras 98 años.

La travesía continuó en Las Grutas, un paraje ubicado a escasos 20 km del paso de San Francisco y a cuatro mil metros. Sólo existen allí una reducida dotación de gendarmes (cuatro), un encargado de aduana y dos  viales. Pernoctamos en la barraca de Vialidad  las siguientes cuatro noches.

Desde Las Grutas partimos una madrugada en busca del cerro que algunos llaman Pabellón Grande y de acuerdo al diario de viaje de Walther Penck podría ser uno de los picos ascendidos  por el germano en diciembre de 1913. Recorrimos 32 kilómetros con la 4x4 desde el paso de San Francisco con rumbo norte. En ese punto alcanzamos la ladera oeste del cerro (5,412) y por un cono de deyección ascendimos buscando el filo NW.

Eduardo Namur y Guillermo Almaraz avanzando por los neveros bajos que llevan al glaciar sur

En unas cinco horas salvamos los 900 metros de desnivel y pudimos alcanzar la cumbre, pero no encontramos ninguna señal de Penck ni de ningún otro escalador. Habida cuenta que éramos los primeros, erigimos una apacheta y nominamos la cumbre virgen como Janajman en honor al XXV aniversario del club de montaña del cual somos socios y que en quechua significa “hacia lo alto”.

Creemos que con esta nominación se aclara en cierta medida la nomenclatura de la región de San Buenaventura, ya que existen al menos tres picos conocidos como Pabellón y sin que quede claro cuál es cual. En el 2008 habíamos subido el que la plancheta del Instituto Geográfico señala como “Pabellón”; es el de menor altura y tampoco habíamos encontrado señales del paso de Penck u otros escaladores.

Esto había sido nuestra aclimatación y luego de completarla trasladamos nuestro campo base a la Laguna de los Aparejos (4,250) y nos preparamos para la travesía al Ojos del Salado. Nuestra intensión era intentar el cerro desde el sur por un itinerario novedoso.

Al día siguiente avanzamos con la 4x4 hasta la Laguna Celeste (4,400) e ingresamos por el Campo Negro, una vasta extensión de arena volcánica que se desarrolla hasta los pies del cerro del Nacimiento (6,436). Hasta ahí habíamos recorrido 38 kilómetros y luego de cargar nuestros bultos  instalamos el primer campamento a 4,950 metros.

Guillermo Almaraz, Eduardo Namur y Nicolás Pantaleón en la cumbre

Luego de la primera noche comenzamos la aproximación que dividimos en dos jornadas en las que tuvimos que salvar dos filos paralelos que llegaban hasta los 5,600. La cuarta noche instalamos el campo cuatro en la ladera sur del Ojos del Salado a 5,630. Al otro día escalamos el glaciar sur —con una inclinación de 40 a 45 grados— y por él alcanzamos el emplazamiento del último campamento, a 6,100 metros.

En la madrugada del 28 de marzo partimos por los altos neveros que desembocan en el glaciar. Luego de avanzar hasta los 6,300 metros, nos quitamos los crampones y continuamos por las laderas de una antecumbre en dirección a la pirámide cumbrera. Desde el collado entre ésta con la cumbre central avanzamos buscando un largo nevero que terminaba cerca de la cumbre.

A los 6,800 encontramos los restos del helicóptero Lama que se accidentó en 1984 y donde perdieron la vida el director de la Minera Anglo American Louis Murray y el piloto César Tejos. Cuarenta minutos después, a las 16 horas, pisamos finalmente la cumbre principal del Ojos del Salado donde encontramos la pirámide que recuerda a las víctimas del accidente de 1984.

Observamos el paisaje impactante con las paredes que caen a pique hacia la cara norte del Ojos del Salado y el torreón oeste de igual altura del que estábamos parados. Vimos las fumarolas en el cráter inferior y la senda que llega desde el refugio Tejos en territorio chileno. En el horizonte se perfilaban altivos el Tres Cruces (6,749) con sus glaciares, el Muerto (6,488) con su imponente cara sur y, al sur, el Walter Penck (6,658).

Infografía de las rutas del cuadrante sur: En rojo la ruta Bicentenario (2010) y en amarillo la ruta abierta en 1956 por Mathias Rebistch, primer ascenso por la vertiente argentina.

Dejamos nuestro testimonio entre las rocas de la cumbre y denominamos la nueva ruta “Bicentenario” en homenaje a los 200 años de las revoluciones americanas, primeros gritos hacia la emancipación de España en 1810.

Habíamos recorrido el Ojos del Salado durante cinco días para alcanzar esta cumbre emblemática y pronto emprendimos el regreso. No son las cumbres las que nos cambian como montañeros, pero si son los días de esfuerzo que nos llevan a ellas.

Ver Ojos del Salado en un mapa más grande

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