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Montañismo y Exploración
Las 10 cumbres más altas de América
27 marzo 2009

Hay más metas deportivas que los 14 ochomiles y las Siete Cimas. Las diez cumbres más altas de América es una de ellas. con el ascenso al Walter Penk del 10 de febrero de este año, el montañista argentino Adrián Sánchez lse convirtió en la tercera persona en lograrlo, tras Maricarmen Peña y Darío Brácali.







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8. Llullaillaco (6,739 metros. Argentina y Chile), septiembre y octubre del 2008

El Llullaillaco es el volcán sagrado de los Incas y nuestra intención era realizar un ascenso invernal del lado argentino. Pocos días antes de irnos, una bronquitis cambio la fecha para los últimos días del invierno.

Contratamos el transporte en la provincia de Salta con una agencia de turismo con todos los papeles en regla, trayectoria, etc. Un desastre: cada camioneta que nos pusieron (cinco en total) se rompió, Nos dejaron como CB en un lugar que no era la ruta arqueológica, sino que estábamos en otra cara de la montaña, a seis km de nuestro destino. Lo negaron en primer momento pero lo reconocieron a la bajada.

Fotografías: archivo de Adrián Sánchez
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Tras estas complicaciones, nuestro campamento  no tenía lugares reparados y estaba expuesto a los vientos, que eran muy intensos. Era imposible realizar así la ruta que habíamos planeado así que cambiamos todo y buscamos las mejores posibilidades.

Un día de descanso y al día siguiente para arriba. Comenzó el viento y luego una nevada. Éramos dos cordadas y montamos el C1 en una de las pocas planicies que encontramos al lado de un nevé. Nuestros compañeros, con algunos malestares por la altitud, se quedaron poco más abajo. El lugar donde nos encontrábamos no nos permitía comunicarnos con ellos. La nevada fue copiosa.

Al otro día queríamos montar el C2 en la ruta incaica pero antes de desmontar el campamento, buscamos un lugar desde el que pudiéramos comunicarnos con nuestros compañeros. Uno de ellos había pasado muy mala noche y necesitaban ayuda para descender.

Sin pensarlo dos veces fuimos hacia ellos con el equipo mínimo pero al encontrarlos la situación no era la que nos habían trasmitido: el que se sentía mal dominaba perfectamente la situación y el que trasmitió exageró muchísimo, demasiado.

Los ayudamos a trasladarse al Base. Luego volvimos rápidamente a nuestro campamento ya que no teníamos nada con qué protegernos. El esfuerzo realizado se sentía y el viento no seguía soplando. Al llegar al campamento vimos que el sobretecho de la tienda se estaba volando. Unos minutos más y lo hubiéramos perdido. Una intensa nevada fue el recibimiento y las energías agotadas, el costo.

Al amanecer decidimos continuar. El día estaba increíble pero nos lamentamos varias veces porque éste tenía que ser el día de cumbre y lo habíamos perdido por una exageración. Instalamos el C2 y el viento regresó fuerte y se llevó las varillas de la tienda. Nos encontrábamos próximos a los seis mil metros sin carpa. Imposible bajar ese día. Armamos un vivac y pasamos la noche. Para las condiciones vividas, fue una buena noche, pero sería imposible intentar la cumbre.

Descendemos directos al base, desilusionados, con bronca. Armamos otro vivac y descansamos dos días hasta que las fuerzas reaparecieron y el entusiasmo se acrecentó lo suficiente. Evalué las posibilidades de ir solo para no preocuparme por nadie: llevar lo mínimo (crampones, piqueta, comida y agua), toda la ropa puesta (campera, pantalón y mitones de pluma marca CHT) y salir bien temprano; el desnivel sería de unos 1,500 metros. Para ahorrar tiempo, tracé una línea directa a la cumbre.

Con la linterna alumbrando el terreno y a excelente ritmo, los primeros 500 metros los realicé en menos de dos horas. El viento comenzó a soplar tras el amanecer pero la ropa de pluma me brindaba el abrigo suficiente para no preocuparme. Superé los 6,000 y me di cuenta que el terreno no era tan firme como parecía. La marcha se hace un poco más lenta. Me monté en un nevé, recuperé el ritmo y encontré el viejo camino inca. Lo ignoré para seguir directo a la cumbre. Mi punto de referencia era el waypoint que me pasó Darío Brácali.

En los últimos metros la emoción me invadía. Cuando uno está recién en el lugar, toma noción exacta de dónde están los restos incaicos, ésos que todos vimos en los documentales. Es increíble y alucinante que por arriba de los 6,600 metros hayan realizado todo esto, con sólo camélidos y ropas básicas. Yo estaba muchísimos años después, con una tecnología de punta en equipo y ropa, pero destruido.

Mi festejo fue breve y luego a correr hacia abajo. Aprovechando unos buenos pedreros, en dos horas y me encuentro con los chicos que acababan de recuperar el equipo que habían dejado en su campamento.

Compañeros: Marcelo Hernandez, Aldana Games y Alcides Massa.

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