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Montañismo y Exploración
Las 10 cumbres más altas de América
27 marzo 2009

Hay más metas deportivas que los 14 ochomiles y las Siete Cimas. Las diez cumbres más altas de América es una de ellas. con el ascenso al Walter Penk del 10 de febrero de este año, el montañista argentino Adrián Sánchez lse convirtió en la tercera persona en lograrlo, tras Maricarmen Peña y Darío Brácali.







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9. Incahuasi (6,621 metros, Argentina y Chile), enero del 2007

Debe ser el cerro que mas contemplé en mi vida. Las termas de las grutas, con la puerta en dirección a este coloso me ha permitido pasar horas en un entorno increíble, observando sus posibles rutas.

Los de Gendarmería acababan de descender y nos comentaron que si uno forzaba el vehículo se podía llegar bastante alto. Así que decidimos practicar la misma ruta que ellos y al día siguiente, ilusionados con la información y que los neveros se ven cerca, nos aproximamos lo más posible, armamos el campamento y pasamos la noche.

Fotografías: archivo de Adrián Sánchez
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Al otro día intentábamos montar el campo de altura al lado de los nevés pero tras varias horas de marcha nos damos cuenta que los nevés no se encuentran a la altura calculada pero como no tenemos agua, tendremos que seguir ascendiendo. Para los menos aclimatados conciliar sueño fue imposible y los malestares, muchos.

Los que descansamos partimos hacia la cumbre de noche. La ruta es incómoda y es casi imposible caminar sin caerse; alguien cae 15 metros y todos decidimos abortar. Sólo pasaron dos horas, seguía de noche y estábamos como si hubiéramos caminado todo el día. Dormimos unas horas y descendimos a contemplar la montaña desde la terma. Algunos volvieron a casa, con otros fuimos al Ojos del Salado y luego regresamos.

La ruta elegida la misma. Con Joseba Vázquez con muy buena aclimatación y el entusiasmo de la cumbre del Ojos, partimos al CB. En la misma jornada ascendimos y montamos el campo de altura. Hay viento pero nos encontramos muy bien. El campamento (5,700 metros) es confortable y se encuentra mucho más reparado que durante el primer intento.

Al día siguiente superamos los seis mil metros en una hora, pese al viento pero comenzó a fortalecerse y algunas ráfagas nos sacaban las piernas del suelo. Conforme se fue haciendo más frecuente, se hizo notorio que era imposible continuar. Abortamos y regresamos hasta las grutas. Joseba decide bajar a Fiambalá a descansar y yo me quedo para descansar unos días y luego intentarlo en solitario.

Un día, a las cinco de la tarde, el aburrimiento y la bronca se encargaron de cargar la mochila en la camioneta: partía de vuelta hacia el Incahuasi. Con la idea de que el volcán mismo me proteja del viento, cambio de ruta.

A las dos horas de marcha puse el primer campamento y esperaba acampar al día siguiente entre los 5,800 y 5,900. Me monté en el portezuelo entre el Inca Chico y el Incahuasi. Comencé a subir por uno de los corredores y aunque la pendiente es importante, comenzaron a aparecer algunos posibles lugares para acampar, aunque muy abajo.

Más adelante, la pendiente aumentó y no había lugares para acampar. Aunque estoy encima de los seis mil metros, me encuentro bien y decidí ir hasta el frente rocoso superior. Cuando lo alcanzo estaba ya a 6,250 metros. La gran planicie antes de las cumbres no ofrecía lugares adecuados. Cabrían hasta 5000 carpas, pero en ningún lugar había reparo.

El viento era de la misma fuerza del segundo intento pero recién entonces me castigaba. Armé la carpa y pasé toda la noche sosteniendo las varillas para que no se volaran. La carpa es vieja y hay pocas posibilidades que aguante las ráfagas más fuertes.

Cansado de no dormir, partí al amanecer y en menos de una hora me encuentro en la cumbre. El viento es intenso. Filmé la cumbre y escapé. La canaleta de bajada y con la mochila cargada destruyó mi espalda.

Una vez en la camioneta, saqué las piedras de debajo de los neumáticos, di arranque y nada. Una, dos y mil veces. No quiere saber nada. Como siempre, el vehículo estaba en pendiente por si pasara esto para arrancarla en movimiento. La empujé pero como es un arenal, se entierra. Paleé dos horas y entonces el vehículo comenzó a deslizarse. Tiré con cuidado la pala adentro y me subí. Unos metros… Toma un poco de velocidad y suelto el embrague... ¡arranca! Sin darle oportunidad a nada, aceleré y me tiré por la pendiente más pronunciada.

Unas horas después estaba comiendo un bife de chorizo con Joseba en Fiambalá.

Compañeros primer intento: Martín Ruiz Moreno, Fernanda Carricart, Sol Arraez, Marcos Cortina (Argentinos) y Joseba Vázquez (España). Compañero segundo intento: Joseba Vázquez (España).

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