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Montañismo y Exploración
61 horas fotografiando la oscuridad: travesía en la cueva del río La Venta

La Cueva del Río la Venta dio nombre a uno de los grupos espeleológicos más importantes del mundo: el Grupo La Venta. Esta vez, 22 extranjeros y 8 mexicanos realizaron la travesía de esa cueva para fotografiarla estudiadamente por primera vez.







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A finales de febrero recibí la invitación formal de Tullio Bernabei para participar en la travesía de la Cueva del Río La Venta, de “13 kilómetros de desarrollo y 400 m de desnivel que está destinada a convertirse en una travesía clásica de la espeleología mundial.” Era como una vieja deuda, un viaje pactado hace doce años en el que Tullio, Ciccio y yo no participamos. Ahora parecía una realidad.

La preparación técnica me llevó a ajustar mi equipo, ya que dentro de ERM (Espeleo Rescate México) decidimos utilizar la técnica francesa como estándar pero esta vez, con la visita de mis amigos italianos, volvíamos a incluir un cabo extra de seguridad además del “baricentro” (cinta plana que pasa por las “orejas del arnés”) como nos enseñaron en los primeros cursos en Chiapas hace ya trece años.

Este reacomodo fue perfecto. Incorporar un cabo exclusivo para el ascensor, permitió disponer en todo momento de los dos cabos de seguridad para los múltiples pasamanos; el baricentro siempre fue versátil para transportar el pesado costal de equipo colgado debajo de nosotros.

La Cueva del Río La Venta está localizada a 22 km al norte de la cabecera de Cintalapa de Figueroa, Chiapas, en la margen izquierda del cañón del Río La Venta y corresponde a un complejo sistema subterráneo conformado por 13 kilómetros de pasajes inundados, derrumbes y galerías fósiles. La comunidad Adolfo López Mateos, a 2:30 horas de Tuxtla Gutiérrez, está integrada por 577 habitantes que aún hablan zoque y es el último sitio de abastecimiento para internarse entre las selvas medianas, acahuales y potreros que conducen al Sumidero II, el acceso a esta imponente travesía subterránea.

Un año atrás, Tullio Bernabei, Francesco Sauro, Mauricio Náfate, Carlos Sánchez y seis exploradores más, entre ellos dos guías locales, se dedicaron a recorrer y “armar” la cueva con los anclajes, cuerdas necesarias y señales reflejantes para facilitar el recorrido.

Nos acercamos al Sumidero II, en el fondo de una dolina junto a un platanar, inaccesible en temporada lluviosa. Preparamos nuestras luces e iniciamos el trabajo fotográfico aproximadamente al medio día.

“¿Pronti? ¡Viaaa…! ¡Stop! ” Eran las indicaciones de Giuseppe Savino, al momento de realizar una exposición de 20 segundos en uno de los largos y oscuros pasajes de esta impresionante cueva. Alicia (Beba) y Tono posaban inmóviles para la foto contemplando una enorme concreción; mientras, el resto de la cuadrilla: Ciccio, Nanni, Manuel y yo dirigíamos las lámparas a base de LEDS hacia los puntos acordados y Mauricio manipulaba dos potentes flashes.

Savino, De Vivo y Lo Mastro eran los fotógrafos de nuestro grupo; los demás esperaríamos sus indicaciones para dirigir las lámparas o los flashes hacia los detalles y modelos. Con las cámaras digitales es posible revisar la toma y mejorarla, aunque la distribución de los integrantes, las posiciones (algunas incómodas), y la repetición de la foto van haciendo cansado el trabajo.

Las técnicas empleadas a base de iluminación con LEDs (propuestas por La Venta y Mastrel), los mismos flashes y la cámara digital, permiten estudiar la escena, mejorar los resultados y que el experimentado fotógrafo sea más creativo, mas nunca sustituirán su “ojo experto”.

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