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Montañismo y Exploración
Espíritu de colaboración

Es una creencia común que en el montañismo se cultivan los más altos valores del hombre: amistad, camaradería, lealtad… Pero no siempre es así y Soro Dorotei nos lo muestra con su vivencia en la expedición al K2 de 1983, un recuerdo que es muy parecido al de Walter Bonatti en 1954.







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Soro Dorotei


Volvía de las Dolomitas con un rico bagaje de experiencia y, a pesar de ello, la oportunidad de participar en una expedición fuera de Europa me atemorizaba. La meta era la cara norte del K2, un proyecto ambicioso. Durante la expedición creía ingenuamente en el valor del llamado “espíritu de colaboración” e hice todo en nombre de aquel trabajo en equipo que Francesco Santon [el jefe de la expedición] predicaba.


Sobre las morrenas del K2 trabajamos duramente para transportar el material a lo largo de la pared norte. El fin era aprovisionar los campos de altura para que todos pudieran alcanzar la cumbre. La victoria había sido de la expedición, es decir, de todos, y no la de una persona en singular.


Por degracia, no fue así.


Una vez alcanzada la cumbre el equipo dejó de existir. Solo existían los “vencedores” a los que correspondían honor y gloria, mientras los demás fueron ignorados.


Cuando supe que los “vencedores” fueron después recibidos por el Presidente de la República y nombrados “caballeros” me llené de amargura, sobre todo porque yo renuncié a la cumbre por un sentimiento de solidaridad: después de un duro vivac a 8,200 metros, me ofrecí a acompañar a Fausto De Stefani a los campos inferiores porque tenía congelaciones en las manos.


Hablé de aquello con Agostino Da Polenza, uno de los “vencedores”; él entendía mi estado de ánimo y me explicó que, por desgracia, aunque en el alpinismo todo parece envuelto en un halo de hermandad, lo cierto es que existe un fuerte espíritu de competición en el que la meta es la cima.


Cuando regresé a mis montañas, practiqué la escalada al máximo nivel y comencé a seleccionar a mis compañeros: la amistad debía tener una “a” mayúscula. La ocasión de estar a 8,000 metros se me presentó de nuevo en 1986, otra vez en el K2: sólo si alcanzaba la cumbre el primero habría vencido, dejando una huella para que siguieran los de atrás.


 


Sorgo Dorotei fue miembro de la expedición que promovió Francesco Santon en 1983 al K2 para ascender la cara norte. El jefe de la expedición era Agostino Da Polenza, quien fue uno de los que llegó a la cumbre. Kurt Diemberger y Julie Tullis también participaron como equipo independiente como equipo de filmación.


 


Tomado de: Roberto Mantovani y Kurt Diemberger. K2 Desafío en los confines del cielo. Ediciones Desnivel, Madrid. 1998. 144 páginas. ISBN: 978-84-8774-667-3. Página 92.





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