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Montañismo y Exploración
Pared Oeste del Tocllaraju
8 febrero 2006

…fue la primera vez que en verdad sentí miedo, miedo de meternos a un lugar de donde más tarde no nos pudiéramos bajar, miedo de no regresar, miedo a lo desconocido. Pero al mismo tiempo también sientes un llamado de la montaña a intentarlo, no intentarlo sería negar la oportunidad de antemano…







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Montaña: Tocllaraju (6,032 msnm)

Ruta: Directa de la Cara Oeste

Grado: (D+ MD, 600 m, 60°- 80° hielo)



En Pashpa, pueblito donde inicia la caminata hacia el campamento base, del Tocllaraju, conocimos a Don Clemente, arriero y amigo de 65 años con una condición física admirable (llegó al campamento una hora antes que nosotros). Con él, sus tres mulas: Blancón, Jococholo y Don Julio.


Montamos campo base al final de la Quebrada Ishinca a 4,350 metros. El espectáculo era impresionante: a la izquierda estaba el Urus, nuestra primera montaña, y justo frente a nosotros la imponente pared oeste del Tocllaraju nuestra primera gran pared en montaña.


Los siguientes días fueron para aclimatarnos. Un día caminamos hasta la base de la pared norte del Ranrapalca, una pared de roca y hielo de 900 metros, la cual era el tercer objetivo del proyecto. Para nuestra sorpresa la ruta estaba muy descompuesta pues el glaciar había desaparecido en gran parte y llovían piedras por toda la pared así que por seguridad decidimos no intentarla aunque nos fuera muy bien en el Tocllaraju.


Después de terminar con la fase de aclimatación, nos encontrábamos listos para intentar la pared. Desde la cumbre del Urus se veía imponente: en su mayoría era puro hielo excepto por los últimos 150 metros. Sin pensarlo dos veces salimos del Base y cuatro horas después llegamos al Campo 1, a 5,200 metros. Montamos la casa de campaña y derretimos nieve para el resto del día y también para el ataque a la cumbre.


Al frente, la pared. Desde que llegamos a el Base fue la primera vez que en verdad sentí miedo, miedo de meternos a un lugar de donde más tarde no nos pudiéramos bajar, miedo de no regresar, miedo a lo desconocido. Pero al mismo tiempo también sientes un llamado de la montaña a intentarlo, no intentarlo sería negar la oportunidad de antemano, y es justamente en este tipo de ascensos, en este tipo de experiencias donde realmente te das cuenta de quién eres, de tus fortalezas y debilidades, de tu verdadera estatura humana.


Un guerrero azteca dijo que el guerrero más grande es aquel que se conquista a sí mismo y es precisamente eso lo que se vive en la montaña, porque no hay adversarios. La montaña tampoco es la enemiga a vencer. Al contrario, es el camino que te lleva a esa lucha interna en busca del autoconocimiento, en busca de la plenitud de ser, sé que para muchos puede sonar medio raro. Es algo difícil de explicar.


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