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Montañismo y Exploración
El entrenamiento deportivo desde la perspectiva biológica
15 junio 2003

La gran mayoría de las personas tienen un concepto interesante pero erróneo de lo que es el entrenamiento y cómo debe hacerse. No basta con hacer mucho ejercicio o sólo hacerlo. El cuerpo tiene leyes biológicas que lo rigen y que se deben tomar en cuenta cuando se realiza una sesión de entrenamiento como la intensidad, la duración, el volumen, la densidad, la frecuencia y el tiempo de recuperación.







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El entrenamiento deportivo puede interpretarse como un proceso de estímulo y reacción. Las actividades deportivas desencadenan procesos de adaptación en el organismo. Los estímulos son las causas y las adaptaciones son los resultados. La ejecución de un contenido de entrenamiento, de acuerdo a un programa planificado y dosificado, produce estímulos de movimiento que llevan a adaptaciones morfológicas, funcionales, bioquímicas y psicológicas en el organismo. (Pérez en Miethe, 1981).

El entrenamiento deportivo significa desde el punto de vista médico-biológico, una adaptación o un cambio detectable a nivel de la condición física (por ejemplo, mejora de la resistencia, de la movilidad, etc.), a nivel metabólico (por ejemplo, mayor tolerancia a la acidez), o a nivel morfológico (por ejemplo, hipertrofia muscular).

En el ámbito técnico-coordinativo se producen adaptaciones a nivel nervioso central y cognoscitivo (cerebro, conductos nerviosos, médula espinal). Ambos ámbitos se complementan con adaptaciones psíquicas. (Grosser, 1991: 20). Para los fisiólogos del esfuerzo, como Astrand, el entrenamiento deportivo implica exponer al organismo a una carga de entrenamiento o una tensión de trabajo de intensidad, duración y frecuencia suficiente para producir un efecto de entrenamiento observable y medible, es decir, un mejoramiento de las funciones para las cuales se está entrenando.

Con el objeto de lograr ese efecto de entrenamiento, es necesario exponer al organismo a una sobrecarga, es decir, a una tensión mayor de la que encuentra regularmente durante la vida cotidiana. En términos generales, es evidente que estar sometido a la tensión del entrenamiento se asocia con algunos procesos catabólicos, como la división molecular del combustible almacenado y otros componentes celulares, seguidos por una reacción en exceso o anabólica, que origina un aumento en la deposición de las moléculas que se movilizaron o se degradaron durante la etapa en que el individuo estuvo expuesto a la carga de entrenamiento. (Astrand, 1986: 285).

El principio biológico general del entrenamiento radica en que al agotar las reservas del organismo ante una exigencia intensa, se registra una recuperación tanto en estructura como en función, de una magnitud tal que sobrepasa las reservas orgánicas antes existentes. De tal manera que se producen cambios en los diversos sistemas, los cuales capacitan al organismo para afrontar demandas de mayor exigencia. Esto quiere decir, que el organismo ha mejorado y/o aumentado sus reservas anatómicas y funcionales.

Los conceptos centrales del entrenamiento deportivo son carga y adaptación como conjunto causa-efecto. La carga de entrenamiento la podemos definir como la medida fisiológica de la estimulación sobre el organismo provocada por un trabajo muscular específico, que en el organismo se expresa bajo una forma concreta de reacciones funcionales de una cierta profundidad y duración. (Werjoshanski, 1991: 83,84).

Fritz Zintl en su libro Entrenamiento de la Resistencia, define la carga de entrenamiento como la totalidad de los estímulos de movimiento efectuados sobre el organismo. La carga está constituida por cinco componentes: intensidad, volumen, duración, densidad y frecuencia.

La intensidad se define como el grado de exigencia de la carga de entrenamiento, o bien, el rendimiento definido como el trabajo por unidad de tiempo. La intensidad refleja el aspecto cualitativo de la carga y se mide, entre otros, por la velocidad de traslación, peso relativo, ácido láctico, complejidad del ejercicio, frecuencia del ejercicio por unidad de tiempo, etc.

El volumen es la cantidad de trabajo realizado durante una o varias sesiones de entrenamiento. El volumen de entrenamiento expresa la cantidad de trabajo realizado, por lo que puede cuantificarse por la cantidad de elementos, kilómetros, tonelaje, número de repeticiones, tiempo, etc.

La duración del estímulo es el tiempo durante el cual el estímulo de movimiento tiene un efecto motriz sobre la musculatura. Su unidad de medida (U.M.) son las horas. Los minutos y los segundos.

La densidad de la carga de entrenamiento es la relación entre el trabajo (la actividad efectiva) y el descanso.

La frecuencia de la carga es el número de veces que se aplica el estímulo motor dentro de la sesión de entrenamiento (frecuencia intrasesión) o en un microciclo (frecuencia intersesión). La carga de entrenamiento es la verdadera base de la adaptación y del consiguiente aumento del rendimiento. Para la dosificación de la carga, tres leyes biológicas son obligatorias:

  1. Un estímulo que esté por debajo del umbral no produce adaptación.

  2. Un estímulo demasiado alto produce sobreentrenamiento.

  3. Las adaptaciones específicas necesitan cargas específicas.


Las dos primeras leyes mencionadas están relacionadas con la ley de Schultz-Arndt o regla de los niveles de los estímulos; ésta determina cinco niveles de carga:

  • cargas ineficaces

  • cargas regenerativas

  • cargas de mantenimiento

  • cargas entrenantes o desarrolladoras

  • cargas perjudiciales Tanto las cargas ineficaces (no producen adaptación), como las cargas perjudiciales (provocan agotamiento o sobreentrenamiento) no son de interés para el entrenador. El proceso esencial del entrenamiento es la determinación de la carga externa y su correspondiente dosificación.


El entrenamiento produce una movilización de las energías y los materiales de reserva. La posibilidad de un aumento de estas reservas y con ello simultáneamente la adaptación morfológica, funcional y biológica, se han unido en dos leyes fundamentales, las cuales han sido resumidas por Roux von Nocker (Pérez en Miethe, 1981):

  1. Por medio de su funcionamiento el tejido será más apto.

  2. La función más fuerte modifica la estructura cualitativa de los órganos, lo cual aumenta la capacidad específica de rendimiento.


Según Dietrich G. Harre, sólo puede hablarse de carga de entrenamiento, cuando los estímulos de movimiento están dosificados en tal forma que producen efectos de entrenamiento. La adaptación se muestra en la transformación que se lleva a cabo en el organismo. (Pérez en Miethe, 1981).

Los procesos de adaptación suponen un mínimo de carga. Cuanto más alejado esté del óptimo de carga, menor será el efecto de entrenamiento. Una adaptación óptima no depende sólo de la carga, sino también del tiempo de recuperación. (Pérez en Miethe, 1981).

La relación entre la carga y la adaptación no tiene un transcurso lineal. En tanto que en un proceso de entrenamiento a largo plazo se puede contar con que al aumentar la carga se produzca también una adaptación inmediata y amplia, al aumentar la capacidad de rendimiento, esta reacción de adaptación será cada vez menor.

De lo anterior se concluye que a mayor nivel de rendimiento cada vez se requerirá de un mayor gasto para realizar progresos cada vez más limitados, este fenómeno está fundamentado en la ley de los incrementos decrecientes.



BIBLIOGRAFÍA Grosser, M., et al, Alto Rendimiento Deportivo, Planificación y Desarrollo, México, Ed. Martínez Roca, 1991. Astrand, P. y Rodahl, K., Fisiología del Trabajo Físico, Argentina, Ed. Médica Panamericana, 1986. Miethe, A., et al, (editores), Entrenamiento Deportivo, Convenio Colombo-Alemán, Tomo 7, Ed. XYZ, Colombia, 1981. Zintl, F., Entrenamiento de la Resistencia, Ed. Roca, México, 1990.



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