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Montañismo y Exploración
¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Una llamada telefónica el domingo al atardecer. Tres muchachos de un curso están extraviados en la montaña. No extraviados en el sentido estricto sino que han perdido a su grupo, que les lleva una delantera considerable. ¿Qué hacer? No saben …







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Una llamada telefónica el domingo al atardecer. Tres muchachos de un curso están extraviados en la montaña. No extraviados en el sentido estricto sino que han perdido a su grupo, que les lleva una delantera considerable. ¿Qué hacer? No saben exactamente dónde están ni adónde ir. A través del teléfono, reciben instrucciones y por la madrugada del lunes llegaban a sus respectivas casas.

Un correo electrónico en que se pide ayuda porque el remitente se ha extraviado en dos ocasiones de su grupo y tiempo después los alcanzó, aunque no se libró de una llamada de atención. El correo electrónico terminaba diciendo: "...me pregunto que es lo que debo mejorar para no repetir estos incidentes, porque no es agradable que te rescaten y hacer caminar o rodar a la gente.."

Me llamó la atención que en los tres casos, las personas extraviadas pertenecieran a un grupo, tuvieran a un líder y se les se achacaba la culpa del extravío precisamente a los extraviados. Pero, ¿quién tiene la culpa?

La experiencia que se puede rescatar de estos casos es triple: una corresponde a las personas extraviadas, la segunda corresponde al grupo y la tercera al líder. Analizo una por una.

Las personas extraviadas que van en grupo tienen o han tenido la tendencia de seguir a alguien más en la montaña. Han pertenecido a un club, a un curso o han ido con alguien que sabe más que ellos. Pero no se han acostumbrado a ver el camino sino, al parecer, sólo las botas del que va frente a ellos. Uno es quien debe ir a la montaña a aprender, no a seguir. Mirar continuamente hacia los lados y hacia atrás por la vereda por la que venimos andando sirve de mucho, pero es más importante tener la actitud positiva de ser autosuficiente en la montaña (y digo "positiva" para no caer en la negativa del anarquismo, que suele aparecer) o de llegar a serlo. Más que usar una brújula, un mapa o un GPS, es imprescindible que se aprenda a ubicar puntos naturales, a usar lo más básico de la orientación. Ni un GPS sirve si no hay observaciones en el terreno.

El grupo que ha perdido a alguno de sus miembros es responsable de ello, pues eso quiere decir que no se ha puesto el suficiente énfasis en el compañerismo. Por supuesto, no es necesario -como cree todo el mundo- ser los grandes amigos para ir a la montaña. Pero si se va en un grupo, lo mínimo que se espera es que ese grupo responda por cada uno de sus miembros. Si alguien queda rezagado (como en el caso de los muchachos extraviados con un teléfono celular en la mano) o extraviado, habrá que buscar las causas no sólo en que tal persona era un incompetente, sino en la falta de coordinación del grupo. A este respecto, yo me preguntaría: "Si el grupo con el que salgo me «extravía» constantemente, ¿vale la pena seguir con él?" En la pirámide de probabilidades, un incidente es síntoma de que algo pasa y si sucede es que puede acaecer un accidente serio y eventualmente uno mortal.

El líder puede ser muy bueno técnica y físicamente, pero debe recordar que el grupo y las personas (no sólo él mismo) son su responsabilidad. Es fácil asignar errores a los demás cuando se tiene experiencia, pero no se saca de ello mucho aprendizaje si se detiene ese proceso de señalación de fallas cuando uno es el involucrado. Los líderes deberían ser más concientes de su papel. No sólo los guías de montaña profesionales son responsables por el hecho de recibir una remuneración. En montañismo, todos somos responsables en diversos grados: de nosotros mismos, de nuestros compañeros, de nuestros subordinados, de quienes estén cerca e incluso de cómo se está desarrollando el montañismo en este momento.


DEL AÃ?O INTERNACIONAL DE LAS MONTAÃ?AS

Dentro de las múltiples actividades que se están realizando por el Año Internacional de las Montañas, Amparo Vázquez llegó a finalista en un concurso literario promovido por la UNESCO. Es local, sí, pero es una manifestación más de la cultura de montaña. El cuento corto, originalmente escrito en catalán, fue traducido por la autora para que apareciera en nuestro boletín.


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