Arturo Xicoténcatl Rentería
Una aguja de granito color dorado a los rayos del sol, que se yergue majestuosa en la apartada región del glaciar del Baltoro, en el Karakorum, al noreste de Pakistán, en la cadena de montañas del Himalaya, es desde hace año y medio sueño y obsesión de tres montañistas mexicanos.
Rodeada de un cinturón de nubes, los montañistas muestran las tres páginas en color que National Geographic dedica a la aguja de granito. En el fondo y a los lados montañas coronadas de las nieves eternas. El cuerpo cónico de roca es el desafío. Lo aceptan como un compromiso ineludible.
La cima se localiza a 6,350 metros sobre el nivel del mar. La aguja tiene 1,250 metros de altura. Sus paredes verticales exigen la escalada técnica de hielo y roca. El intento podría realizarlo en siete días.
Armando Dáttoli de la Vega, guía profesional, Luis García Ayala, montañista, y el ingeniero Mario Oñate Ocaña, con maestría en estructuras en la Universidad de Berkeley, California, viajarán el próximo miércoles 5 de julio rumbo a la capital Islamabad.
El intento lo harán un mes después, acaso el 5 o el 6 de agosto. La aguja ha sido conquistada unas 18 veces, según lo manifestaron. El grupo mexicano Expedición “Trango Dos Mil” seguirá la ruta conocida como “Eslovena”, abierta en 1987.
“Tratamos que nuestro objetivo sirva de ejemplo y motivación a los deportistas de México. Viajamos con el apoyo moral y generoso donativo de Apasco con las facilidades de la Comisión Nacional del Deporte y de la Confederación Deportiva Mexicana”.
Explican que la mencionada aguja presenta un grado de dificultad siete (en términos de montañista el grado es VII 5.12b-A2) lo cual en otras palabras significa ni más ni menos que la aguja es inaccesible o muy difícil. Las paredes tienen pendiente de 90 grados y en algunos casos podrían hacer extraplomada; es decir, tendrían que avanzar, probablemente, con las espaldas al vacío. “La escalada será libre, artificial y mixta”, dijeron durante la conferencia de prensa en la Conade, en la que enfatizaron el deseo de poner muy alto el nombre de México.
Excélsior
Junio 30 de 2000
