Hace pocos días, durante una práctica de curso, llegamos a una pared rocosa donde ya había varios escaladores trepando. Pero lo que más llamó mi atención fue ver a un grupo de scouts que practicaban rappel en esa pared de treinta metros con una cuerda de henequén. La persona que los aseguraba (era el primer descenso de cada uno de ellos) sólo pasaba esa cuerda por el mosquetón y él mismo no estaba autoasegurado a ningún sitio, de tal manera que de haberlo necesitado no hubiera podido detener a nadie y él mismo hubiera caído. Lo curioso del caso es que ninguno de los escaladores que estaban ahí les decía nada, salvo que sus cuerdas no eran las adecuadas.
Casi al mismo tiempo, un amigo y yo nos encontramos. Él se encontraba rescatando a una persona que había bajado a rappel con la mochila a la espalda pero que no había visto que su cuerda sólo llegaba a la mitad de la pared. Nos saludamos y tras un breve intercambio de opiniones, decidimos "entrometernos" para hacerles ver sus errores, que podrían terminar en un accidente de gravedad.
¿Por qué nos involucramos en una situación así? Porque creemos firmemente que el montañismo implica compromiso y responsabilidad, tanto de parte de quienes lo practican como de quienes tienen alguna experiencia. Nosotros estábamos ahí y teníamos la obligación moral de impedir un accidente. Así, mi amigo y yo sentimos la fuerte necesidad de impedir que siguieran realizando la práctica por razones de seguridad. Los muchachos entendieron muy bien aunque la persona encargada se quedara refunfuñando. Incluso mi amigo se ofreció a dejarles usar su equipo para que no se quedaran con las ganas de hacer su primer descenso.
Por supuesto, hubiera sido más fácil dejarlos hacer o, como dicen algunas personas, "respetar" sus prácticas, sin importar si las hacían con equipo deficiente o con sistemas de seguridad que a todas luces eran falibles. Total: los "respetaríamos" y "ojalá no les pase nada". Pero teníamos una responsabilidad de orden moral. El deber de una persona que conoce la técnica y las reglas de seguridad no debiera limitarse a cuidarse a uno mismo y a sus compañeros de cordada, sino a difundirlo de tal manera que la gente comprenda que en realidad hay normas que seguir si uno quiere salir bien librado.
Si cuando ocurre un accidente son los escaladores presentes los que tienen que acudir al rescate, ¿por qué no prevenir lo que pueda pasar? Esto es algo que tendríamos que difundir ampliamente. Esto no es fácil, por supuesto, pero es algo que debe hacerse. Es la responsabilidad que uno tiene de no haber dicho lo correcto en el momento adecuado.
Desde hace varias décadas se habla del montañismo como un deporte que ha superado su etapa "heroica" y que ahora se puede practicar con seguridad gracias a las escuelas y a la técnica. La verdad es que la inmensa mayoría sigue yendo al campo prácticamente de cualquier manera y que la experiencia les va enseñando poco a poco lo que se puede aprender en menor tiempo y con mucho menos riesgo. Pero aún así, el porcentaje es alarmantemente pequeño. El montañismo, en cualquiera de sus especialidades, es practicado tan ampliamente que sólo una reducida parte de la totalidad es quien posee la seguridad de no accidentarse. Esperemos que ese porcentaje aumente continuamente.
Cabe una aclaración con respecto a lo narrado: la mayoría de la gente tiende a creer que ser scout es pertenecer a un grupo de muy baja calidad técnica y la idea se ha popularizado tanto que no se pone en duda. Sin embargo, da lo mismo hablar de montañista, de alpinista, de escultista, de espeleólogo, de escalador o de cualquier otro término y tener las mismas fallas. El término no conforma calidad.
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