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Montañismo y Exploración
¿ES LA ESPELEOLOGÍA UN ALPINISMO HACIA ABAJO?
15 febrero 2001

El alpinismo es el deporte que vence desniveles hacia arriba mientras que la espeleología lo hace hacia abajo. ¿Se puede hablar de un alpinismo hacia abajo en el caso de la espeleología?







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Descender a una sima es una actividad incómoda porque se pasa mucho frío, te mojas y suele costar un esfuerzo enorme, pero al mismo tiempo es muy bella y apasionante. Quien no la conoce piensa que su encanto está en la posibilidad de contemplar hermosos espacios y espléndidas concreciones.
En realidad, lo que sucede es que se atraviesan sitios decididamente feos y las concreciones son más bien raras. Así pues, el impulso que empuja a entrar en cuevas es, sobre todo, la posibilidad de viajar a un inmenso mundo inexplorado. Se descubre que en la tierra en que se vive existe el misterio, que hay paredes y precipicios en la oscuridad, justo debajo de lugares soleados antes considerados totalmente abarcables con la vista.
A veces se llega a vagar por mundos gigantescos y nunca vistos por seres humanos, a explorar ríos hasta su origen, a contemplar la reunión de las aguas en el vacío. Se aprende a ver las montañas no sólo como superficies, sino también como volúmenes. Todo esto constituye la mejor recompensa a las fatigas del espeleólogo.
La espeleología no es, sin embargo, un alpinismo hacia abajo. Con el alpinismo comparte algunas técnicas y el lugar donde se practica: la montaña. Espeleólogos y alpinistas tienen en común el empleo de algunos materiales. Estos elementos secundarios inducen a pensar en la espeleología como una variante del alpinismo, pero no es así, incluso porque los materiales se usan de un modo diferente: los alpinistas se mueven por las rocas y usan las cuerdas para evitar las caídas, mientras los espeleólogos en general huyen de la roca y se mueven mediante cuerdas.
La diferencia esencial radica sin embargo en que el alpinista conoce el lugar donde va mientras que el explorador subterráneo no. Uno quiere afirmarse en la superación de un problema complicado, el otro desea ver sobre todo los recorridos del agua en el interior de una montaña.
La situación psicológica en que se mueve el alpinista es la dificultad, la del espeleólogo, lo desconocido.
El espeleólogo es un geógrafo: imaginemos un continente siempre sumido en la niebla del cual sólo sea posible conocer las costas, las desembocaduras de los ríos. Si el alpinismo fuera adentrarse en las nieblas del interior, remontar ríos oscuros hasta sus fuentes, escalar por paredes a ciegas dibujando y anotando los recorridos y las vías alternativas, conexiones entre las montañas... entonces la espeleología sería el alpinismo hacia abajo.

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