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Montañismo y Exploración
SOLO EN LA ENCANTADA

La sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, es una de las más difíciles de México. Las vías para ascender al Picacho del Diablo tienen altas dificultades. Esta es la crónica de una exploración a la sierra más difícil de México, por la vía más difícil, en el tiempo más difícil (invierno) y completamente solo.







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EN LA ANTESALA DEL CIELO

26 de diciembre. 06:23. El silencio es francamente aterrador. No se escucha nada: ni viento, ni hojas moviéndose, ni animales. Nada. Hoy espero llegar al cañón del Diablo. Necesito hacerlo. Mi orina es muy densa y amarilla por la deshidratación y me duele la uretra al orinar aunque sólo lo hago dos veces al día. El frío es más intenso que ayer: el agua caliente se congeló en diez minutos.

11:45. Salí de mi campamento a las 08:30 (es decir: al amanecer) y tuve que escalar en hielo nuevamente. A veces la nieve era floja y me hundía hasta la cintura. Luego escalé en roca. La cima noroeste se veía cada vez más cerca. Hace casi una hora que pasó una avioneta a escasos 100 metros por encima de mí y me sentí raro al darme cuenta que deseaba que me vieran. ¡Como si estuviera dando un espectáculo!

Ahora todo ha cambiado, porque hace 10 minutos llegué a esta cima, que si bien no es la principal, me ha costado mucho trabajo alcanzar. La cumbre está a unos 200 metros hacia el sur y 100 metros por encima de mí. El camino es mucho más difícil de todo lo que hasta ahora he hecho: roca y hielo en corredores que están por encima del Escudo.

Estoy en la antesala del cielo.

Tengo muy frías las manos, aunque las protegí con tela adhesiva. Los ojos me arden pese a los gogles y tengo la cara bastante arañada por las ramas de los arbustos. Los labios ya tienen costras de sangre sobre las grietas de hace cinco días y apenas puedo doblar los dedos de las manos. De los pies, ni se diga: los tengo empapados por andar en campos nevados hasta la cintura.

Pero lo que realmente importa es que he llegado aquí solo. Estoy viendo la cumbre a pocos metros de mí, estoy por encima del Escudo, con el desierto detrás de mí �ese desierto del cual vengo y hacia el cual iré de nuevo�; enfrente, el observatorio luce como manchita de nieve entre los pinos. Todo un espectáculo. Y si este dolor, este cansancio y estas molestias son el precio que he pagado por ver, oír y sentir a la naturaleza en su más pura expresión, en realidad me ha salido barato.

No llegaré a la cumbre, porque sería tentar a la suerte y nunca he creído en ella. Sólo me queda bajar. Tras de mí quedará la montaña y el viento como testigos de un espectador más de la Encantada.

* * *

Durante los doce días que estuve solo en la sierra, perdí nueve kilos de peso. Los síntomas de deshidratación se agudizaron después de haber cruzado medio desierto a pie, hasta que alguien me ofreció un "raite". Volví a mi peso y condiciones normales 17 días después. Pero mi mente vuelve una y otra vez a la sierra: el encantamiento de la soledad.


MEMORIAS

Cuando vi este sublime panorama por segunda vez, decidí, entonces y ahí, escalar hacia la cumbre... Encontré un amable minero mexicano que me señaló la ruta más fácil para bajar al cañón del Diablo. Descendiendo por una arista empinada en el cañón, caminé río abajo hasta llegar a una vieja vereda que lleva en dirección este, a una garganta ancha y abrupta... Desde aquí ascendí este abierto cañón hasta una altura de 9,600 pies, al norte de la enorme cumbre... Finalmente, alcancé el pico norte, donde calculé que era 13 pies más alto que el sur. No había evidencia de una visita previa. Se me hizo difícil creer que nadie hubiera estado ahí antes.

Relato de Donald McLain, presumiblemente el primer ascenso al Picacho del Diablo, realizado en 1911. en Robinson, John. Camping and Climbing in Baja. 1979.



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