EN LA ANTESALA DEL CIELO26 de diciembre. 06:23. El silencio es francamente aterrador. No se escucha nada: ni viento, ni hojas moviéndose, ni animales. Nada. Hoy espero llegar al cañón del Diablo. Necesito hacerlo. Mi orina es muy densa y amarilla por la deshidratación y me duele la uretra al orinar aunque sólo lo hago dos veces al dÃa. El frÃo es más intenso que ayer: el agua caliente se congeló en diez minutos. 11:45. Salà de mi campamento a las 08:30 (es decir: al amanecer) y tuve que escalar en hielo nuevamente. A veces la nieve era floja y me hundÃa hasta la cintura. Luego escalé en roca. La cima noroeste se veÃa cada vez más cerca. Hace casi una hora que pasó una avioneta a escasos 100 metros por encima de mà y me sentà raro al darme cuenta que deseaba que me vieran. ¡Como si estuviera dando un espectáculo!
Ahora todo ha cambiado, porque hace 10 minutos llegué a esta cima, que si bien no es la principal, me ha costado mucho trabajo alcanzar. La cumbre está a unos 200 metros hacia el sur y 100 metros por encima de mÃ. El camino es mucho más difÃcil de todo lo que hasta ahora he hecho: roca y hielo en corredores que están por encima del Escudo.
Estoy en la antesala del cielo.
Tengo muy frÃas las manos, aunque las protegà con tela adhesiva. Los ojos me arden pese a los gogles y tengo la cara bastante arañada por las ramas de los arbustos. Los labios ya tienen costras de sangre sobre las grietas de hace cinco dÃas y apenas puedo doblar los dedos de las manos. De los pies, ni se diga: los tengo empapados por andar en campos nevados hasta la cintura.
Pero lo que realmente importa es que he llegado aquà solo. Estoy viendo la cumbre a pocos metros de mÃ, estoy por encima del Escudo, con el desierto detrás de mà Â?ese desierto del cual vengo y hacia el cual iré de nuevoÂ?; enfrente, el observatorio luce como manchita de nieve entre los pinos. Todo un espectáculo. Y si este dolor, este cansancio y estas molestias son el precio que he pagado por ver, oÃr y sentir a la naturaleza en su más pura expresión, en realidad me ha salido barato.
No llegaré a la cumbre, porque serÃa tentar a la suerte y nunca he creÃdo en ella. Sólo me queda bajar. Tras de mà quedará la montaña y el viento como testigos de un espectador más de la Encantada.
* * *
Durante los doce dÃas que estuve solo en la sierra, perdà nueve kilos de peso. Los sÃntomas de deshidratación se agudizaron después de haber cruzado medio desierto a pie, hasta que alguien me ofreció un "raite". Volvà a mi peso y condiciones normales 17 dÃas después. Pero mi mente vuelve una y otra vez a la sierra: el encantamiento de la soledad.
MEMORIAS
Cuando vi este sublime panorama por segunda vez, decidÃ, entonces y ahÃ, escalar hacia la cumbre... Encontré un amable minero mexicano que me señaló la ruta más fácil para bajar al cañón del Diablo. Descendiendo por una arista empinada en el cañón, caminé rÃo abajo hasta llegar a una vieja vereda que lleva en dirección este, a una garganta ancha y abrupta... Desde aquà ascendà este abierto cañón hasta una altura de 9,600 pies, al norte de la enorme cumbre... Finalmente, alcancé el pico norte, donde calculé que era 13 pies más alto que el sur. No habÃa evidencia de una visita previa. Se me hizo difÃcil creer que nadie hubiera estado ahà antes.
Relato de Donald McLain, presumiblemente el primer ascenso al Picacho del Diablo, realizado en 1911. en Robinson, John. Camping and Climbing in Baja. 1979.