UNA VERDADERA CASA"Cansados de escurrirnos entre la otatera, comenzamos a subir directo hacÃa el cielo. TenÃamos enfrente una gran pared que escalar antes de llegar a los resguardos, mas era preferible hacerlo y no tratar de hacer surcos imaginarios en una vegetación que se prendÃa, arañaba y no soltaba su presa con facilidad. Una pequeña pared siguió a otra, y otra y otra... interminablemente. Se nos atravesaron magueyes, nopales, cardos y mil plantas más. Algunas cayeron cercenadas a nuestro paso; otras vengaron a sus vecinas clavándonos sus espinas en las partes mas sensibles de las manos, de las piernas. Pero seguimos. De repente, nos dimos cuenta de nuestro error: habÃamos confundido una terraza ("patilla", le llaman aquÃ) del cerro con el lugar donde estaban los resguardos, muy lejanos todavÃa. Regresar por donde habÃamos subido no era posible, asà que debÃamos seguir hacia el cielo para buscar otro lado por donde bajar a lo profundo de la barranca".
El encuentro con "La Ciudadela" nos hizo sentir más optimistas respecto a lo que podrÃamos hallar. Alguno de nosotros dijo que sólo nos faltaba encontrar una habitación completa, con todo y techo. Si bien al principio no creÃamos hallar tal maravilla, tenÃamos ya la certeza de lo que podrÃamos encontrar. No se trataba sólo de documentos describiendo una habitación utilizada en el siglo XVII. Ahora que las habÃamos visto, sabÃamos de qué se trataba.
Dos dÃas después del encuentro con la Ciudadela, subÃamos al Cerro del Mono, abriendo camino con nuestros cuerpos y tratando de dejar un rastro que pudiéramos seguir a la bajada con rapidez. Iván y Mario llegaron primero y no ocultaban su sorpresa cuando regresaban a comentar lo que habÃan hallado. Las palabras murieron en su boca antes de salir porque ya lo tenÃa ante mÃ: un lugar plano donde habÃan sido construidas cinco habitaciones. Una de ellas, la primera, tenÃa el techo completo, que, aunque destrozado en una esquina, podÃa considerarse como un prodigio de conservación, una verdadera casa. Nuestra suposición acerca de la manera de construcción estaba confirmada. Cada vez que miro con detenimiento un edificio colonial, me admiro de su antigüedad. Pero entonces estaba observando con detenimiento una construcción que nadie habÃa visto desde hacÃa quién sabe cuanto tiempo. ¿Cuándo habrán sido construidas?
El resto de las construcciones estaban destruidas en diferentes grados por los jabalÃes, quienes las convertÃan en sus madrigueras. HabÃa detalles interesantes, como una construcción de cinco metros de largo, una dimensión extraordinaria porque hasta el momento, cualquier habitación encontrada tenÃa no más de 3.5 metros de largo, 1.5 metros de ancho y lo mismo de alto. La segunda habitación, pese a no tener el techo completo, tenÃa algo que en ningún otro lugar habÃamos visto: una pintura frontal en forma de triángulos adornaba el frente. Era asombroso ver una delgada capa de pintura natural Â?la que veÃamos Â? cubriendo otra que cubrÃa a una tercera: habÃa sido pintada varias veces.
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