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Montañismo y Exploración
LOS MUROS DEL SILENCIO
15 noviembre 2000

La información recabada en el recorrido en solitario de 1987 sirvió para plantear una exploración importante: si la barranca Bacís estaba llena de leyendas y de tradición oral sobre los “antiguos”, habría que ir en busca de los restos de sus habitaciones,.de los cuales se hablaba fuertemente. Este fue el primer paso en la exploración de lo que se llamaría posteriormente “Explorando un mundo olvidado”.







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HACE 950 AÃ?OS

"La sed comienza a atosigarnos. Olvidamos cargar agua en el río y ahora lo estabamos pasando mal. Muy arriba hay un escurridero que promete refrescarnos. Para llegar allá debemos pasar primero por los resguardos. También tenemos hambre, mas si comemos algo, nos dará mayor sed. Con increíble rapidez, las paredes comenzaron a escasear para dar lugar a una vegetación que nos rasgaba la piel y la ropa, una vegetación que también cedió de súbito. Frente a nosotros estaba el premio: más habitaciones. Mientras las observábamos y tomábamos datos y fotografías, cada uno de nosotros pensábamos en la bajada."

Frente a esa estructura completa, la interrogante de cuánto tiempo habrían vivido ahí los xiximes nos volvió a asaltar. Por lo general es una pregunta sin respuesta y sólo se llegan a hacer cálculos aproximados. Este sitio nos dio una respuesta más concreta: justo encima de la segunda habitación, había una pintura rupestre que semejaba una luna en creciente y, por encima de ella, como colgado de una hamaca, un pequeño sol. En el año 1054 de nuestra era, estalló una supernova en la constelación de Tauro que pudo verse en la Tierra durante mucho tiempo e incluso a plena luz del día. El fenómeno, estudiado por los arqueoastrónomos, fue espectacular y se registró en Asia y América. En Europa no porque se vivía en plena Edad Media y se pensó en el fin del mundo. América tiene representantes de ese fenómeno en la roca, tanto petroglifos como pinturas. Lo interesante de la pintura es que en realidad no era una representación, sino dos, una al lado de la otra. Cada pequeño sol tenía dieciocho rayos (¿meses?). Así, podíamos suponer que los xiximes estuvieron ya ahí desde, por lo menos, fines del milenio pasado.


¿CASAS DE ENANITOS?

"El atardecer nos sorprendió cerca del río. Habíamos bajado por la inclinada pendiente del cerro La Otatera a toda velocidad porque no queríamos pasar otra noche en el cerro. Cuando nos enfrentamos a esa posibilidad, surgió de no se sabe dónde una mayor agilidad en las piernas y hasta en los brazos porque también descendíamos de rama en rama, como buenos primates que somos. Atravesamos nuevamente los basamentos de construcciones que nos habían sugerido que arriba podríamos hallar lo que buscábamos y llegamos al río. A partir de ahí, caminamos �corrimos sería más adecuado � durante una hora hasta nuestra base. Había sido la exploración mas larga y dificil... y la que nos había gustado mas".

El tamaño de las habitaciones sorprendía y la gente creía que en ellas había vivido una raza de enanitos. Alguien comenzó este rumor y ahora es tan fuerte que las más altas personalidades y los diarios de Durango lo creen y siguen sin hacer un análisis más profundo.

Como había vuelto a llover, llegamos empapados al tercer sitio de gran importancia para nuestra expedición: cinco estructuras con todos los elementos para deducir lo que hubiera que deducir. Yo llevaba solamente mi playera puesta y mientras los muchachos se dedicaban a recorrer la base de la pared bajo la que estabamos, me di a la tarea de topografiar el lugar. En esta labor me enfrié y cuando terminé me había dado cuenta de muchos detalles. Topografiar es algo así como tomar una fotografía, como dibujar. Se notan muchas cosas a las que no damos importancia. La habitación uno, la principal, había tenido una cama separada del suelo construida con otates, un fuego que se hacía en un cuenco hecho de barro en el suelo y una pequeña ventilación.

Tiritando de frío, opté por meterme a la habitación mientras realizaba apuntes antes de olvidarlos. Meterme y quitarse el frío fue uno solo. El reducido espacio y los materiales de que estaba compuesta, daban por resultado un aislamiento térmico excelente. Considerando que los xiximes sólo vestían algunas prendas hechas de fibras vegetales y que en el invierno el frío era intenso, las construcciones realizadas con esas dimensiones eran excelentes. En verano también serían útiles porque el calor no penetraría a ellas. Estas consideraciones y las relaciones de los misioneros echaban a tierra los "firmes" argumentos de la existencia de los "enanitos".

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