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Montañismo y Exploración
61 horas fotografiando la oscuridad: travesía en la cueva del río La Venta

La Cueva del Río la Venta dio nombre a uno de los grupos espeleológicos más importantes del mundo: el Grupo La Venta. Esta vez, 22 extranjeros y 8 mexicanos realizaron la travesía de esa cueva para fotografiarla estudiadamente por primera vez.







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Pasos estrechos, cascadas, tirolesa, pozas, arenas movedizas… foto tras foto. La estancia dentro de la cueva duró 61 horas y demandó jornadas de trabajo de 12 a 14 horas, descanso de 6 a 7 horas y 3 más para preparativos (alimentación, levantar campamento, revisión de topografía, redistribución de equipo, entre otros).

Los dos campamentos realizados en el interior fueron seleccionados de manera estratégica aproximadamente a 4 y 8 km de la entrada. Se establecieron en amplios salones de suelo arenoso.

La primera “noche” después del trabajo fotográfico, Beba y yo seleccionamos los sobres de comida liofilizada para la cena. Eran las 1:30 h del segundo día, y mientras el agua hervía me quedé totalmente dormido por la fatiga. En el siguiente campamento Manuel y yo preferimos dormir y no cenar. Mauricio, muy atento al desarrollo de la expedición, nos despertó para que comiéramos y estar en buenas condiciones para el tramo final.

La última parte del recorrido nos correspondió fotografiar esa gran colada conocida como “La Medusa Gigante” (llamada también “la primera medusa”), fue la última foto que se tomó antes de iniciar la salida. Eran aproximadamente las 14:00 h del tercer día.

El último descenso considerable fue de 25 metros en el “gran salón de la Cascada”, después de pasar por un complejo y caótico derrumbe de gigantescos bloques. Los que tuvimos la suerte de descender primero nos colocamos en una zona alta y alejada que permitía contemplar las enormes dimensiones del lugar y observar las luces de nuestros compañeros al realizar las maniobras sobre complicado descenso compuesto de dos fraccionamientos. Contábamos las luces una a una hasta juntar 18.

El aroma del aire era distinto, tenía un ligero olor a vegetación y el cansancio era evidente en algunos de nosotros. A lo lejos, alcancé a ver dos luces que alumbraban en nuestra dirección; pensé que se trataba del equipo 1 al cual habíamos alcanzado, pero no era así. Eran Lucas y Manuel que habían llegado al cañón del río La Venta al medio día para recibirnos.

El aire externo se percibía con mayor intensidad, este gran reto que habíamos asumido estaba a punto de finalizar satisfactoriamente. Llegamos en la salida, eran las 00:30 del cuarto día.

Dirigiendo flashes para la fotografía
Cortesía de Savino-LoMastro-De Vivo/La Venta
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Estar en la salida adquiere distintos significados: alcanzar la meta, reunirnos todos por primera vez después de tres días, ver de nuevo el cielo ahora repleto de estrellas… en fin, es difícil describir la emoción y satisfacción del momento. El trabajo con el grupo durante  61 horas de travesía y 13 kilómetros recorrido definitivamente que habían cambiado mi forma de ver y sentir no solamente la espeleología, sino la realidad.

En la expedición participamos veintidós extranjeros y ocho mexicanos.

“Un sueño llamado La Venta 25/11/95”, escrita con el hollín de la flama del casco.
Fotografía: Tullio Bernbabei-La Venta

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