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Montañismo y Exploración
106 días solo en el Atlántico

Solo en los miles de kilómetros que median entre las Islas Canarias y antigua, en el Caribe, dos puntos que se han convertido en principio y fin de quienes quieren cruzar a remo el Atlántico. Para Bhavik Gandhi se convertiría en una odisea convertirse en el primer asiático que lo lograra. Y lo hizo, al llegar a tierra el 14 de junio.







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Hacia su día 80, Gandhi luchaba constantemente por no dejarse apabullar por lo riguroso de su viaje y mantenía su humor pese a que un capitán de barco con quien había tenido contacto vía VHF le dio el pronóstico del tiempo para las siguientes 72 horas que le pronosticaba vientos de 35-40 nudos (65-75 kilómetros por hora) y olas de 5 a 6 metros. “Esto no es divertido”.


“Mi humor depende mucho de qué tan cansado esté, de la hora del día, de los kilómetros que haya remado, del tiempo, problemas con el bote, etc. La comida, música y distracciones como la vida marina alrededor del bote ayudan mucho a mejorar la atmósfera a bordo.”


Atardecer en el Atlántico


También tuvo problemas como el tráfico de grandes embarcaciones pero una mayo aún: la tormenta tropical Barry se formaba hacia el oeste de donde estaba y él se dirigía a ella. Las olas crecieron y hasta tres metros durante un par de días. Mientras tanto, comenzó una dieta líquida.


El 6 de junio envió un mensaje vía SMS en el que decía que se había volcado a las 3 de la mañana, se había roto uno de sus remos y que intentaría repararlo pero que nadie se comunicara con él porque estaba tratando de ahorrar las baterías de su teléfono satelital, pues se había quedado sin baterías, y que llamaría para un rescate. Para entonces, Gandhi estaba a 159 millas náuticas (294 kilómetros) de Antigua y el rescate se preparó esperando la llamada.


Pero la llamada no llegó pidiendo auxilio, sino paciencia porque Bhavik Gandhi continuaba con un remo roto, sin electricidad, sin radio, sin timón y con los compartimientos aún llenándose de agua, aunque tan poca que ya no lo notaba: “No quiero el rescate. Intentaré manejarlo todo”. Las autoridades de Antigua le ofrecieron ir por él declinó la oferta.


Sin electricidad, no tenía forma de comunicarse ni de que embarcaciones más grandes lo “vieran” y estaba “un poco estresado”. “Cojearía” en Miss Olive el resto del viaje, pero seguía adelante. En ese seguir pujando cayó en un “Eddie” (una corriente circular) y fue arrastrado hacia el este (de regreso), así que tuvo que remar un poco más y aunque se sentía “muy cansado”, mantenía su postura de una navegación sin asistencia.


Tierra, después de 106 días en alta mar


Pocos días después de la volcadura, pudo había restablecido la electricidad y la comunicación vía VHF, así que entre otros mensajes lo que hizo fue clarificar que no era necesario un rescate. Los últimos kilómetros hasta su llegada a Antigua los hizo remando contra el viento, mientras algunas embarcaciones lo veían de cerca, “cojeando” pero tenaz.


Su llegada a Antigua es, sin duda, uno de los símbolos de la lucha del hombre contra sí mismo, contra esa facilidad de decir: “tengo problemas, ya no puedo más; vengan por mí”. Gandhi no lo hizo pese a que una gran cantidad de personas estaban atentas a lo que le pasaba.


Felicidades por tu enorme logro.





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