{"id":14386,"date":"2011-03-24T00:00:00","date_gmt":"2011-03-24T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=14386"},"modified":"2012-06-07T14:42:27","modified_gmt":"2012-06-07T20:42:27","slug":"isabel_suppe_sobrevive_montanas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2011\/isabel_suppe_sobrevive_montanas\/","title":{"rendered":"Isabel Supp\u00e9 sobrevive monta\u00f1as"},"content":{"rendered":"<p><script language=\"javascript\">function imgGrandeChica_old(nombreImagen, formato, ancho, alto){\tdocument.write('<a href=\"javascript:;\" onClick=\"window.open(\\'..\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_g.'+formato+'\\',\\'nombreImagen\\',\\'width='+ancho+', height='+alto+'\\')\"> <img decoding=\"async\" src=\"http:\/\/montanismo.org\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_k.'+formato+'\" border=\"0\" \/><\/a>')\t}<\/script><\/p>\n<div align=\"justify\">\n<p><strong>1.- La ausencia<\/strong><\/p>\n<p>El Campo Base del Condoriri  descansa en un lugar id&iacute;lico a orillas de Chiar Khota, que les sirve de espejo  a la grandeza del Condoriri y de otros picos para que idolatren su propia  magnificencia.<\/p>\n<p>Cuando Jordi y yo llegamos al  bosque de tiendas de campa&ntilde;a despu&eacute;s de caminar tres horas desde Tuni, Mario,  el encargado del cuidado del campo, nos dijo que faltaban dos personas. Que  hab&iacute;an partido hacia la Monta&ntilde;a el d&iacute;a anterior y que no hab&iacute;an regresado. Una  chica y un chico. Que sus tiendas esperaban vac&iacute;as.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-01', 'jpg',660,402)<\/script> <\/p>\n<p align=\"center\"><em>El Condoriri, en Bolivia.<\/em><\/p>\n<p>Pensamos en salir a buscarlos,  pero Mario no sab&iacute;a a d&oacute;nde hab&iacute;an ido a escalar. Era tarde y el panorama que  nos envolv&iacute;a era amplio y esf&eacute;rico: un abrazo de picos, colmillos y agujas.  &iquest;D&oacute;nde buscarlos? Adem&aacute;s, si hab&iacute;an pasado una noche a la intemperie deb&iacute;an de  estar muertos: si no por causa del propio accidente, seguro que por el fr&iacute;o de  la noche. &iquest;Qu&eacute; les habr&iacute;a sucedido? &iquest;Se habr&iacute;an perdido? &iquest;Habr&iacute;an ca&iacute;do a una  grieta? &iquest;Habr&iacute;an resbalado de una pala?<\/p>\n<p>Cada vez que nos despert&aacute;bamos  por la noche pens&aacute;bamos en esas dos personas, en esos dos cuerpos que se deb&iacute;an  de estar congelando mientras nuestra tienda de campa&ntilde;a se empapelaba de hielo  por dentro. &ldquo;Ya basta. Ya es suficiente. Llevamos ya demasiados accidentes,  heridos y amigos muertos que ya est&aacute;n muertos para tan pocas Monta&ntilde;as, para tan  poco tiempo&rdquo; lament&aacute;bamos.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-02', 'jpg',820,620)<\/script> <\/p>\n<p align=\"center\"><em>El grupo de rescate en activo.<\/em><\/p>\n<p><strong>2.- La presencia<\/strong><\/p>\n<p>Cuando te dicen que hay una  persona herida pero viva en la monta&ntilde;a, ese delicado hilo de vida que respira  hielo all&aacute; en las alturas se convierte en tu propia vida.<\/p>\n<p>Por la ma&ntilde;ana, mientras nos  prepar&aacute;bamos con calma para pasear hasta el Pico Austria, un hombre nervioso y  angustiado vino a pedir ayuda: un grupo de rescate hab&iacute;a subido hacia el Ala  Izquierda del Condoriri y hab&iacute;a encontrado a las dos personas. El hombre estaba  muerto. La chica, aunque con una pierna rota, a&uacute;n viv&iacute;a. Hab&iacute;a sobrevivido a un  accidente y a la helada de todas las horas, todos los minutos, todos los  eternos segundos de dos noches consecutivas.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-03', 'jpg',820,620)<\/script> <\/p>\n<p>Cuando te dicen que hay una  persona viva en la Monta&ntilde;a, esa persona se convierte en ti mismo, el hilo de  vida que late en ella se convierte en tu propia vida y la tuya deja de existir.  Y s&oacute;lo corres monta&ntilde;a arriba tan r&aacute;pidamente como puedes. Y tu ritmo nunca  resulta lo suficientemente r&aacute;pido. Y cada jadeo que exhalas es una burbuja de  cari&ntilde;o que asciende hasta donde est&aacute; ella para arropar y dar fuerza a ese hilo  de vida que ahora es tu propia vida.<\/p>\n<p>Cuando te dicen que despu&eacute;s de  sobrevivir a una ca&iacute;da y a dos g&eacute;lidas noches una persona respira viva en la  Monta&ntilde;a, esa persona eres t&uacute; y t&uacute; corres a rescatarte a ti mismo.<\/p>\n<p>Cuando por fin llegamos al punto  de la ruta donde los gu&iacute;as hab&iacute;an descendido la camilla, en lo alto del corredor,  en lugar de un hilo de vida encontramos un torrente de fortaleza, serenidad y  lucidez en femenino. Isabel, atada en su interior, asist&iacute;a y ayudaba explicando  c&oacute;mo se deb&iacute;a bajar la camilla. Asegur&aacute;ndola a los parabolts, Jordi, los gu&iacute;as  y otros monta&ntilde;eros bajaron a Isabel hasta la morrena.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-04', 'jpg',660,438)<\/script> <\/p>\n<p>Una vez en el filo de la morrena,  cambiaron a Isabel de camilla y, entre varios chicos y con un esfuerzo  agotador, la descendieron hasta la laguna. Hasta el campo base. Hasta el lugar  donde las monta&ntilde;as no son m&aacute;s que un reflejo inofensivo sobre unas aguas mansas  y azules.<\/p>\n<p>Un m&eacute;dico que casualmente se  encontraba acampado en el campo base entablill&oacute; la pierna de Isabel con dos  bastones y la ayuda de varias personas. Unas cholas trajeron un caballo y, con  la ayuda de varios hombres, Isabel mont&oacute; sobre sus lomos. Fuerte, entera y  robusta, afrontando la situaci&oacute;n con una normalidad sorprendente, se alej&oacute; como  una amazona sobre el caballo guiado por las cholas.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-05', 'jpg',820,620)<\/script> <\/p>\n<\/div>\n<p><!--nextpage--><script language=\"javascript\">function imgGrandeChica_old(nombreImagen, formato, ancho, alto){\tdocument.write('<a href=\"javascript:;\" onClick=\"window.open(\\'..\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_g.'+formato+'\\',\\'nombreImagen\\',\\'width='+ancho+', height='+alto+'\\')\"> <img decoding=\"async\" src=\"http:\/\/montanismo.org\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_k.'+formato+'\" border=\"0\" \/><\/a>')\t}<\/script><\/p>\n<div align=\"justify\">\n<p><strong>3.- La presencia de  la ausencia: el entreacto<\/strong><\/p>\n<p>Isabel y Peter se despertaron en  el campo base a las 12:30 de la madrugada. La noche resplandec&iacute;a barnizada de  cristales de hielo. Subieron hasta el glaciar cargados con las mochilas llenas  de material. A las siete miraban hacia el cielo para contemplar desde la base del  Ala Izquierda del Condoriri la verticalidad de la pared por la que se dispon&iacute;an a ascender.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-06', 'jpg',660,438)<\/script> <\/p>\n<p>Escalaban ya el pen&uacute;ltimo largo.  Isabel, preocupada por las condiciones del hielo, reforz&oacute; la reuni&oacute;n con un  tercer anclaje. A fin de garantizar la solidez de la reuni&oacute;n, se situ&oacute; unos  pasos m&aacute;s abajo para no cargar tanto peso sobre ella. Cuando Peter lleg&oacute; hasta  donde ella estaba y se autoasegur&oacute;, Isabel le pidi&oacute; que no se moviera. Pero &eacute;l  no estaba c&oacute;modo y sigui&oacute; avanzando. Entonces resbal&oacute; y comenz&oacute; a caer por la  pared. Isabel oy&oacute; c&oacute;mo la reuni&oacute;n cruj&iacute;a al ser arrancada de la nieve: &ldquo;estoy  muerta&rdquo; pens&oacute; con una enorme lucidez. Efectivamente, la ca&iacute;da de Peter descuaj&oacute;  la reuni&oacute;n y arrastr&oacute; a Isabel con ella. Imantados por la fuerza de la  gravedad, ambos volaron por 400 metros de hielo y roca.<\/p>\n<p>Inexplicablemente, Isabel sinti&oacute;  que iba frenando. Y que al final se deten&iacute;a. Y que no estaba muerta. Que estaba  viva, al igual que Peter.<\/p>\n<p>Durante la ca&iacute;da la cuerda se le  hab&iacute;a enredado alrededor del cuerpo y le presionaba las costillas. Se liber&oacute; de  ella. Cuando fue a levantarse se dio cuenta de que la pierna derecha no la  sujetaba: se hab&iacute;a partido el tobillo. Su bota derecha empez&oacute; a mancharse de  sangre. Peter tambi&eacute;n ten&iacute;a las piernas partidas. Isabel recogi&oacute; las cuerdas  para que Peter se sentara encima y se aislara as&iacute; del fr&iacute;o del glaciar.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-07', 'jpg',620,820)<\/script> <\/p>\n<p>Durante la ca&iacute;da parte de su  mochila se hab&iacute;a abierto y cuando la examin&oacute; vio que su plum&iacute;fero hab&iacute;a  desaparecido. Entonces se asust&oacute; de verdad. Pero mir&oacute; a su alrededor y lo vio  no demasiado lejos de ella. Se arrastr&oacute; hasta &eacute;l y se abrig&oacute;. Despu&eacute;s se  desliz&oacute; hasta una zona pedregosa y pas&oacute; la noche en el amparo del fr&iacute;o caliente  de la roca en lugar de en el helado fr&iacute;o del hielo.<\/p>\n<p>Al d&iacute;a siguiente Isabel valor&oacute; la  situaci&oacute;n. Decidi&oacute; que ten&iacute;a que tratar de atravesar el glaciar a lo largo de  toda la base de la pared y tratar de llegar hasta el collado, desde donde  podr&iacute;a hacer se&ntilde;ales de luz para que fueran vistas desde el campo base y as&iacute;  alguien acudiera en su ayuda. Pero su pierna le imped&iacute;a caminar. Y para m&aacute;s  colmo, el terreno estaba aguijoneado por mil penitentes que le dificultaban el  avance.<\/p>\n<p>Como no pod&iacute;a levantar la pierna,  enganchaba el bast&oacute;n al cramp&oacute;n de su pie lastimado, lo elevaba y as&iacute; ella  avanzaba arrastr&aacute;ndose. Despu&eacute;s, con la mano, atra&iacute;a la mochila hac&iacute;a s&iacute;: la  necesitaba para aislarse del hielo del glaciar durante la noche. La pierna  dol&iacute;a de forma punzante cuando la obligaba a determinados movimientos, pero el  resto del tiempo el dolor era una sensaci&oacute;n difuminada y plana. En vez de la  huella habitual, a su paso una l&iacute;nea de sangre iba indicando el camino  recorrido.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-08', 'jpg',560,740)<\/script> <\/p>\n<p>Isabel sab&iacute;a que era vital que se  hidratara para no sufrir congelaciones. Mientras se arrastraba por el hielo, se  acercaba a los charcos que se hab&iacute;an derretido en el seno del glaciar con el  calor del sol y recog&iacute;a en una botella vac&iacute;a un poco de agua helada. Para no  enfriarse a&uacute;n m&aacute;s, se met&iacute;a peque&ntilde;os sorbos en la boca, esperaba a que se  calentaran entre sus mejillas y finalmente se los tragaba. Com&iacute;a algo del <a href=\"http:\/\/es.wikipedia.org\/wiki\/Charqui\">charqui<\/a> que llevaba para  la escalada: no ten&iacute;a hambre, pero la sal de la carne le ayudar&iacute;a a retener la  poca agua que pod&iacute;a beber.<\/p>\n<p>El collado al que necesitaba  encaramarse se elevaba pedregoso y entre rocas por encima del glaciar. Isabel  sab&iacute;a que una vez all&iacute; no pod&iacute;a fallar. Cuando empezara a trepar hacia &eacute;l, si  resbalaba, podr&iacute;a caer otro buen trecho y se iba a destrozar la pierna a&uacute;n m&aacute;s.  Y si encima ten&iacute;a un poco de mala suerte, se podr&iacute;a caer a una grieta del  glaciar. Pero seg&uacute;n pasaban las horas, Isabel comprendi&oacute; que ese d&iacute;a no iba a  poder llegar hasta el collado. As&iacute; que se dispuso a pasar una nueva noche  glacial.<\/p>\n<p>Se sent&oacute; encima de la mochila. El  macuto no le ofrec&iacute;a espacio suficiente para tumbarse. Isabel era consciente  que si se dorm&iacute;a tal vez no se despertar&iacute;a nunca m&aacute;s, as&iacute; que permaneci&oacute;  sentada y con la cabeza apoyada sobre el bast&oacute;n: de esa manera, cuando se  dorm&iacute;a se despertaba al ca&eacute;rsele la cabeza. Se frotaba los brazos y las piernas  para no congelarse. A cierta distancia, Peter dej&oacute; de hablar. Y finalmente el  fr&iacute;o de la noche se lo llev&oacute;. Y ella no pudo hacer por &eacute;l m&aacute;s de lo que ya  estaba haciendo.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-09', 'jpg',740,560)<\/script> <\/p>\n<p>A ratos a Isabel le parec&iacute;a que a  lo lejos, en la silueta de la monta&ntilde;a, brillaba una frontal, y entonces una  oleada de alegr&iacute;a y de alivio la inundaba y comenzaba a gritar pidiendo ayuda.  Hasta que se daba cuenta de que le estaba gritando a una estrella que justo  sal&iacute;a de detr&aacute;s de la sombra de la silueta de la monta&ntilde;a. Y as&iacute; se zambull&iacute;a en  la inmensidad del pr&oacute;ximo eterno instante.<\/p>\n<p>Al amanecer de la tercera ma&ntilde;ana  vio acercarse a la brigada de rescate. Agit&oacute; mucho los brazos para que no la  creyeran muerta. Ni siquiera llevaban agua caliente: el rescate iba a  recolectar dos cuerpos sin vida. Pero ah&iacute; estaba la fuerza latente de Isabel.  Con la suavidad de las plumas de nieve de su ala izquierda, el C&oacute;ndor empoll&oacute;  durante dos d&iacute;as y dos noches a Isabel con una frigidez sol&iacute;cita de carro&ntilde;era  clueca. Pero Isabel luch&oacute; por el calor, luch&oacute; por la vida y no cedi&oacute; a la  tentaci&oacute;n del viaje hacia ese <em>inti<\/em> divino al cual vuela alto el C&oacute;ndor. Isabel no acept&oacute; ser una ofrenda a los <em><a href=\"http:\/\/es.wikipedia.org\/wiki\/Apu_%28divinidad%29\" target=\"_blank\">apus<\/a><\/em>, Isabel se qued&oacute; en la tierra, por  fr&iacute;a que &eacute;sta estuviera, con una contundencia que no dud&oacute; ni un solo minuto.  Isabel no vol&oacute; al sol.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-10', 'jpg',662,420)<\/script> <\/p>\n<p><strong>4.- El calor<\/strong><\/p>\n<p>La Paz. Jordi y yo nos metemos en  un colectivo. El cobrador repite la ruta como si fuera un rosario automatizado  e inconsciente. Nos detenemos en la avenida 6 de Agosto a la altura de la plaza  Avaroa. En el Alexander Coffee compramos dos porciones de la cheesecake con la  que Isabel so&ntilde;aba durante el rescate.<\/p>\n<p>La habitaci&oacute;n del hospital es  blanca y tranquila. Con la pata envuelta en una f&eacute;rula y andamiada por dentro  con dos placas y trece tornillos que le incrustaron en sus huesos a lo largo de  dos operaciones para reparar su fractura expuesta de tibia y sus ligamentos  rotos, Isabel sonr&iacute;e con una mirada limpia y clara, y con muchas ganas de irse  al gimnasio. En cuanto la desaten del gotero se ir&aacute; a nadar y a entrenar de la  forma en que su f&eacute;rula le permita. Y tan pronto como le sea posible, est&aacute;  decidida a volver a escalar. Y a entrenar religiosamente para escalar m&aacute;s  fuerte a&uacute;n que antes. <\/p>\n<p align=\"center\"><iframe loading=\"lazy\" width=\"480\" scrolling=\"no\" height=\"350\" frameborder=\"0\" marginheight=\"0\" marginwidth=\"0\" src=\"http:\/\/maps.google.com\/maps?f=q&amp;source=s_q&amp;hl=es&amp;geocode=&amp;q=16+08+S+68+15+W&amp;aq=&amp;sll=-17.533404,-67.233238&amp;sspn=0.238327,0.298004&amp;ie=UTF8&amp;t=h&amp;ll=-16.13356,-68.249817&amp;spn=0.230861,0.32959&amp;z=11&amp;output=embed\"><\/iframe>\n<\/p>\n<p align=\"center\"><small><a href=\"http:\/\/maps.google.com\/maps?f=q&amp;source=embed&amp;hl=es&amp;geocode=&amp;q=16+08+S+68+15+W&amp;aq=&amp;sll=-17.533404,-67.233238&amp;sspn=0.238327,0.298004&amp;ie=UTF8&amp;t=h&amp;ll=-16.13356,-68.249817&amp;spn=0.230861,0.32959&amp;z=11\" style=\"color: rgb(0, 0, 255); text-align: center;\">Ver mapa m&aacute;s grande<\/a><\/small><\/p>\n<\/div>\n<div align=\"right\"><img decoding=\"async\" loading=\"lazy\" width=\"15\" height=\"14\" alt=\"\" src=\"\/images\/upload\/puma.gif\" \/><\/div>\n<p><!--nextpage--><script language=\"javascript\">function imgGrandeChica_old(nombreImagen, formato, ancho, alto){\tdocument.write('<a href=\"javascript:;\" onClick=\"window.open(\\'..\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_g.'+formato+'\\',\\'nombreImagen\\',\\'width='+ancho+', height='+alto+'\\')\"> <img decoding=\"async\" src=\"http:\/\/montanismo.org\/images\/upload\/'+nombreImagen+'_k.'+formato+'\" border=\"0\" \/><\/a>')\t}<\/script><\/p>\n<div align=\"justify\">\n<div align=\"justify\">\n<table width=\"100%\" border=\"0\">\n<tbody>\n<tr>\n<td width=\"120\">&nbsp;<\/td>\n<td>\n<p align=\"justify\"><em>Despu&eacute;s del relato tan bien escrito por Eider, la propia Isabel se encarg&oacute; de mostrarnos la otra cara de la moneda: qu&eacute; hay despu&eacute;s de un accidente de esa magnitud. Si con el relato de Eider uno se queda impresionado, este es un cierre impresionante para una historia que es excepcional.<\/em><\/p>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n<p>Sobrevivir a una ca&iacute;da semejante  en una suerte incre&iacute;ble. Sobrevivir dos noches a esa altura en el hielo tiene  que ver con mantenerse l&uacute;cido, y estar decidido a luchar por su vida (y claro  que tener mucha experiencia); haber estudiado bastante sobre patolog&iacute;as de  altura y haber hecho muchas cosas en solitario me ayud&oacute;. Pero debo decir que la  verdadera lecci&oacute;n del accidente vino despu&eacute;s.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-12', 'jpg',820,620)<\/script> <\/p>\n<blockquote>\n<p align=\"center\"><em>Isabel, entrenando en un fingerboard durante su estancia en el hospital para no olvidar que regresar&iacute;a a la monta&ntilde;a.<br \/>\n        Foto: Isabel Supp&eacute;.<\/em><\/p>\n<\/blockquote>\n<p>Ten&iacute;a seis fracturas, todos los  ligamentos rotos y un agujero gigantesco en el pie. De hecho, durante un  momento ni se sab&iacute;a si los m&eacute;dicos iban lograr salvar mi pie o no. Me dijeron  que a&uacute;n si lograban salvarlo no iba poder escalar nunca m&aacute;s y posiblemente  tampoco caminar normalmente.<\/p>\n<p>Pero no les cre&iacute;.<\/p>\n<p>Frente a la pared del Ala  Izquierda me hab&iacute;a jurado que si lograba salir de ah&iacute; con vida era para volver  a la monta&ntilde;a, porque mi vida <em>es<\/em> la  monta&ntilde;a. Por eso mismo dije al primer m&eacute;dico que me atendi&oacute; que me ten&iacute;a que  sacar la bota entera, sin cortarla, porque la necesitaba para volver a la  monta&ntilde;a. Por eso le ped&iacute; que me inyectara un analg&eacute;sico y llam&eacute; a dos personas  para sujetarme. El m&eacute;dico qued&oacute; perplejo pero cuando le dije que si quer&iacute;a  cortar mi bota (que era la bota de alta monta&ntilde;a m&aacute;s cara que hab&iacute;a tenido en mi  vida) me ten&iacute;a que matar primero.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-11', 'jpg',404,532)<\/script> <\/p>\n<p align=\"center\"><em>Isabel, escalando con la pierna fracturada un mes despu&eacute;s del accidente.<br \/>\n  Foto: Isabel Supp&eacute;.<\/em><\/p>\n<p>Me hizo caso.<\/p>\n<p>As&iacute; conserv&eacute; mi bota que m&aacute;s all&aacute;  del bien material tambi&eacute;n representa algo simb&oacute;lico: la convicci&oacute;n que iba  volver a la monta&ntilde;a.<\/p>\n<p>Un mes despu&eacute;s del accidente  estaba escalando con mis brazos y mi pie sano mientras el lesionado colgaba en  el aire. Pas&eacute; mucho tiempo en el hospital y me han tenido que operar diez veces.  Pero durante todo ese tiempo me negu&eacute; a creer que no iba volver a escalar.  Estaba convencida que lo que pod&iacute;a hacer con un solo pie, lo iba hacer mucho  mejor una vez que pod&iacute;a usa mi pie quebrado de nuevo. Por eso segu&iacute; entrenando  en el gimnasio todos los d&iacute;as y colgu&eacute; un fingerboard encima de mi cama de  hospital.<\/p>\n<p>Cuando aprend&iacute; a caminar de nuevo,  mi hermano me construy&oacute; unas muletas especiales con puntas de bastones de  trekking y un mes y nueve d&iacute;as despu&eacute;s de haber dado mi primer paso sub&iacute; una  monta&ntilde;a con raquetas de nieve.<\/p>\n<p align=\"center\"> <script language=\"javascript\">\timgGrandeChica('3275-IsabelSuppe-13', 'jpg',820,554)<\/script> <\/p>\n<p align=\"center\"><em>Isabel, lidereando su primera ruta despu&eacute;s de las operaciones.<br \/>\n  Foto: Isabel Supp&eacute;.<\/em><\/p>\n<p>Ahora, pocas semanas despu&eacute;s de  la &uacute;ltima cirug&iacute;a todav&iacute;a uso las muletas para llegar a la roca, pero una vez  arribado a la dimensi&oacute;n vertical las ato de mi mochila y escalo con ellas (las  llevo para las bajadas). Hace pocos d&iacute;as he primereado mi primera v&iacute;a y si bien  no ha sido m&aacute;s que una v&iacute;a f&aacute;cil con poco riesgo de ca&iacute;da, he estado muy  contenta por eso: porque comprueba que cualquier cosa es posible si s&oacute;lo estamos  dispuestos a luchar por lo que queremos.<\/p>\n<p>En breve pienso volver a lo que  m&aacute;s amo: las monta&ntilde;as altas.<\/p>\n<p>Te paso unas fotos que considero mucho m&aacute;s importantes  que el accidente en s&iacute;.<\/p>\n<\/div>\n<div align=\"right\"><img decoding=\"async\" loading=\"lazy\" width=\"15\" height=\"14\" src=\"\/images\/upload\/puma.gif\" alt=\"\" \/><\/div>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"<table width=\"100%\" cellspacing=\"2\" cellpadding=\"2\" border=\"0\" summary=\"\">\n<tbody>\n<tr>\n<td width=\"329\">\n<p align=\"justify\">Un accidente en el Condoriri, Bolivia, hizo que Isabel Supp&eacute; pasara dos noches a la intemperie con una fractura expuesta despu&eacute;s de haber ca&iacute;do 400 metros por una pared que ya hab&iacute;a escalado.<\/p>\n<\/td>\n<td width=\"129\">\n<div align=\"center\"><img decoding=\"async\" loading=\"lazy\" width=\"110\" height=\"100\" align=\"center\" src=\"http:\/\/montanismo.org\/images\/upload\/k_3275-IsabelSuppe.jpg\" alt=\"\" \/><\/div>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n<p> <a href=\"https:\/\/montanismo.org\/2011\/isabel_suppe_sobrevive_montanas\/\"><\/a><\/p>\n","protected":false},"author":1349,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1015],"tags":[10116,10135],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-3K2","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/14386"}],"collection":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1349"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=14386"}],"version-history":[{"count":3,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/14386\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":19652,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/14386\/revisions\/19652"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=14386"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=14386"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=14386"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}