{"id":13920,"date":"2009-09-15T00:00:00","date_gmt":"2009-09-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=13920"},"modified":"2012-04-12T12:22:14","modified_gmt":"2012-04-12T18:22:14","slug":"tocar_la_cima_del_mundo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2009\/tocar_la_cima_del_mundo\/","title":{"rendered":"Tocar la cima del mundo"},"content":{"rendered":"
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Erick Weihenmayer. Tocar la cima del mundo. El triunfo de un hombre ciego que va más allá de lo que el ojo puede ver.<\/em>. Engrupo Editores, México, 2009. 304 páginas. ISBN: 978-607-95230-0-8.<\/p>\n
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Algunos me han dicho: “Si tan sólo pudieras ver, tu vida sería mucho más fácil.” Más fácil, definitivamente, pero más emocionante o más satisfactoria, no estoy muy seguro.<\/em><\/p>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n
De entre las muchas noticias llegadas desde el Everest, en el 2001 supimos que había alcanzado la cima un invidente. Los comentarios de la mayoría de los montañistas que no han subido un ochomil recayeron en que el Everest se había convertido en algo tan fácil que hasta un ciego podía subirlo. Una opinión generalizada no podía menos que ser correcta hasta cierto punto.<\/p>\n
Erick Weihenmayer, quien nació con una rara enfermedad en los ojos que le hizo perder la vista a los 13 años, es ese ciego y desde el sillón de la casa se puede imaginarlo siendo llevado casi a hombros hasta el punto más alto de la Tierra. Si los sherpas son capaces de hacer que una persona que nunca ha practicado montañismo llegue a la cima, ¿por qué no un ciego? Pero el juicio de entrada estaba equivocado y el propio Erick se encarga de dar su propia historia, no como montañista, sino como ser humano.<\/p>\n
Ciego muy joven, es invitado a un campamento de ciegos adonde él “no pertenece”, pues se niega a admitir su ceguera. Ahí es donde escala por primera vez y se siente en su elemento. Pero entre esa primera escalada y el Everest hay mucho camino recorrido: escaladas en diferentes paredes, incluso aprender a puntear y colocar seguros de donde sus amigos se cuelgan y de repente el primer gran salto: el ascenso al Monte McKinley, la cima más alta de Norteamérica.<\/p>\n
A este ascenso le seguiría el del Kilimanjaro, la más alta de África y luego el Aconcagua, la más alta de América del Sur. Y de ahí, al Everest, una meta codiciada por muchos montañistas, pero un sueño, casi una locura para un invidente. Sin embargo, lo intenta, aunque se da cuenta de algo:<\/p>\n
“De manera sorprendente, la mayor duda no emanaba de la comunidad sherpa, sino de los veteranos del Himalaya en los Estados Unidos. El escalador y autor Jon Krakauer me escribió una sincera carta intentando convencerme que no llevara a cabo mis planes: “no tengo ningún entusiasmo en absoluto por su viaje al Everest la primavera entrante”, escribió. “No es que dude que usted tenga lo que se requiere para llegar a la cima. Usted ya ha demostrado que tiene bastante de lo que se requiere. Es sólo que no creo que usted pueda llegar a la cima de esa colina [sic] en particular sin sujetarse a un horrendo riesgo; el mismo horrendo riesgo que todos los escaladores del Everest enfrentan, y de allí, algunos. Es un mundo totalmente diferente arriba de los 8000m. Todo tipo de cosas se estropean allá arriba y las consecuencias son muchísimo más serias cuando suceden.” (p. 274)<\/p>\n
Pero no sólo era Krakauer sino alguien que era más respetado por los montañistas estadounidenses, Ed Viesturs:<\/p>\n
“Más poder para él y yo apoyo su ida, pero a mí no me gustaría llevarlo hasta allá arriba. Como no puede ver, no puede evaluar el clima o las cascadas de hielo, o las escaleras por las que tenemos que reptar para avanzar. Hay superficies por las que tendrá que moverse rápidamente. Tratar de danzar para sortearlas será muy difícil. Cuando yo guío, me gusta que la gente se convierta en autosuficiente. Con Erik, tendrán que estarlo ayudando, irle cuidando cada paso del camino. Para mí, los riesgos son demasiado grandes. Será la ascensión el Everest más difícil que haya lideado [sic] alguna vez, si la logran.” (Ed Viesturs, cit. En p. 274-275, refiriéndose al próximo viaje de Erick Weihenmayer al Everest).<\/p>\n
Con semejantes comentarios por personajes que conocen del Himalaya, ¿cómo continuar? Para Erik era muy sencillo:<\/p>\n
“Sólo había estrechado la mano de Ed una vez, así que no podía explicarme cómo él pretendía conocer sobre mis talentos, fortalezas y mi capacidad de contribuir a un equipo. No había visto los dieciséis años que había estado escalando, los años aprendiendo administración [sic, debe decir “manejo”] de cuerda, rescate de grietas y seguridad en avalanchas; de seguro él no vio los días pasados en grandes paredes cuando mis compañeros de equipo se colgaron de las anclas [sic, debe decir “anclajes”] colocadas por el tipo ciego; él no vio los años que me tomó convertirme en independiente, aprendiendo a construir paredes de nieve, cocinar alimentos en estufa de gas, montar tiendas de campaña en tormento [sic, debe decir “en plena tormenta”]; él no vio las veces que quité peso de las mochilas de mis compañeros y las cargué en mi propia espalda, o las veces que fui enfermero de mis amigos enfermos en la tienda. De hecho, él no había visto ninguna parte de mi vida, excepto el hecho de que yo estaba ciego.” (p. 275)<\/p>\n