{"id":13118,"date":"2007-12-30T00:00:00","date_gmt":"2007-12-30T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=13118"},"modified":"2007-12-30T00:00:00","modified_gmt":"2007-12-30T00:00:00","slug":"la_conquista_de_la_cascada_de_piedra_volada","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2007\/la_conquista_de_la_cascada_de_piedra_volada\/","title":{"rendered":"La Conquista de la Cascada de Piedra Volada"},"content":{"rendered":"
<\/p>\n

La Cascada de Piedra Volada quedó como la número 11 del mundo, sexta de América y la más grande de México. Basaseáchic pasa a segundo lugar nacional y 28 del mundo. He aquí la lista de las grandes cascadas del mundo: <\/p>\n

<\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n
1<\/td>\n

<\/p>\n

Salto del Ángel<\/td>\n

<\/p>\n

Estado Bolívar<\/td>\n

<\/p>\n

Venezuela<\/td>\n

<\/p>\n

979m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

2<\/td>\n

<\/p>\n

Tugela<\/td>\n

<\/p>\n

Natal<\/td>\n

<\/p>\n

Sudáfrica <\/td>\n

<\/p>\n

948m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

3<\/td>\n

<\/p>\n

Yosemite<\/td>\n

<\/p>\n

California<\/td>\n

<\/p>\n

Estados Unidos<\/td>\n

<\/p>\n

739m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

4<\/td>\n

<\/p>\n

Cuquenán<\/td>\n

<\/p>\n

Estado Bolívar<\/td>\n

<\/p>\n

Venezuela <\/td>\n

<\/p>\n

610m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

5<\/td>\n

<\/p>\n

Sutherland<\/td>\n

<\/p>\n

Isla del Sur<\/td>\n

<\/p>\n

Nueva Zelandia<\/td>\n

<\/p>\n

580m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

6<\/td>\n

<\/p>\n

Mardalsfossen Sur<\/td>\n

<\/p>\n

Lago Eikesdais<\/td>\n

<\/p>\n

Noruega<\/td>\n

<\/p>\n

517m <\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

7<\/td>\n

<\/p>\n

Ribbon<\/td>\n

<\/p>\n

California<\/td>\n

<\/p>\n

Estados Unidos <\/td>\n

<\/p>\n

491m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

8<\/td>\n

<\/p>\n

Rey Jorge VI<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Guyana<\/td>\n

<\/p>\n

488m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

9<\/td>\n

<\/p>\n

Wollomombi<\/td>\n

<\/p>\n

Nueva Gales del Sur<\/td>\n

<\/p>\n

Australia<\/td>\n

<\/p>\n

481m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

10<\/td>\n

<\/p>\n

Mardalsfossen Norte<\/td>\n

<\/p>\n

Lago Eikesdais<\/td>\n

<\/p>\n

Noruega<\/td>\n

<\/p>\n

468m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

11<\/td>\n

<\/p>\n

Piedra Volada<\/td>\n

<\/p>\n

Chihuahua<\/td>\n

<\/p>\n

México <\/td>\n

<\/p>\n

453m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

12<\/td>\n

<\/p>\n

Della<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Canadá<\/td>\n

<\/p>\n

440m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

13<\/td>\n

<\/p>\n

Gavarnie<\/td>\n

<\/p>\n

Pirineos<\/td>\n

<\/p>\n

Francia <\/td>\n

<\/p>\n

422m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

14<\/td>\n

<\/p>\n

Skjeggedal<\/td>\n

<\/p>\n

Río Nybuai<\/td>\n

<\/p>\n

Noruega<\/td>\n

<\/p>\n

420m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

15<\/td>\n

<\/p>\n

Glass<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Brazil<\/td>\n

<\/p>\n

404m <\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

16<\/td>\n

<\/p>\n

Trummelbach<\/td>\n

<\/p>\n

Valle Lauterbrunnen<\/td>\n

<\/p>\n

Suiza<\/td>\n

<\/p>\n

400m <\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

17<\/td>\n

<\/p>\n

Giessbach<\/td>\n

<\/p>\n

Lago de Brienz<\/td>\n

<\/p>\n

Suiza <\/td>\n

<\/p>\n

400m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

18<\/td>\n

<\/p>\n

Lofoi<\/td>\n

<\/p>\n

Río Lofoi<\/td>\n

<\/p>\n

Zaire <\/td>\n

<\/p>\n

384m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

19<\/td>\n

<\/p>\n

Takkakaw<\/td>\n

<\/p>\n

Columbia Británica<\/td>\n

<\/p>\n

Canadá<\/td>\n

<\/p>\n

380m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

20<\/td>\n

<\/p>\n

Krimml<\/td>\n

<\/p>\n

Río Krimml<\/td>\n

<\/p>\n

Australia <\/td>\n

<\/p>\n

380m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

21<\/td>\n

<\/p>\n

Silver Strand<\/td>\n

<\/p>\n

California<\/td>\n

<\/p>\n

Estados Unidos<\/td>\n

<\/p>\n

357m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

22<\/td>\n

<\/p>\n

Wallaman<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Australia<\/td>\n

<\/p>\n

347m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

23<\/td>\n

<\/p>\n

Candelas<\/td>\n

<\/p>\n

Río Cusiana<\/td>\n

<\/p>\n

Colombia<\/td>\n

<\/p>\n

300m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

24<\/td>\n

<\/p>\n

Staubbach<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Suiza<\/td>\n

<\/p>\n

300m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

25<\/td>\n

<\/p>\n

Great Fall<\/td>\n

<\/p>\n

Río Mazaruni<\/td>\n

<\/p>\n

Guyana<\/td>\n

<\/p>\n

256m <\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

26<\/td>\n

<\/p>\n

Gersoppa<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

India<\/td>\n

<\/p>\n

253m <\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

27<\/td>\n

<\/p>\n

Skykje<\/td>\n

<\/p>\n

 <\/td>\n

<\/p>\n

Noruega<\/td>\n

<\/p>\n

250m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/p>\n

28<\/td>\n

<\/p>\n

Basaseáchic<\/td>\n

<\/p>\n

Chihuahua<\/td>\n

<\/p>\n

México <\/td>\n

<\/p>\n

246m<\/td>\n

<\/tr>\n

<\/tbody>\n

<\/table>\n

<\/p>\n

Tomado de Carlos Lazcano. Candameña, la barranca de las cascadas<\/em>. Gobierno del Estado de Chihuahua, Secretaría de Turismo. 1997. 169 páginas. s\/ISBN. Capítulo 6, páginas 82-95. <\/p>\n

<\/p>\n

 <\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

La primera huella humana <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Desde abajo se ve mejor cómo la cascada se encuentra encañonada dentro de una "U" en una gigantesca grieta. Vi completa la caída de agua desde un sitio privilegiado. Me encontraba en un lugar que jamás había sido pisado por el ser humano, para mí era un privilegio estar ahí, ser el primero en admirar este sitio. En su última parte la cascada llegaba más como una violenta bruma que como un chorro de agua, parecía una gran aurora boreal en forma de gigantesco espiral. A veces el viento hacía que la cascada se desviara a los lados o que pegara en la pared rocosa, produciéndose efectos muy bellos. <\/p>\n

<\/p>\n

El cañón de la Piedra Volada <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

La cascada llega a una poza no muy grande, un pequeño lago, algo más chico que el que se forma en la Cascada de Basaseáchic. En su medio sobresale una piedra -ahí es donde se asolea la sierpe -recordé las palabras de Bocho al pedirme que tuviera cuidado al bajar porque podría encontrar al animal, y aunque cuando me dijo esto no sabíamos si en el lago habría piedra o no, él me aseguró que sí la había porque era parte del hábitat de la sierpe. Y ahí estaba. ¿Encontraría a la sierpe?, de pronto me asaltó la duda. <\/p>\n

<\/p>\n

Después de la poza el arroyo desciende en forma brusca y a los pocos metros salta unos 10 metros hasta una tinaja. De ahí sigue descendiendo precipitadamente entre una serie de pozas profundas. Para poder continuar por aquí y llegar al río Candameña se requieren más cables y posiblemente meterse a nadar a alguna de las pozas. Explorar esta barranca aún virgen será el objetivo de otra exploración, pero en tiempo de secas cuando no lleve agua y sea más seguro. <\/p>\n

<\/p>\n

En el fondo no existe nada plano, los declives dan directamente al arroyo. Abundan las rocas de gran tamaño producto milenarios colapsos. La vegetación es raquítica ya que entra poca luz. Las paredes rocosas están completamente mojadas y acercarse a la orilla del lago es empaparse totalmente. Al explorar el entorno me encontré un cholugo muerto, al parecer se había caído desde lo alto.<\/p>\n

<\/p>\n

\"Apenas<\/p>\n

<\/p>\n

Apenas visible, abajo a la izquierda, Víctor Rodríguez desciende a rapel en medio de la cascada de Piedra volada<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

El descenso de Víctor <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

En cuanto completé mi descenso Víctor inició el suyo. Estuve observándolo. Vi muy bien cómo se desviaba la cascada por el viento y le caían encima los fuertes aguaceros que ya había padecido yo. Cuando Víctor llegó al nudo, ahí permaneció un buen rato, me imaginé que tendría problemas para pasarlo y al parecer no pudo superarlos porque vi, ante mi sorpresa, que regresaba, empezó a subir sin completar la bajada. Dos horas hizo para afea la superficie.<\/p>\n

<\/p>\n

Sin lugar a dudas Víctor es uno de los mejores del GEEC y tiene gran temple. Independientemente del problema concreto que le impidió brincar el nudo, la causa de fondo fue que el grupo le dedicó poco tiempo a las prácticas y esto no por falta de tiempo para hacerlo, sino por exceso de confianza.<\/p>\n

<\/p>\n

Posteriormente Víctor me platicó que al llegar al nudo, la corriente de aire desviaba más el flujo de la cascada y a esa hora caía más aguan sobre él. Al intentar la maniobra de brinco del nudo se le trabó el ascensor con uno de sus equipos auxiliares, necesitando de un gran esfuerzo para destrabarlo, después de muchos intentos. Cuando al fin lo logró estaba tan cansado, por el esfuerzo y por el enfriamiento del agua, que por prudencia decidió mejor subir dejando inconcluso su descenso, además consideró que el objetivo principal de conquistar la cascada ya estaba logrado.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

El sueño se materializa y la Cascada de Piedra Volada es explorada totalmente y medida, confirmándose que hacia el final del siglo XX aún tenemos maravillas qué descubrir y a veces las tenemos a la vuelta. Imagínense; aunque estoy de pie sobre una roca me siento como volando, flotando en lo alto de las nubes porque bajo mis pies sólo hay una densa niebla. Me asomo y veo igual que si estuviera en un avión, observo abajo de mí los bancos de nubes. De pronto toda la densa niebla empieza a bajar y, a manera de islas en un océano aparecen las cumbres de las peñas y barrancas más altas, son tan verticales que parecen torreones de castillos que se levantan de las supuestas islas imaginarias.<\/p>\n

<\/p>\n

Al ir descendiendo la niebla se empiezan a dibujar los perfiles de numerosos tajos y da la impresión de que las enormes paredes de piedra, se hunden en ese mar, dejando una sensación de profundidad. La Peña de El Gigante nos muestra cuando menos 500 ó 600 metros de su imponente pared y abajo el mar de niebla. La peña se asemeja a un misterioso y oscuro castillo, de esos sacados de historias fantásticas, historias mágicas. La magnitud de todo esto parece ser irreal y su visión es indescriptible, se me figura la de película de efectos.<\/p>\n

<\/p>\n

Pero lo más fantástico de todo es cómo los más de 400 metros de la cascada de Piedra Volada se hunden en ese mar de niebla. Casi siento que lo que veo es un sueño, una visión imaginaria. Pero no, es real, algo que nos comparte Dios.<\/p>\n

<\/p>\n

Pero me estoy adelantando a la cronología del relato y lo hice porque me emociono ante el recuerdo de todo lo que descubrimos y vivimos durante la conquista de la Cascada de Piedra Volada.<\/p>\n

<\/p>\n

\"La<\/p>\n

<\/p>\n

La cascada de Piedra Volada desde el aire: 453 metros de caída<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

La llegada<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

14 de septiembre de 1995. Por fin llegó el momento que tanto esperábamos de ir a la conquista de la Cascada de Piedra Volada. Durante varios meses estuvimos entrenando físicamente y practicando las técnicas más apropiadas. De antemano sabíamos que esta cascada era mayor que la de Basaseáchic y le habíamos calculado alrededor de los 300 metros de caída libre. En realidad en ese tipo de magnitudes la distancia se pierde y los cálculos a simple vista suelen fallar.<\/p>\n

<\/p>\n

Hoy temprano, Salvador Rodríguez y yo salimos de Cuauhtémoc rumbo a Basaseáchic. Traíamos alrededor de un kilómetro de cables, así como gran cantidad de equipo. El resto de los miembros del GEEC nos alcanzarían en los siguientes días. Eran las 9 de la mañana cuando llegamos a la casa de Fernando Domínguez en San Lorenzo. Para entonces Fernando ya nos tenía listos a dos guías y un caballo para cargar lo más pesado. Los guías eran Reyes Méndez y su hijo Eliseo. Reyes ya había sido nuestro guía cuando localizamos por vez primera la parte alta de la cascada. Cargamos todo, reempacamos las mochilas y desayunamos. Casi a las 12 del día iniciamos la caminata a la cascada.<\/p>\n

<\/p>\n

El cielo estaba nublado y lluvioso, ya llevaba dos días sin que la lluvia parara, era una agüita tenue, suave, un chipi-chipi constante, aunque de vez en cuando se venían los chubascos fuertes. No tardamos en quedar empapados, no tanto por el chipi-chipi sino por lo mojado de las ramas y los árboles, ya que al rozarlas nos pasaban toda su humedad. Después de cruzar el arroyo de Piedra Volada hacia la 1 :30 de la tarde llegamos al sitio donde estableceríamos el campamento, adentro de un abrigo rocoso ciertamente cómodo. A 45 minutos de caminata se encuentra la cascada. Hasta aquí llega el caballo ya que más adelante el camino se vuelve escabroso.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Caminando por el arroyo<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Montamos el campamento y continuamos caminando hacia las 2:30 de la tarde. Ahora sí íbamos verdaderamente cargados ya que tuvimos que echarnos a cuesta todo el cable, claro está, ayudados por nuestros guías. La caminata la hicimos siguiendo el curso del arroyo ya que resultaba más fácil por ahí que por la ladera de la barranca. Como tuvimos que cruzar el arroyo varias veces, al principio empezamos a brincar entre las piedras ?ara evitar metemos al agua, sin embargo las piedras estaban muy mojadas y algunos conatos de resbalón nos convencieron de caminar dentro del agua, además de que de todos modos ya veníamos bien mojados por la lluvia constante. Yo estaba encantado con tanta agua y con el rumor del arroyo. <\/p>\n

<\/p>\n

Visiones de ensueño<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

La desescalada del salto, de alrededor de 30 metros, la efectuamos con gran precaución y más por lo cargado que íbamos, además que la piedra estaba muy resbalosa por lo mojado. Antes de bajar por esta rampa fue cuando tuvimos las primeras vistas de la Barranca de Candameña y la pared de El Gigante, con su mar de nubes de fondo y las cumbres de los cerros como islas. Estas visiones se me hicieron como de ensueño y rayaron en lo majestuoso cuando estuvimos al borde de la cascada. Se trataba de una visión tan imponente y serena a la vez. La barranca entre las nubes, la Peña de El Gigante como castillo de cuento, los perfiles de las barrancas laterales a Candameña resaltaban con la invasión de la niebla y remató esto con la gran cascada que se perdía en la densa niebla. Sin lugar a dudas ésta ha sido una de las visiones más hermosas que he tenido en mi vida.<\/p>\n

<\/p>\n

\"La<\/p>\n

<\/p>\n

La cascadita de Piedra Volada en toda su magnitud<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

Evaluaciones<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Eran las 4 de la tarde cuando llegamos a la orilla de la cascada. Rápidamente me dirigí al sitio que ya desde antes había evaluado para el posible descenso, se encuentra a la derecha subiendo un poco sobre una inclinada arista rocosa. De esta arista se desprende una corta rampa algo inclinada y de ahí el vacío. Chava y yo colocamos un cable de 40 metros y descendí un poco con el fin de evaluar mejor el sitio y tomar una decisión sobre dónde colocaríamos el cable principal. Es importante mencionar que desde aquí únicamente se puede ver la cascada si uno desciende con el cable unos pocos metros. No hay un solo sitio o mirador donde se pueda apreciar desde la orilla la cascada. El mejor mirador para ver la cascada sin dificultad es el de Huajumar que está en la otra banda de la barranca, justo frente a nosotros.<\/p>\n

<\/p>\n

Fue cuando descendí por la rampa para hacer la evaluación que pude ver por vez primera la cascada completa, con el chorro de agua en toda su longitud ya que antes, por la poca agua que llevaba, sólo la había visto incompleta. Fue una visión increíble ya que el salto se hundía cientos de metros abajo, totalmente en caída libre, perdiéndose en el mar de neblina. Hubo un momento en que la niebla bajó tanto que pude ver el fondo de la cascada, totalmente encañonado. La cascada caía sobre un cuerpo de agua, un pequeño lago y de ahí el arroyo de Piedra Volada continuaba descendiendo por entre la barranca. Pude apreciar que el descenso sería totalmente en caída libre y que no podríamos evitar el tocar parte de la cascada, su extremo final.<\/p>\n

<\/p>\n

Originalmente pensaba que el descenso no sería en caída libre y que además podríamos evitar totalmente el chorro de agua. Tiré algunas piedras al vacío con el fin de medir el tiempo de caída, sin embargo nunca pude escuchar cuando chocaban en el fondo. Fue ahí cuando me di cuenta que esta caída es bastante mayor que la de Basaseáchic.<\/p>\n

<\/p>\n

La roca que constituye la rampa de la que estaba colgado está muy podrida, es decir, es quebradiza por la intemperie, no ofrecía ninguna seguridad para los anclajes, ni siquiera instalando clavos, nuestra única opción para colocar los cables eran unos pocos encinas chaparros y táscates pequeños que había por ahí. Eran como las 6 de la tarde cuando terminé las evaluaciones, como ya era tarde no intentamos colocar los cables grandes, sólo los dejamos listos para instalarlos al día siguiente a primera hora e intentar un primer descenso. <\/p>\n

<\/p>\n

Arreciaba la lluvia cuando regresamos al campamento. Una hora nos llevó el trayecto y ya sin la carga pesada lo disfrutamos ampliamente; árboles llenos de musgo de un color verde tierno muy intenso, hongos de muchos colores, abundaban las enredaderas con sus flores moradas, brotaderos de agua por todos lados. Todo me pareció tan bello y caí en la cuenta de que estaba enamorado del bosque. Llegamos empapados al campamento y rápidamente encendimos una fogata para secarnos y cenar. Durante la noche la lluvia se intensificó y el rumor del arroyo aumentó notablemente. Nos dimos cuenta de que el arroyo estaba creciendo.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

La creciente <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

15 de septiembre de 1995. Hoy la lluvia continuó, de hecho no paró en toda la noche. Muy temprano nos levantamos, y después del desayuno nos dispusimos a ir a la cascada. Sin embargo, cuando fuimos por agua al arroyo, notamos que éste iba demasiado crecido impidiéndonos el cruce. Donde antes habíamos visto un arroyo de poca profundidad y con aguas relativamente tranquilas y transparentes, ahora pasaba un violento arroyo todo chocolatoso, con un nivel de aguas mucho más alto. Ante la imposibilidad de pasar no nos quedó más que esperar a que el nivel bajara y esto no ocurrió si no hasta ya entrada la tarde, por lo que este día se nos frustró el intento para descender la cascada. <\/p>\n

<\/p>\n

Ante el problema y mientras esperábamos, lo que hicimos fue explorar los alrededores. El arroyo se veía impresionante, se formaron nuevas cascadas y rápidos más violentos, pasos que antes no tenían agua ahora se encontraban cubiertos por ella. El espectáculo del arroyo imponía. <\/p>\n

<\/p>\n

Los mahuechis <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Donde estábamos acampados se encontraban unos pequeños mahuechis ya abandonados. Según nos decía Reyes, estos mahuechis habían sido utilizados para la siembra de maíz y otros vegetales. En uno de ellos aún quedaban numerosas plantas, e incluso en uno de los abrigos rocosos que pensábamos utilizar como campamento para cuando llegara el resto del grupo, encontramos varios manojos de maíz ya seco. <\/p>\n

<\/p>\n

\"Sorteando<\/p>\n

<\/p>\n

Sorteando un paso expuesto en el arroyo de Piedra Volada<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

Las maravillas <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

La zona donde pusimos el campamento es muy hermosa, se encuentra rodeada de gran cantidad de árboles, principalmente encinos. Me sorprendió el tamaño de los encinos, aquí son mucho más grandes del tamaño promedio de la sierra, además crecen muy rectos. También hay pino, especialmente el pino triste y madroños, que se veían muy bellos con su corteza toda roja. Las rocas y troncos caídos se encontraban cubiertas de musgo de numerosas especies. También abundaban los helechos y los hongos. Encontré muchas variedades de hongos, sobre todo del tipo de casita de duende¡ muy bonitos, los había en colores-rojo, amarillo, naranja, crema, blanco y morado.<\/p>\n

<\/p>\n

A pesar de que seguía lloviendo suavemente, salieron algunos colibríes revoloteando cerca del campamento ya que donde quiera había flores. Éstas se veían muy hermosas cubiertas de rocío. El agua escurría por todo el bosque, era una maravilla y daba tanto gusto verla, parecía un bosque encantado. En el suelo predominaba la hojarasca del encina, toda mojada. Esta hojarasca sustenta mucha de la vida del suelo. Vimos a un hermoso cholugo que descendió al arroyo con movimientos ágiles para beber agua, ni nos vio. <\/p>\n

<\/p>\n

Ya entrada la tarde dejó de llover pero siguió nublado, llevábamos más de dos días sin ver el sol. Iniciada la noche el cielo se limpió y pudimos ver el firmamento en todo su esplendor, lleno de estrellas. Me pareció extremadamente hermoso.<\/p>\n

<\/p>\n

La salida del sol<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

16 de septiembre de 1995. Temprano me despertó el canto de numerosas aves que habían salido ante la presencia del sol. El bosque rebosaba humedad y resplandecía. Aunque el arroyo llevaba más agua que cuando llegamos el primer día, ahora ya se podía pasar, aunque no sin cierta dificultad. Especialmente se nos dificultó un paso que está abajo de la desescalada, ahí el arroyo está encañonado y se angosta mucho, tuvimos que dar un buen salto para no caer en la fuerte corriente y enseguida escalar un tramo expuesto de unos 10 metros sobre la pared de piedra, inmediatamente arriba del arroyo. Por cierto que en esta parte, un poco atrás, está la cascadita de 8 metros que ahora se veía impresionante por el gran volumen de agua que de ella bajaba, parecía que toda el agua del mundo descendiera por ella y su estruendo era ensordecedor. Salimos del campamento a las 8 de la mañana y en una hora llegamos a la cascada. <\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Otro intento frustrado<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Instalamos el cable principal, para ello utilizamos un encino que se encontraba cerca de la arista de piedra y un pequeño táscate que estaba a unos 5 metros del voladero. El cable principal medía un poco más de 300 metros y a éste, en su extremo le agregamos una línea de 40 metros -para estar seguros de que alcanzará,– pensamos. La instalación de un cable de tal magnitud no es sencilla, conlleva algunos problemas, el más importante es su peso y la tensión que se genera, por lo que las maniobras no son sencillas. Una vez colocado, comprobamos que se iba libre, sin tocar las paredes rocosas y su final se perdía en la densa bruma que se formaba al chocar el agua con el piso en el fondo de la cascada, por lo que de momento no supimos si alcanzaba a llegar al fondo. <\/p>\n

<\/p>\n

Después de instalar el cable Chava y yo, desayunamos. Me encontraba preparándome para iniciar el gran descenso cuando llegaron varios de nuestros amigos del GEEC. Se trataba del doctor Víctor Rodríguez, Luis Alberto Chávez, Raúl Zárate, Pino Paz y Oscar Cuan. Después de los saludos y plática de rigor, continué preparándome para bajar, Víctor bajaría después de mí. Colocamos unos pequeños radios en los cascos, de esos que se prenden con el aliento de la voz, para estar en comunicación constante. <\/p>\n

<\/p>\n

Me instalé en el gran cable. La instalación es todo un pequeño ritual en el cual es necesario ser auxiliado por un compañero debido a la tensión tan grande que se presenta en el cable. Coloqué mi marimba y bajé unos 15 metros cuando alcancé a ver el fondo de la cascada, la bruma que se formaba abajo había disminuido y permitía observar un poco más. Alcancé a percibir que el cable no había llegado al fondo de la cascada, pero no estaba muy seguro. Le pedí a Víctor que con la línea auxiliar bajara hasta donde me encontraba para que corroborara mi impresión y efectivamente estuvo de acuerdo conmigo. Ante esta situación creí más conveniente no bajar, sino sacar el cable grande y agregarle una línea de 180 metros que traíamos de reserva y habíamos dejado en el campamento. Chava y Víctor fueron por la cuerda mientras los demás recuperamos la línea grande. <\/p>\n

<\/p>\n

\"A<\/p>\n

<\/p>\n

A mitad del descenso de Piedra Volada<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

Descensos fotográficos<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Mientras se hacían estas maniobras, Oscar, Pino y yo colocamos unos cables cortos muy cercanos a la cascada para obtener una secuencia fotográfica de la misma. Tanto Oscar como Pino fueron mis modelos. A Pino le tomé una secuencia junto a la línea grande con la cascada de fondo como a unos 25 metros. A Oscar le tomé las fotos bajando pegado a la cascada, incluso se empapó. Ya con buena luz y un gran volumen de agua, es impresionante ver como el enorme chorro se perdía en el abismo. <\/p>\n

<\/p>\n

Visiones de la cascada<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Nos pegó el sol y muy abajo, en la zona donde la cascada termina y se forma una gran bruma, vimos cómo resplandecían dos hermosos arcoíris. Observamos un gran resplandor con los colores del arcoíris que surgía del fondo, pero no era un arcoíris circular, como suelen formarse, sino una mancha con todos sus colores. El espectáculo era imponente desde ahí, colgados ante el abismo, teníamos de fondo toda la sierra que resplandecía con un verdor intenso. La cascada caía directamente abajo de nosotros con su chorro blanco y brillante, desde antes de llegar al fondo gran parte del agua se transformaba en una violenta bruma que se expandía bastante. El sitio y la visión que teníamos eran maravillosas. <\/p>\n

<\/p>\n

Al rato llegaron Chava y Víctor con el cable de 180 metros. Lo unimos a la línea grande e instalamos todo de nuevo. Después comimos y como ya era algo tarde para efectuar los descensos, regresamos al campamento y decidimos volver temprano para ahora sí bajar, ya habían sido demasiados contratiempos. La cascada se resistía.<\/p>\n

<\/p>\n

En esta expedición la comida fue al estilo faquir, es decir, a mi estilo, ya que como había que caminar algunas horas desde donde dejamos los vehículos, los del GEEC no pudieron hacer las comilonas a que están acostumbrados. Así es que ahora aceptaron llevar comida de acuerdo a mi filosofía: lo más poco que se pueda, que no pese mucho, que se le dedique el menor tiempo posible a su preparación. Traíamos portolas<\/em>, grano la, sopas Ramen<\/em>, frutas deshidratadas, galletas, carne seca, café, té y algunas cosas más. Lo único que preparábamos era el agua caliente para la sopa, el café y el té.<\/p>\n

<\/p>\n

En el regreso al campamento pudimos disfrutar bastante de la belleza del arroyo de Piedra Volada porque le daba muy bien la luz del sol y con ella todos los saltos y pozas resaltaban. La luz del sol nos daba hermosos efectos al filtrarse entre los pinos y encinos del bosque. En el campamento, al calor de la fogata nos platicamos chistes, anécdotas y algunas cosas personales. Por la noche las estrellas, el rumor del arroyo y el croar de cientos de ranas nos obsequiaron una gran sinfonía.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

El primer descenso<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Eran las 7 de la mañana cuando salimos rumbo a la cascada. El nivel del agua había disminuido un poco más y en media hora llegamos. Víctor y yo de nueva cuenta nos preparamos para bajar.<\/p>\n

<\/p>\n

Inicié y en cuanto me separé de la piedra miré hacia abajo y me di cuenta de que me encontraba solo ante el abismo. Al principio el descenso es pesado ya que el peso del cable fricciona mucho sobre la marimba, de hecho tiene uno que irse jalando del cable para poder bajar. En cuanto la tensión va disminuyendo se baja más fácilmente hasta que sólo se desciende sin jalarse. La cascada la veía imponente, a un lado mío, más atrás veía todo el espectáculo de la Barranca de Candameña. El descenso completo fue en volado, es decir, nunca toqué la pared que me rodeaba, estaba separado de ella como 4 ó 5 metros en promedio.<\/p>\n

<\/p>\n

En la pared aprecié gran cantidad de flores y aves. En una parte voló por debajo de mí una parvada grande de golondrinas. Pude ver cómo también abajo de mí corría encañonado el arroyo de Piedra Volada y se unía al arroyo de Cajurichi después de algunos centenares de metros de recorrido. También todo el tiempo tuve enfrente la gran mole de El Gigante y otras lindezas por el estilo.<\/p>\n

<\/p>\n

\"A<\/p>\n

<\/p>\n

Iniciando las maniobras del descenso en la Cascada de Piedra Volada<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

La mojada <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Como a la mitad del descenso empezó a caerme encima el agua de la cascada. Al principio era a ratos debido a que las fuertes corrientes de aire que se generan en el cañón llegan a desviar el chorro de agua, pero pronto la mojada fue constante y así bajé la mitad inferior del tiro totalmente empapado. Cuando llegué al nudo que unía a los dos cables venía mojado hasta los huesos. No tuve problemas para brincar el nudo, aunque lo hice bajo una lluvia constante, intensa y fuerte. La última parte del descenso fue crítica ya que el cable penetraba de lleno a la zona de influencia de la cascada y bajaba uno con el chorro encima que se sentía como un regaderazo a presión ¡y con bastante presión! Los últimos 50 metros los bajé a gran velocidad debido al problema del agua, a pesar de eso el espectáculo de estar dentro de la inmensa cascada no dejaba de impresionarme. La brisa pegaba en las paredes rocosas e inmediatamente se formaban enormes escurrideros y nuevas cascadas que en pocos segundos se volvían a unir al chorro principal. Este descenso me llevó una hora.<\/p>\n

<\/p>\n

El fondo<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Llegué al fondo empapado, a escasos metros del lago donde termina la cascada. Había una fortísima corriente de aire que me obligó a moverme rápido para buscar abrigo. En todo el fondo no encontré un solo lugar seco y eran muy escasos los sitios donde uno podía protegerse del viento. Informé por el radio de mi llegada por lo que Víctor inició su descenso. Sin embargo ésta fue mi última comunicación ya que a los pocos minutos la radio dejó de funcionar debido a la mojada. Algo que me sorprendió fue constatar que aun con el cable de 180 metros unido, sólo habían sobrado 3 metros, a punto estuvo de no volver alcanzar, si esto hubiera pasado lo más probable es que tendría que regresarme y subir. Entonces pensé: o es una caída de agua muy grande que rebasó nuestras expectativas, o los cables que usamos están mal medidos y son más cortos de lo que suponíamos<\/em>. Tendía a creer la segunda opción. <\/p>\n

<\/p>\n

 <\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

La tormenta<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Eran las 3 de la tarde cuando inicié el ascenso, una vez (me di cuenta de que Víctor ya había salido. Los primeros 70 u metros me costaron mucho trabajo debido a la fuerza de caída agua. De bajada no se sentía tanto porque ésta se podía hacer muy rápido, sobre todo la última parte, pero de subida es mucho más lento, así es que esos 70 metros se me hicieron una eternidad y los sentí como si los subiera en medio de un huracán, de una tormenta tropical. En cierta forma me dio gusto enfrentarme con estos problemas ya que hacía tiempo que no me encontraba en una salida que de pronto tuviera tantos retos: crecientes, falta de cable, agua violenta, etcétera. Sentí que en verdad estábamos explorando como Dios manda. <\/p>\n

<\/p>\n

Después de esos primeros violentos 70 metros, siguió un tramo de más de 150 en donde parecía que estaba subiendo con una regadera encima, siempre en un baño constante. Aquí estuvo mejor ya que cada vez que me detenía para descansar, el agua me refrescaba. El resto del ascenso fue seco.<\/p>\n

<\/p>\n

En general toda la subida la disfruté mucho, especialmente el panorama que tenía ante mí. Como a la mitad el cielo se despejó y me acompañaron los rayos del sol iluminándome el horizonte de la Barranca de Candameña y el panorama de la cascada. Ésta resplandecía en forma maravillosa y se le formaron, abajo de mí, dos grandes arcoíris totalmente circulares, uno dentro del otro, tendrían un diámetro superior a los 100 metros y me acompañaron en la segunda mitad del ascenso. Al ir subiendo metro por metro fue apareciendo la pared de El Gigante y con ella iba dándome cuenta de mi avance.<\/p>\n

<\/p>\n

\"El<\/p>\n

<\/p>\n

El primer grupo que conquistó la Cascada de Piedra Volada: de izquierda a derecha: Carlos Lazcano, Salvador Rodrígguez, Ciutláhuac Rodríguez, Raúl Zárate, Oscar Cuán, Víctor Rodríguez, José Alberto Chávez y Alfonso Paz.<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

La salida<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Eran las 6:30 de la tarde cuando llegué arriba, tres horas y media tardé en subir, llegué muy bien, es decir, no salí cansado porque venía a mi paso. En realidad desde el principio sabía que mi ascenso sería lento por lo novedoso del sitio.<\/p>\n

<\/p>\n

En cuanto salí recogimos los cables y levantamos todo. Estas maniobras nos llevaron un par de horas y para cuando terminamos ya era de noche. Dejamos los cables bien acomodados cerca de la orilla de la cascada y al día siguiente regresaríamos por e\\los. Volvimos al campamento.<\/p>\n

<\/p>\n

En el campamento. a la luz de la fogata, el tema de discusión fue sobre la magnitud de la cascada. Exactamente no lo sabríamos hasta que midiéramos las cuerdas yeso podríamos hacer lo hasta llegar a Cuauhtémoc. La mayoría nos inclinábamos en que fuesen alrededor de los 350 metros ya que cuando menos sabíamos que Piedra Volada tenía más de 100 metros que Basaseáchic.<\/p>\n

<\/p>\n

El regreso <\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

Temprano caminamos a San Lorenzo. Le pedimos a Fernando que enviara por los cables ya que debido a cuestiones de trabajo la mayoría tenían que estar en la ciudad. Fernando nos informó que durante el fin de semana llegaron varios periodistas, sobre todo de televisión y filmaron desde el mirador de Huajumar. Fernando ya me había dicho que vendrían los periodistas y otras personas que él invitó, le pedí que no llevara a nadie a donde estaríamos trabajando ya que eso entorpecería las exploraciones.<\/p>\n

<\/p>\n

Algunas conclusiones<\/strong><\/p>\n

<\/p>\n

A los pocos días Fernando envió los cables a la casa de Víctor en Cuauhtémoc. Víctor los midió ayudado por varios amigos y le resultó la increíble cota de 453 metros, algo que rebasaba muchísimo todo lo esperado, pero que sí era factible. Tan sorprendido estuve del resultado, al igual que todos, que fui a Cuauhtémoc especialmente para medir los cables y verificar la medida. A mí me dio 459 metros. Decidimos tomar la medida más corta, la de los 453 metros. Esta medida fue algo totalmente inesperado y una gratísima sorpresa para nosotros ya que colocaría a Piedra Volada entre las primeras del mundo, mide casi el doble que Basaseáchic. Cuando hablamos de-magnitudes y caídas de más de 300 metros, la vista ya no alcanza a distinguir si son 300,400 ó 500 metros, de ahí que estando en el campo no hayamos percibido visualmente la verdadera magnitud de esta cascada. Verificamos las longitudes de los cables que utilizamos y resultaron ser de 315 metros el largo y 170 metros el corto, efectivamente eran más cortos de lo que me habían dicho, pero no mucho. <\/p>\n

<\/p>\n

Para mí éste ha sido el rapel y el ascenso más grandes que haya efectuado; 453 metros, casi medio kilómetro. Anteriormente lo más grande que había hecho era el sótano del Barro, en Querétaro, con un ti ro de 410 metros en caída libre. Posiblemente éste haya sido el rapel más largo efectuado hasta ahora en México. Varias veces he pensado que ya no encontraré algo mejor a lo encontrado hasta ahora y pronto descubro algo que supera a lo anterior. ¿Será éste el caso con Piedra Volada?, me pregunto. ¿Qué más maravillas me estarán esperando?<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

\"La<\/p>\n

<\/p>\n

La cascada de Piedra Volada<\/em><\/p>\n

<\/p>\n

\"\"<\/div>\n

<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"\n\n\n
\n

Cuando se midió finalmente la cascada de Basaseáchic, su altura disminuyó de los 310 metros que todo mundo le otorgaba. Pero ¿sequiría siendo esta la mayor cascada de México o habría que buscarla en otro lado? Carlos Lazcano y el GEEC la encontraron en Piedra Volada. <\/p>\n<\/td>\n

\n
\"\"<\/div>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n

<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":1011,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1007],"tags":[],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-3pA","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/13118"}],"collection":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1011"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=13118"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/13118\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=13118"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=13118"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=13118"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}