{"id":12945,"date":"2007-09-19T00:00:00","date_gmt":"2007-09-19T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12945"},"modified":"2007-09-19T00:00:00","modified_gmt":"2007-09-19T00:00:00","slug":"pararasapac_inti_una_nueva_ruta_en_el_parque_nacional_huascaran","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2007\/pararasapac_inti_una_nueva_ruta_en_el_parque_nacional_huascaran\/","title":{"rendered":"Pararasapac Inti: una nueva ruta en el Parque Nacional Huascarán"},"content":{"rendered":"
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Es una escalada muy diferente a lo que estoy acostumbrado: aquí me ocupo más de quitar la vegetación y piedras sueltas la roca, que de escalar; también busco la ruta más obvia y sencilla, mientras que cuando escalo deportivo me ocupo de buscar la mayor dificultad posible. Después de mucho tiempo, termino el primer largo que corre por unos slabs de granito con pocas opciones para proteger.<\/p>\n

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En realidad, es una sensación muy extraña: así es el aprendizaje. Enfrentarte a nuevas cosas, abrir tu mente y sentidos a los estímulos exteriores, y sacar de ellos el mayor provecho posible. A veces no me doy cuenta de cuándo sucede. Y en ocasiones es muy duro aprender, pero pienso que es de éstos momentos —los momentos difíciles— de los cuales saco mayor provecho. Por eso día con día me pongo objetivos, cada vez más duros y complicados. Lo único que quiero es seguir acumulando todo este aprendizaje. Quizá ésta es la razón por la que escalo.<\/p>\n

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Desde que terminé este primer largo, comencé a observar las fisuras que se encuentran arriba, y a trazar mentalmente posibles caminos, esto es lo más interesante de la apertura. No se ven sistemas de fisuras continuos y la roca parece algo podrida. Tendremos que ir uniendo pequeños sistemas de fisuras.<\/p>\n

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A partir de aquí, la pared se vuelve totalmente vertical y extraplomada por momentos. A Odín le tocó abrir el segundo largo, donde están las fisuras más lindas de la pared, y cruza por varios techos muy duros. En las secciones en las que la roca está muy podrida, tardó bastante pero aunque la mitad fue abierta en artificial, Odín cree que todo puede liberarse aunque, eso sí, sería muy fuerte. Esto me motivó mucho, pues quería intentarlo.<\/p>\n

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En la Quebrada de Ishinca las noches son muy frías: con temperaturas por debajo de los cero grados, las tiendas amanecen cubiertas de hielo. Había llegado solo a Perú pues Rodolfo y Odín ya llevaban una semana. Rodolfo había escalado el Alpamayo y se había enfermado, así que mientras nosotros escalábamos, él se recuperaba. Y fue por esto que nuestro plan original de ir a la Torre Parón a terminar de escalar la única ruta que tiene en su pared principal de más de 1,400 metros pero que no llega a la cumbre, sino a mitad, lo cambiamos para venir acá.<\/p>\n

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Muchas de estas piezas no resistirían un vuelo, por lo que el grado de artificial —y el nerviosismo— empiezan a subir. Arriba se sale un stopper mientras lo pruebo. Más adelante, las fisura se hacen aún más pequeñas, y sólo uso knife-blades, lost arrows, y RURP’s. En una sección muy dura, meto tres clavos seguidos pero el tercero cede y los dos anteriores no resisten. Ni siquiera me doy cuenta del momento en el que vuelo. Un micro camalot me detiene.<\/p>\n

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Cuando regreso al sitio de donde caí, uso una hora en perforar la pared y poner un bolt. Hago un travesía en tensión, y alcanzo una fisura a la derecha. Avanzo un poco más, fijo la cuerda, y bajamos. Ese largo me absorbió física y mentalmente de una manera impresionante.<\/p>\n

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Hemos decidido que a partir de ahora todos los largo medirán 60 metros pues no podemos seguir perdiendo tiempo perforando a mano tantas reuniones. Odín continúa algunos metros en artificial, llega a una fisura que escala en libre y, cuando estaba a punto de terminarse toda la cuerda, fija la reunión natural.<\/p>\n

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Parece que el siguiente tramo no tendrá mayor dificultad. Desde aquí ya se ve la gran “Nariz” a la que planeábamos llegar allá abajo. Todo el largo lo escalo en libre, con clavos como protección en una roca muy podrida, muchos no aguantarían la caída. Pasamos la noche en el porta-ledge. Fue una buena noche en la pared. Esperamos poder salir al día siguiente.<\/p>\n

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Al día siguiente Odín y yo nos alternamos en la punta. David ha subido a ayudarnos a hacer perforaciones en la pared. Cuando al fin vemos la cima desde donde estamos, comienzo a sentir una gran satisfacción. Es algo indescriptible que no se compara con ninguna otra. Todo el dolor y esfuerzo se transforman en satisfacción. Odín hace el último largo y alcanza la cumbre.<\/p>\n

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Pero ahora estábamos aquí, en Ishinca. La pared fue vista por Odín el año anterior, y desde México se había encargado de convencerme  del proyecto. Al parecer, tenía cerca de 600 metros de altura y la última parte tenía un sistema de fisuras que nos llevaría hasta la cumbre. Sería mi primera apertura de esta magnitud, mientras que Odín ya había participado con el Mac (Carlos García) en otras. Habíamos calculado pasar cinco días en el lugar, pues pensábamos que era suficiente tiempo para la apertura y el domingo viajaríamos rumbo a la Esfinge.<\/p>\n

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El segundo día volvimos a la pared. Un joven arriero de Pashpa nos ofrece ayudarnos y limpió de mucho material suelto el primer largo. Mientras tanto, Odín comienza a abrir el tercer largo, muy duro, que va por una serie de techos y tiene pocos lugares para proteger. Avanzamos muy lento, y la reunión es muy incómoda, porque es totalmente aérea. Una fuerte granizada nos sorprende, fijamos la cuerda bajamos al campamento base a pasar nuestra segunda noche.<\/p>\n

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Nuestro campo base se encuentra justo antes de la puerta de control de acceso al Parque Nacional Huascarán. Los guardianes del parque habían sentido curiosidad por una ruta de escalada en esta pared virgen, inspeccionaron con curiosidad el equipo que usamos y nos ayudaron con el porteo a la base de la pared. Diario amanecíamos motivados y así volvíamos a la pared, aunque no dejamos de pensar que es poco el avance logrado.<\/p>\n

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El tercer día inicia. Esperamos llegar a una buena repisa que ya observamos desde abajo con el telescopio. Es el inicio de lo que pensamos será el crux<\/em> de la ruta: un inmenso techo negro. Odín sigue avanzando lento, y es necesario que meta dos plaquetas para proteger de caídas, ya que no es posible meter protecciones naturales. Arriba nos espera más escalada en artificial, y roca muy podrida. Ahora ya sabemos que tendremos que regresar a Ishinca, pues no terminamos en el tiempo planeado. Bajamos todo el material de la pared, ya que al día siguiente hacia Huaraz para ir a escalar a la Esfinge.<\/p>\n

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Regresamos a la quebrada ocho días después. Debemos apurarnos, pues yo debo partir a Lima en una fecha fija. En esta ocasión escalamos por las partes más duras de cada largo, cosa que habíamos evitado la vez anterior. Así conseguí liberar la mayor parte del segundo largo, con la escalada más difícil de toda la vía.<\/p>\n

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Los pasos más difíciles están a la salida del largo, en un techo con una pequeña fisura para dedos, y sin pisaderas. Esta sección quedó como 5.12 (7a+). Después, el techo se convierte en un diedro, con un buen descanso antes de salir a la sección final del largo, la más dura. Intenté liberarla pero sin éxito. Se trata de una fisurita que corre horizontal sobre un techo. En ella sólo es posible embarrar la yema de los dedos y no hay pisaderas hasta la salida. Mientras intentaba liberarla, rompí un agarre clave en la secuencia. Como contamos con tiempo limitado, decido abandonar la idea de liberar éstos últimos tres metros. Posiblemente sería 5.13b.<\/p>\n

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La pared que escogimos se encuentra en la cara norte de la cañada. Cuando la vi por primera vez, a mi mente vinieron muchas imágenes. Era la materialización de muchos deseos y proyectos pero, más que nada, era una oportunidad de aprendizaje, era enfrentarme a algo totalmente nuevo, algo a lo que jamás había sido expuesto. Por encima de todas las cosas, la pared era hermosa. En aquel tiempo eso era justo lo que necesitaba: poder experimentar cosas nuevas, y desprenderme de viejas ideas y pensamientos, algo que la montaña tiene la capacidad de lograr.<\/p>\n

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Cuando bajamos, Odín me comenta que no se le ve fisura al techo negro, el que pensamos será el crux de la vía. Al día siguiente subimos por las cuerdas fijas y me encargo de limpiar el tercer largo de segundo para probarlo en libre. El largo es algo duro en libre, ya que cruzas por varios techos y debes de apoyarte de agarres exteriores, muy similar al tipo de escalada al que estoy acostumbrado. La salida del largo me sorprende pues Odín debió escalar un tramo de ocho metros (5.11+) sin protección para ser llegar a la repisa del techo negro.<\/p>\n

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A partir de ahí escalo por un sistema de pequeñas fisuras. Los primeros 15 metros son en libre, pero hay varios bloques flojos de gran tamaño. A partir de ahí ya no es posible seguir en libre. Ya no existen fisuras grandes sino sólo algunas ciegas de menos de 5 mm de ancho. Al inicio puedo meter algunos micro stoppers y micro-camalots.<\/p>\n

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Este último largo corre por el filo de la pared, pasa por off-widths, tiene una sección muy expuesta sin posibilidades de proteger y con movimientos todavía duros, además de que hay mucho material suelto, así que hay que tener mucho cuidado.<\/p>\n

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Cuando llego a la cumbre es casi de noche pero es la primera vez en la que veo el sol en toda la apertura. Siento gran emoción, al estar parado en un sitio en el que nunca antes nadie había estado. Es una gran oportunidad que me ha dado la escalada, de la cual he sacado infinidad de aprendizajes. Lo que se siente allá arriba es muy especial, es la conjunción de mucho esfuerzo y entrenamiento.<\/p>\n

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La cumbre es —en ésta ocasión— muy diferente para mí, ya que los últimos meses fueron muy duros para mí, y en éste viaje no esperaba mucho en realidad, solo llevaba algunas ideas de objetivos un poco dispersas, nada concreto. El abrir una pared me ha dado otra perspectiva de la escalada, y me ha abierto la mente a diferentes, nuevos, y más exigente objetivos.<\/p>\n

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Siempre las cosas que más te cuestan, son aquellas que dan mayor satisfacción. Por eso, aunque nos encontremos en la sombra, si vamos hacia arriba, llegaremos al sol. De ahí el nombre para la ruta que nos ayudó a escoger Toño para la vía “Pararasapac Inti” o Pared de Luz y Sombra<\/em> en quechua.<\/p>\n

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Al alejarnos de la Quebrada Ishinca, nos despedimos de nuestra pared: Apu, que se muestra como una orgullosa guardiana de la montaña.<\/p>\n

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Agradezco el apoyo de mis patrocinadores Límite X, y Petrel para la realización de ésta expedición. A David Tirado y Artemia Ramírez por su apoyo.<\/em><\/p>\n

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Topo de la ruta (parte 1). Haz click para agrandar<\/em><\/p>\n

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Topo de la ruta (parte 2). Haz click para agrandar<\/em><\/p>\n

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Carlos Sandoval y Odín Pérez abrieron el pasado mes de agosto una nueva ruta en le Cordillera Blanca de Perú: Pararasapac Inti<\/em> es el nombre que le pusieron a su ruta y este es, además del relato de su escalada, una invitación a repetir la vía y a liberarla por completo. <\/p>\n<\/td>\n

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