{"id":12923,"date":"2007-08-31T00:00:00","date_gmt":"2007-08-31T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12923"},"modified":"2007-08-31T00:00:00","modified_gmt":"2007-08-31T00:00:00","slug":"una_hermosa_noche_de_luna_en_el_dhaulagiri","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2007\/una_hermosa_noche_de_luna_en_el_dhaulagiri\/","title":{"rendered":"Una hermosa noche de luna en el Dhaulagiri"},"content":{"rendered":"
Los últimos días de abril, dos españoles llegaron a la cima con mucho viento. Al regreso, uno de ellos rodó muchos metros, cayó en una grieta y se le dio por muerto pero al otro día apareció en el campo l con sus dedos congelados pero con vida, como un milagro. Todo esto fue alegría en el campamento base, ¡ya se imaginarán!<\/p>\n
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[Se refiere a Iñaki Ochoa y a Jorge Egocheaga. Ambos hicieron cumbre el jueves 30 de abril, 24 horas después de haber dejado el campamento base y con ello consiguió su decimosegundo ochomil. Jorge llegó a la cumbre poco más de media hora detrás de Iñaki y a la bajada fue arrastrado por una avalancha y sobrevivió , pero sufrió de congelamientos, por lo cual fue evacuado en un helicóptero mientras que Iñaki se reponía lentamente en el campamento base antes de ir al Annapurna].<\/em><\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n Iñaki Ochoa y Jorge Egochea<\/em><\/p>\n <\/p>\n Pero continuó esa mala racha. Una semana después murió un Italiano, se le congelaron ocho dedos a otro Italiano, viene mi caída, y ocho días después, la muerte de mis dos compañeros de expedición: Ricardo y Santiago. Los arrasó una avalancha. Muy difícil todo esto, pero con el tiempo se irá asimilando. Sabemos de antemano que la vida un día empieza y otro día termina. Así lo debemos ver.<\/p>\n <\/p>\n [El italiano Sergio Dalla Longa falleció el 29 de abril de una caída cuando estaba muy cercano a la cumbre y se golpeó la cabeza en la caída con consecuencias mortales. Sin embargo, la noticia se dio a conocer hasta el 1 de mayo. El resto del equipo bajó de la montaña hasta el campamento base y algunos tuvieron principios de congelamiento. Ese día también subieron a la cima los españoles Josep Noguera y Roger Sellent.<\/em>]<\/em><\/p>\n <\/p>\n Finalmente, nos fuimos a la cima. Los españoles me decían que los sleepings<\/em> que llevaba eran de mala calidad, pero dentro de mí yo decía que mi chamarra y mi ropa sí me van a servir. No sentía tanto temor por mi vestimenta, sino por el casco. Recordé al italiano muerto en la montaña y pedí prestado un casco. Salimos del campo III a las ocho de la noche, una noche hermosa. En mi vida había visto la luna tan cerca de mí. A su lado, una estrella que parecía un trébol que abría y cerraba sus hojas. Fue impresionante.<\/p>\n <\/p>\n Caminamos toda la noche. No llevábamos oxígeno. A los 8,000 metros no había dolor de cabeza ni mala respiración. Únicamente algo de mareo, mucho sueño y un poco de manchas negras y como telarañas en mi cabeza. Pero continuábamos caminando y ya que empezaba a aclarar, Dorzhy gritó “Summit!, Summit!”.<\/p>\n <\/p>\n Mi cima fue muy bonita. Era el 5 de mayo.<\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n Cuando bajábamos, Dorzhy volvió a gritar “Ice, (hielo)”. Resbalamos y empezamos a rodar no se sabe cuántos metros [la caída fue de unos 700 metros, según informara luego]<\/em>. Una gran luz amarilla iba a mi lado y en segundos se puso enfrente de mí y vi cómo detuvo mi cuerpo. Dorzhy empezó a gritar mi nombre. Volví en mí y lo vi a mi lado. Íbamos encordados.<\/p>\n <\/div>\n <\/p>\n Creo que todos intuíamos algo diferente. La energía que había era muy especial, muy bonita; los días que nos tocaba estar juntos, cocinar lo que llevábamos, limpiábamos nuestra casa, porque así la llamamos.<\/p>\n <\/p>\n Un día antes de salir a la expedición, se nos dio la bienvenida con una gran cena, con música y bailables típicos del país, al cual mi hermana Ana también fue invitada. Todo fue muy ameno y nos pareció como si todos nos conociéramos de mucho tiempo atrás. Ana platicó toda la noche con Ricky [Ricardo Valencia]. Así lo llamaban. De vuelta en el hotel comentamos que en Ricardo había algo muy especial.<\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n Al otro día partimos temprano para nuestra expedición. Fue muy gracioso ver todo el cargamento fuera del hotel. ¡Tantos víveres! ¿Saben?, se requirieron 71 porteadores para llevar todo el cargamento al campo base. Imagínense todo lo que había: 350 cervezas, 400 Pepsi-Colas, mucho jamón, latas de toda clase de pescado, turrones, 20 litros de vino, 15 litros de aceite de oliva etc. Todo fue una gran fiesta.<\/p>\n <\/p>\n Salimos de Katmandú el día 8 de abril con rumbo al Dhaulagiri, de 8,167 metros. Es una montaña muy bonita que requiere de una técnica algo complicada pero que yo disfruté al máximo. Y creo que todos. La experiencia que vivimos no se podrá borrar nunca de mi mente pero de ella me valdré para aprender más de esta vida.<\/p>\n <\/p>\n Llegamos el 14 de abril al campo base después de caminar seis días por montañas espectaculares, todas son muy bonitas, con altitudes de más de cuatro mil metros. Tres días después, Dorzhy Sherpa y yo empezamos a prepararnos para empezar a subir al campo l, al campo ll. Subíamos y luego bajábamos al campo base, descansábamos dos días y volvíamos a subir.<\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n El tiempo en general no era bueno porque a diario nevaba y había poco sol, pero todo lo aprovechábamos al máximo, la convivencia con mis compañeros era excepcional. Quizá ya presentíamos lo que iba a pasar pero el tiempo juntos era de alegría, de platicar de nuestras experiencias anteriores, de anécdotas. Todo fue muy especial.<\/p>\n <\/p>\n Los días continuaron… Dorzhy y yo nos la pasábamos subiendo equipo para hacer nuestro intento a la cima lo más pronto posible. Las nevadas y el viento fuerte no cesaban, pero… en fin, así es esto.<\/p>\n <\/div>\n <\/p>\n Observé mi cuerpo y recordé en segundos todo lo que había pasado. Lo único que sentía era mucho dolor en la mano izquierda. Se me estaban congelando los dedos porque el guante y la manopla se habían perdido. También había un poco de sangre regada: me había abierto la boca por dentro y tenía golpes en el cuerpo. “Pero ahora todo está bien”, me dije. Estaba sentada en una laja y cuando miré hacia abajo me sentí aterrada por el vacío.<\/p>\n <\/p>\n Salir viva de ahí fue un gran regalo: no me tocaba morir.<\/p>\n <\/p>\n