{"id":12604,"date":"1999-02-02T00:00:00","date_gmt":"1999-02-02T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12604"},"modified":"2006-11-13T00:00:00","modified_gmt":"2006-11-13T00:00:00","slug":"al_asalto_del_khilikhili_parte_xiii","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1999\/al_asalto_del_khilikhili_parte_xiii\/","title":{"rendered":"Al asalto del Khili-Khili, Parte XIII"},"content":{"rendered":"
Capítulo XIV<\/p>\n

RETORNO DE LA EXPEDICION VICTORIOSA<\/strong><\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Comenzamos por descansar, pues todos teníamos sueño atrasado. Después, habiendo recobrado toda nuestra energía, cada uno de nosotros se dedicó a sus propias actividades. Wish coleccionó numerosas lecturas de instrumentos y anunció con orgullo que tenían una alta importancia. Jungle utilizó el ocio para establecer el mapa de la región. Desgraciadamente, se perdía cada día y había que enviar a un portador en su busca, lo que era extremadamente incómodo para nosotros. Esta costumbre terminó por irritarnos hasta tal punto, que designamos un portador para servirle de guardián, dando a éste instrucciones formales para que recogiese a Jungle y lo trajese al campamento a la caída de la tarde. <\/p>\n

<\/p>\n

Una tarde en que no había regresado a la hora normal, Shute lanzó unos cuantos cohetes —que había llevado para filmar escenas de noche—, a fin de guiarlos. Uno de los cohetes cayo sobre la tienda de Wish, que se consumió enteramente con todos los documentos recogidos por nuestro amigo. Wish estaba desesperado. Todo el fruto de su trabajo se había desvanecido en humo. El calor había hecho hervir todo el mercurio de sus termómetros y no podía proceder a ninguna lectura. Y el resto de su material estaba en la cumbre del Khili-Khili. No había podido descubrir sobre la montaña ninguna criatura viva. No le quedaba más que una última esperanza de justificar su presencia: le era preciso consagrar toda su energía a la búsqueda de transversiones.<\/p>\n

<\/p>\n

Como Shute no tenía nada que hacer —había estropeado ya todo lo que había llevado de películas y todos sus objetivos—, Wish lo enroló, así como a Burley. Este último estaba ahora completamente aclimatado; estaba tan hirviente de energía como un colegial, y agotaba a Wish y a Shute cuando partían los tres a la caza de la transversión. Constant, poseído de un deseo siempre tan insaciable de mejorar sus conocimientos de la lengua, pasaba la mayor parte del tiempo en compañía de los portadores. Se le encontraba a veces errante sobre la nieve, entrenándose en emitir gruñidos, borborigmos y otros fenómenos sonoros que constituyen la esencia misma del yogistanés hablado. Se estimaba generalmente —nos dijo— que el yogistanés era impronunciable por un estómago occidental, y su gran ambición era probar la falsedad de este aserto.<\/p>\n

<\/p>\n

Me anunció que estaba al borde del éxito. Presentaba ahora seguros síntomas de la gastritis permanente que es hipodérmica entre los yogistaneses, pues es provocada justamente por su forma de hablar con el estómago. Burley tuvo la falta de caridad de observar que si Constant hubiera contraído esta enfermedad de estómago un poco antes, Prone no se encontraría actualmente bloqueado en la cumbre del Khili-Khili. Recordé a Burley que sin el defecto de pronunciación de Constant, hubiéramos fracasado en nuestra empresa, y felicité a Constant por su gastritis. Era, además, interesante notar que a medida que sus crisis se agravaban. Constant se hacía cada vez más insensible a los efectos de la cocina de Pong y que incluso Llegó a apreciarla.<\/p>\n

<\/p>\n

Avanzó la hipótesis de que el método culinario yogistanés es antiirritante a los dolores de la indigestión. Fuera por lo que fuese, este parecía, en efecto, ser el caso. Hay que lamentar solamente que, cuando regresó a la civilización, fuera completamente incapaz de readaptarse a la cocina occidental. Durante semanas siguió una dieta severa, experimentando toda clase de mezclas de los alimentos más heteróclitos y todos los medios de hacerlos indigestos. Finalmente, estaba al borde del suicidio, y se disponía a consumar este acto desesperado, cuando tuvo la feliz idea de contratar un cocinero yogistanés.<\/p>\n

<\/p>\n

Envió en seguida cables en todas direcciones, uno de los cuales Llego a Pong. En razón de las dificultades que imponía la transmisión de los gruñidos, borborigmos y otras eructaciones por cable, en razón también de las objeciones planteadas por el Sindicato al que pertenecía Pong, las negociaciones fueron bastante largas, y Constant estuvo a punto de sucumbir. Pero todo terminó por arreglarse. Pong está ahora instalado en el piso de Constant, en Mampstead.<\/p>\n

<\/p>\n

Y a casi todas las horas del día se les puede encontrar gruñendo o borborigzando en la cocina, vigilando con mirada concupiscente cualquier horrible mixtura, o bien inclinados con aire de éxtasis sobre pucheros donde hierve una espantosa cocción. La última vez que he visto a Constant fumaba una pipa de groku que —me dijo— tenía para el las mismas virtudes antiirritantes. Pero anticipo.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Durante este periodo de ansiedad en el campamento de base, cuando ignorábamos aun todo de la suerte del desgraciado Prone, fui una vez más animado e inspirado por el celo con que mis compañeros se entregaban a sus tareas sin dejar que su inquietud frenara su sentido del deber. Me obligué a tomar parte en todas estas actividades, mundanas y demás, y me di cuenta de que aligerando el peso de los demás, aligeraba a la vez el mío. <\/p>\n

<\/p>\n

Hacía mucho tiempo que ardía en deseos de saber algo de la novia de Shute; pero ahora que la ocasión se presentaba, no sabía cómo abordar este tema, en la duda de si heriría su sensibilidad. Una tarde que yo estaba sentado en la tienda, preparando una carta de pésame para el padre de Prone, Shute entró. Me dijo que estaba bastante desconcertado.<\/p>\n

<\/p>\n

¿Me molestaría mirar algunos clichés?<\/p>\n

<\/p>\n

Le dije que me encantaría.<\/p>\n

<\/p>\n

Exhibió entonces varias fotografías de una encantadora joven que me dijo ser su novia. Debían casarse poco después de su regreso. Le felicité y le deseé mis mejores votos de felicidad. Le dije que su novia era encantadora. El me aseguró que era la criatura más exquisita del mundo. Me habló largamente de ella, y todo eso me pareció perfectamente normal y delicioso. Me preguntó si me aburría. Le dije que no; pero ¿no había ninguna sombra en su felicidad? Me dijo que no. ¿Por qué las iba a haber? <\/p>\n

<\/p>\n

Yo le expliqué que eso solía ocurrir a menudo. ¿Quizá había tenido experiencias ingratas antes de conocerla? Me aseguró que no; se conocían desde la infancia; se habían amado siempre; jamás había tenido el ninguna otra mujer. ¿Por qué le preguntaba yo eso? Le dije que me esperaba otra cosa y que eso era todo. Me consideró con aire que me pareció desconfiado, y declaré que sentía haberme decepcionado.<\/p>\n

<\/p>\n

Me apresuré a decirle que me había comprendido mal, y le rogué que me dijera más; lo hizo y satisfizo plenamente mi curiosidad. Su novia era evidentemente una criatura tan normal y satisfecha como él; adiviné que serían muy felices juntos. Le pregunté qué es lo que hacían los sábados por la tarde. Iban a visitar —me respondió— a una vieja tía de su novia que estaba enferma y tenía que guardar cama.<\/p>\n

<\/p>\n

Yo había notado que la costumbre del eructo cotidiano con que me saludaban So Lo y Pong cuando estábamos en la montaña se había extendido a los otros portadores. Pregunté a Constant si conocía el significado de aquello. Me dijo que como el yogistanés se habla con el estómago, el regüeldo —signo de supremo contento del estómago— era utilizado como expresión de respeto; indicaba el gran placer que experimentaba el eructante de encontrarse ante la ilustre presencia de la persona ante la que emitía sus eructos.<\/p>\n

<\/p>\n

Esta noticia me alegró mucho, no solamente porque me mostré sensible al honor que se me dispensaba, sino también porque eso confirmaba mi fe en Pong y en la naturaleza humana. Lamenté que el tiempo fuera demasiado limitado y mis deberes demasiado absorbentes para permitirme hacer amistad con cada uno de los portadores. ííQué tesoros de afectos —pensé— deben ocultarse bajo estas caras impenetrables! Pase largos momentos con Pong, en los que me hizo interesantes confidencias sobre su vida.<\/p>\n

<\/p>\n

El pobre diablo parecía haber tomado mucho afecto por mí. Dijo a Constant que yo era la única persona que le había testimoniado siempre bondad, sin esperar recibir nada a cambio. Eso me conmovió profundamente. Tomó también la costumbre de hacerme pequeñas ofrendas de alimentos a todas las horas del día. Yo era muy sensible a estas atenciones, y mi estómago no lo era menos. <\/p>\n

<\/p>\n

Después de algunos días de madura reflexión, envié el mensaje siguiente: "Expedición, triunfado plenamente, habiendo vencido Khili y Guili. Todos buena salud y buen humor. La moral del equipo es excelente, y los portadores están por encima de todo elogio.” <\/p>\n

<\/p>\n

Por descuido, firme este mensaje como Lazo de Unión, en lugar de utilizar mi propio nombre. Esto causó alguna sorpresa en Inglaterra, y se creyó que este despacho era falso. Después se extendió el rumor de que habíamos sido adelantados en la montaña por una expedición desconocida dirigida por un tal Lazdunion. Se procedió a una encuesta en los medios montañeros, pero sin encontrar ningún indicio. El asunto causó una viva emoción, la prensa inglesa se apoderó de él y el misterio no se aclaró hasta que llegamos a Chaikhosi, donde nos vimos inundados de telegramas procedentes de todas partes del mundo, lo que nos obligó a emplear tres secretarias para responder a ellos. <\/p>\n

<\/p>\n

Uno de estos secretarias, llamado Plouk, se reveló ser un bromista, que se aprovechó de esta situación sin precedentes para ridiculizar a la prensa del mundo entero publicando declaraciones absurdas y contradictorias. Nos fue preciso emplear en seguida los servicios de seis secretarias más para disipar la confusión así creada. Pero aquí también anticipo. A medida que los días pasaban sin traer ninguna noticia de Prone, la inquietud me ganaba. Dios sabía qué tormentos estaría sufriendo el pobre; eso, si es que aún estaba con vida. No pude resistir más.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Convoqué a todos en la tienda-refectorio y dije que había que hacer algo. Alguien debía subir hasta la cumbre. La cuestión que había que precisar era: ¿quién? Todos se miraban, pero nadie hablaba. Este espectáculo me lleno de una profunda humildad.<\/p>\n

<\/p>\n

—Mis queridos amigos —dije—, sé que todos desean ir; pero es necesario que alguien se quede aquí. Estimo que mi responsabilidad está en juego. Espero que no me tachen de egoísta si voy yo.<\/p>\n

<\/p>\n

Hubo un silencio.<\/p>\n

<\/p>\n

Después, Burley me miró largamente y dijo con su voz de bajo<\/p>\n

<\/p>\n

: —íCaramba! Lazo de Unión, creo que sería usted capaz.<\/p>\n

<\/p>\n

Le miré sorprendido. Parecía estar, no sé por qué, embargado por la emoci6n.<\/p>\n

<\/p>\n

—Si usted va —dijo al fin—, yo voy también. En aquel momento la puerta de la tienda se abrió para dar paso a Prone. <\/p>\n

<\/p>\n

Un nuevo Prone.<\/p>\n

<\/p>\n

Un Prone derecho como una I.<\/p>\n

<\/p>\n

Un Prone delgado, con el aire radiante de salud.<\/p>\n

<\/p>\n

Un Prone sonriente y lleno de seguridad. <\/p>\n

<\/p>\n

Prone, el héroe del Khili-Khili; el hombre que había subido más arriba que cualquiera en el mundo, pues, como lo hizo notar Wish, Prone sobrepasaba en dos cabezas, por lo menos, a todos los portadores.<\/p>\n

<\/p>\n

¡Qué reunión fue aquella! íQué risas! i Qué golpes en la espalda! íQué bromas! Cuando todos estuvimos agotados. <\/p>\n

<\/p>\n

Prone dijo:<\/p>\n

<\/p>\n

—En mi calidad de médico de esta expedición, prescribo champaña. ¿Donde están las reservas de medicamentos? Se hizo un silencio brusco. Los otros cambiaban miradas embarazadas y se daban con el codo. Fue Burley quien terminó por responder:<\/p>\n

<\/p>\n

—Bueno; figúrese, mi viejo, que no hay más champaña. <\/p>\n

<\/p>\n

—íQue no hay champaña! Prone estaba horrorizado. <\/p>\n

<\/p>\n

—No. Usted comprende… nosotros…, íhum!…, lo olvidamos en el campamento uno. Pero nada podía estropear nuestra alegría aquel día. A falta de una bebida más estimulante, se preparó cacao. Y pronto se escucharon de nuevo las risas; nos repetimos el relato de nuestras aventuras. Todos querían hablar, y nadie escuchaba. <\/p>\n

<\/p>\n

—¿Se acuerdan ustedes —dijo Shute— cuando Lazo de Unión estaba soldado al glaciar por sus lágrimas?<\/p>\n

<\/p>\n

—íY cómo ha tenido a Pong a la espalda toda una semana! —dijo Wish.<\/p>\n

<\/p>\n

—íY cuando no logró encontrar el campamento uno! —añadió Jungle, riendo. <\/p>\n

<\/p>\n

—íY aquel día que pedía tabletas para el estómago! —dijo Constant, retorciéndose. Aullábamos todos de risa.<\/p>\n

<\/p>\n

De repente, Burley se levantó de un salto.<\/p>\n

<\/p>\n

—íBasta! —gritó. Y dio un puñetazo sobre la mesa. <\/p>\n

<\/p>\n

Cesaron las risas. El ambiente cambió inmediatamente.<\/p>\n

<\/p>\n

Esperábamos, en silencio un poco crispado, que Burley hablase.<\/p>\n

<\/p>\n

Wish tuvo una pequeña risa nerviosa, que ahogó rápidamente en un ataque de tos, y enrojeció hasta las orejas. Burley frunció las cejas. Su puño martilleó la mesa.. Nuestro amigo parecía estar buscando las palabras.<\/p>\n

<\/p>\n

—Hay algo que debe ser dicho —declaró. Se calló, y de nuevo esperamos. <\/p>\n

<\/p>\n

—Numerosos incidentes han ocurrido en el seno de esta expedición —siguió— desde su partida, incidentes que, en su momento, han podido parecer extremadamente divertidos. Se detuvo de nuevo. Evidentemente, pesaba sus palabras. Golpeó de nuevo la mesa. <\/p>\n

<\/p>\n

—Bueno; yo lamento hoy que todas esas cosas se hayan producido. ¿De qué diablos quería hablar? —me preguntaba yo. <\/p>\n

<\/p>\n

—Y yo mismo —decía— he sido tan culpable como cualquier otro…: quizá más. <\/p>\n

<\/p>\n

Noté que los demás cambiaban miradas inquietas y que de nuevo tenían un aire embarazado. ¿Qué quería decir todo eso? <\/p>\n

<\/p>\n

—Hace un instante —siguió Burley— el viejo Lazo de Unión estaba dispuesto a ir en socorro de Prone. No lo olvidemos. No olvidemos tampoco que Lazo de Unión había hecho ya diez veces más que todos nosotros juntos y que había soportado toda la responsabilidad de la expedición. Que había subido ya cerca de doce mil metros cuando nosotros estábamos aún en el campamento uno. Y era él, sin embargo, quien estaba dispuesto a hacer la ascensión del Khili-Khili para recoger a Prone. <\/p>\n

<\/p>\n

Todo esto era enteramente molesto. Todos habíamos hecho lo que habíamos podido. Yo quizá había tenido más suerte que los demás. Traté de interrumpir a Burley, pero él me puso una mano en el hombro. <\/p>\n

<\/p>\n

—No —dijo—. Déjeme terminar.<\/p>\n

<\/p>\n

Miró a todos. <\/p>\n

<\/p>\n

—Ahora, señores —dijo—, yo les propongo un brindis a la salud de nuestro jefe. Al hombre más concienzudo, más modesto, más altruista con quien yo he escalado jamás. Y —añadió— al hombre que tiene más corazón que cualquiera de nosotros. Y estos idiotas se pusieron a beber a mi salud. <\/p>\n

<\/p>\n

Un instante más tarde me apretaban todos la mano, mientras que Prone me golpeaba la espalda diciendo: <\/p>\n

<\/p>\n

“íBravo, mi pequeño!”<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

\"\"<\/div>\n

<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"\n\n\n
\n

La montaña más alta del mundo no es el Everest, sino una que tiene más de catorce mil metros. Esta es la historia de su primer y único ascenso. Una novela que, además de divertida, es la única que trata al montañismo de forma sarcástica.<\/p>\n<\/td>\n

\n
\"\"<\/div>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n

<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":11609,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1013],"tags":[],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-3hi","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12604"}],"collection":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/11609"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12604"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12604\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12604"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12604"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12604"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}