{"id":12603,"date":"1999-01-25T00:00:00","date_gmt":"1999-01-25T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12603"},"modified":"2006-11-13T00:00:00","modified_gmt":"2006-11-13T00:00:00","slug":"al_asalto_del_khilikhili_parte_xii","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1999\/al_asalto_del_khilikhili_parte_xii\/","title":{"rendered":"Al asalto del Khili-Khili, Parte XII"},"content":{"rendered":"
Capítulo XIII<\/p>\n

¡VICTORIA!<\/strong><\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Me sentía empequeñecido y aislado, estremecido al frío mordiente en la cima del Guili-Guili. La cumbre majestuosa del Khili-Khili se elevaba ante mí, a menos de dos kilómetros de distancia; pero entre nosotros se interponía la garganta del Enigma. <\/p>\n

<\/p>\n

Mis pensamientos regresaron a aquella tarde, que me parecía tan lejana, cuando habíamos hecho alto en la cima del Voiajenkar, el corazón latiendo de esperanza y todos impacientes por afrontar la montaña. Todos nuestros esfuerzos, todos nuestros sufrimientos, todos nuestros planes habían sido vanos. Habíamos traicionado la confianza de los que nos habían elegido. Eramos unos fracasados, unos impostores; el mundo entero iba a reírse a nuestras expensas y con justa razón. <\/p>\n

<\/p>\n

Pensé en mis camaradas que luchaban contra la fatiga física, que reagrupaban sus fuerzas con el pensamiento puesto en la tarea que creían les esperaba; los imaginé progresando lenta pero valientemente por el flanco de la montaña, y todo eso para nada. Esto me parecía infinitamente patético. Tenía la garganta apretada, y tuve que hacer un gran esfuerzo para retener las lágrimas, indignas de un hombre. <\/p>\n

<\/p>\n

Contemplé la cumbre del Khili-Khili, tan serena en su pureza inviolada, y por un instante tuve la ilusión de que la diosa de la montaña rechazaba con desprecio a las ínfimas criaturas que habían puesto sobre sus pendientes sus sacrílegos pies; que ella les lanzaba un desafío, que lanzaba un desafío a la Humanidad entera. Ella era la que nos había extraviado y la que extraviaría o destruiría a todos los que posaran el pie sobre ella. <\/p>\n

<\/p>\n

Me pregunté si la montaña sería vencida alguna vez. <\/p>\n

<\/p>\n

Y mientras la contemplaba, conocí súbitamente la respuesta.<\/p>\n

<\/p>\n

Sobre las largas pendientes de la cima, un pequeño punto negro acababa de aparecer. Lo vi elevarse lentamente. Detrás de él iba otro punto negro.<\/p>\n

<\/p>\n

¡Hombres!<\/p>\n

<\/p>\n

¿Quiénes podían estar sobre nuestra montaña? Sentí subir en mí una ola de indignación. ¿Quién había osado abordar en secreto nuestra montaña y vencería antes que nosotros para ridiculizarnos?<\/p>\n

<\/p>\n

¿Quién?<\/p>\n

<\/p>\n

Los tres puntos seguían subiendo. Detrás de ellos aparecieron otros puntos, solos o por grupos de dos o tres. Eran diez, veinte, docenas, veintenas; la virginal blancura de la cumbre estaba ahora sembrada de puntos.<\/p>\n

<\/p>\n

¡Los portadores! No podían ser otros; Noventa y dos de entre ellos se habían quedado en el campamento de base. Había debido todos, o casi todos, escalar la montaña.<\/p>\n

<\/p>\n

Pero ¿por qué?, ¿Por qué?<\/p>\n

<\/p>\n

Y, ante todo, ¿dónde estaba Prone? ¿Estaba con ellos o le habían abandonado? ¿Estaba en la cabeza de aquellos puntos negros?<\/p>\n

<\/p>\n

Me precipité sobre mi walkie-talkie. La distancia sobrepasaba el alcance normal del emisor, pero quizá en una atmósfera tan pura fuera posible el contacto. Manipulé frenéticamente la señal de llamada, diciendo:<\/p>\n

<\/p>\n

"Lazo de Unión a Enfermizo. Lazo de Unión a Enfermizo. ¿Me oye? Corto."<\/p>\n

<\/p>\n

Ninguna respuesta. Recomencé aun, y luego otra vez. Estaba poseído por el frenesí.<\/p>\n

<\/p>\n

So Lo y Pong estaban plácidamente sentados sobre sus cargamentos y miraban a sus compañeros sobre el Khili-Khili sin manifestar el más ligero signo de interés. Todo eso les parecía entrar en la rutina cotidiana. Los puntos negros se separaban en grupos. Se levantaban tiendas. Se aprestaban, evidentemente, a acampar sobre la cima de la montaña.<\/p>\n

<\/p>\n

Insistí en mis llamadas.<\/p>\n

<\/p>\n

Al fin, ante mi inmenso alivio, oí una voz debilitada que decía:<\/p>\n

<\/p>\n

"Enfermizo a Lazo de Unión. Enfermizo a Lazo de Unión. Le recibo en fuerza II. ¿Me oye? Corto." <\/p>\n

<\/p>\n

Y me contó su increíble odisea.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

El día que Constant y yo habíamos dejado por última vez la base avanzada, los portadores habían comenzado a embalar todo el equipo que nos habíamos dejado en el campamento de base. Cuando todo había estado dispuesto, habían desmontado la tienda de Prone, haciéndole comprender por signos que era preciso que saliera de su saco. Pensando que obedecían ordenes de Constant, que les habría encargado instalaran el campamento en sitio más seguro, Prone lo había hecho. Nuestro amigo, que sufría en la circunstancia catalepsia latente, fue echado a espaldas de un portador. <\/p>\n

<\/p>\n

Ante su viva sorpresa, en lugar de dirigirse hacia el sitio escogido, habían marchado rectos hacia la cara Norte y comenzado a escalarla. Prone gritó y protestó, pero sin que el portador que le llevaba le prestase la menor atención. Dio patadas, lanzó aullidos, golpeó a puñetazos la cabeza del portador. Este soportó este tratamiento durante algún tiempo sin decir nada; después precipitó a Prone sobre el suelo y continuó su marcha, dejándole allí. Muy alarmado, Prone se precipitó detrás de él con paso vacilante y le rogó que se detuviera. El portador hizo alto, esperó a que Prone le alcanzase, se lo echó a la espalda y siguió subiendo. Prone, completamente desmoralizado, se instaló tan confortablemente como pudo y se durmió. <\/p>\n

<\/p>\n

Se despertó cuando se le depositaba en el interior de su tienda. Después de una breve mirada sobre el paisaje, creyó adivinar que estaban acampados sobre el col Sur. Se le dio de comer y se le entregaron sus cosas personales. Después de haberse cuidado de un ataque de fiebre de Malta, se instaló para la noche. <\/p>\n

<\/p>\n

Al día siguiente, por la mañana, los portadores levantaron el campamento, llevándose a Prone. Sin conceder ninguna importancia a sus protestas, el mismo portador cargó con él y partieron todos. <\/p>\n

<\/p>\n

Habían así marchado con obstinación hasta el momento en que habían alcanzado la cima. Prone dijo que no había sido jamás más desgraciado en su vida. El relato de lo que había sufrido —dijo— hubiera hecho palidecer al más rudo colono. El Khili-Khili era una montaña más dura de lo que había imaginado aun en sus momentos de mayor pesimismo. Durante toda la ascensión había sido llevado por el mismo portador: Hob Skur. <\/p>\n

<\/p>\n

Compadecí sus desgracias y le di mis noticias. Estudiamos entonces lo que convenía hacer. Era evidente que había que hacer descender a Prone al campamento de la base. Pero ¿cómo? Guiado por mis consejos. Prone trato de persuadir a sus hombres por señas de que había que descender; pero ellos no hicieron ningún caso a sus gestos. Habían terminado de montar las tiendas. Los que no estaban ocupados en preparar las comidas, estaban sentados y fumaban, aparentemente muy satisfechos de su situación. Prone declaró que no había esperanza. <\/p>\n

<\/p>\n

Yo no podía imaginar —le dije— cómo había podido pasar eso. Prone me respondió que él, sin embargo, sabía exactamente a que atenerse respecto a eso. La palabra yogistanesa que designa el pie de una montaña era evidentemente la misma que la que designa la cumbre, salvo en alguna intensidad del borborigmo o alguna otra convulsión interna que Constant había imperfectamente formulado. Según Prone, los portadores se quedarían allí, a menos que Constant no les diera orden expresamente de descender o que empezasen a faltar los víveres. El esperaba, de todos modos, estar muerto antes que una u otra de estas soluciones interviniese. <\/p>\n

<\/p>\n

Le supliqué que resistiera por nosotros. Le declaré que sus sufrimientos no habían sido vanos. ¿No habíamos, después de todo, alcanzado la cumbre del Khili-Khili? Incluso habíamos hecho más de lo que esperábamos, pues habíamos vencido a la vez al Khili-Khili y al Guili-Guili. <\/p>\n

<\/p>\n

Prone respondió que en los años venideros, si alguna vez tenía de nuevo la ocasión de sentarse confortablemente ante un buen fuego, este hecho podría procurarle una cierta satisfacción. Para el presente cuarto de hora, eso no era más que una gota de agua en un océano de infortunio. Me suplicó que le hiciera descender de allí. Para reconfortar al pobre, le prometí que lo haría; pero no tenía la menor idea de cómo hacerlo. Nos dijimos adiós y descendí hacia el valle con mi pequeña escolta.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

En el campamento IV encontró mis preciosas tabletas antidispépticas. Llamé a Wish y le anuncié la noticia. Le dije que estaría en el campamento II al día siguiente y en el campamento I al otro día. Tomé una frugal comida y me acosté temprano. So Lo y Pong vinieron a eructar a mi tienda; creí que querían decirme con ello "Buenas noches".<\/p>\n

<\/p>\n

Fue un doble eructo lo que me saco de mi sueño al día siguiente por la mañana. Mire con desconfianza a los dos yogistaneses, pero Pong había traído un trozo de cuero, pensando que me gustaría comerlo con las lentejas y el pemmicam. Esto me pareció un gesto amistoso, y me avergoncé de mis sospechas. <\/p>\n

<\/p>\n

Guardo pocos recuerdos de los dos días siguientes. A nueve mil metros llamé a los otros y les pedí que me guiaran hasta el campamento I. Se mostraron muy amables, pero sus detalladas instrucciones no sirvieron más que para hacerme dar vueltas. Me hizo feliz, sin embargo, oír de nuevo la voz de Burley. En fondo sonoro, mientras él me hablaba, yo oía ecos de canciones, y de vez en cuando una voz amistosa intervenía en la conversación para preguntar: "¿Como está ese viejo Lazo de Unión hoy?", o bien: "Lazo de Unión, mi viejo, ¿le he contado alguna vez el chiste de la joven que iba a comprar huevos?", y así seguían. Burley mismo propuso cantarme algo. Esto era muy amable por su parte, y después de tantas jornadas solitarias, eso me conmovía hasta las lágrimas; pero esto no me ayudaba a encontrar el campamento I. <\/p>\n

<\/p>\n

Terminé por renunciar a ello. Anuncié que iba a descender hasta la base avanzada y les dije que me siguieran al día siguiente. Burley consultó a los demás, y oí a Shute decir: "¿Por qué no? De todas formas, ya no queda más." Sin duda, se refería a la película cinematográfica. <\/p>\n

<\/p>\n

He discutido después con Totter el misterio del campamento I. ¿Por que no logré jamás descubrirlo, a pesar de las instrucciones repetidas que se me prodigaban? ¿Por que Constant había podido encontrarlo tan fácilmente cuando había descendido del campamento II? ¿Y por qué a los otros, especialmente a Burley, que no había subido de allí, les costaba tanto trabajo dejar el campamento? ¿Se trataba de un fenómeno climático local comparable a la atmósfera enervante que se encuentra a veces sobre un glaciar? No llegamos nunca a una explicación satisfactoria. Hasta hoy, el enigma del campamento I continua sin solución. <\/p>\n

<\/p>\n

Descendí, pues, a la base avanzada, y un día más tarde estabamos de nuevo todos reunidos por primera vez desde hacia más de quince días. <\/p>\n

<\/p>\n

La cuestión que se planteaba era esta: ¿que se podía hacer por Prone?<\/p>\n

<\/p>\n

El telescopio de Jungle reveló que el campamento de base estaba todavía instalado sobre la cumbre. En cuanto a la nube sombría que planeaba por encima de las tiendas, era, a no dudarlo, el humo procedente de noventa y dos pipas de groku. ¿Tenían la intención de quedarse allí, como se temía Prone, hasta recibir nuevas órdenes o hasta ver agotarse los víveres? Constant consultó a los portadores, que le afirmaron que era esto, ciertamente, lo que iba a pasar. La consigna —dijeron— era la consigna, y la consigna, en tal circunstancia, era transportar el campamento de base hasta la cumbre y esperar allí al resto de la expedición. <\/p>\n

<\/p>\n

Era evidentemente necesario enviar allí a alguien. Pero ¿a quien? Como ninguno de los europeos estaba en condiciones de intentar la ascensión, había que recurrir a los portadores. Constant pidió voluntarios, lo que tuvo resultados decepcionantes. Designó entonces a dos, dándoles la orden de subir hasta la cima. Después de una agotadora discusión sobre las tarifas de las horas suplementarias, cogieron sus sacos y partieron sin manifestar ni entusiasmo ni repugnancia excesivos. Para ellos, aquello no salía de lo cotidiano. <\/p>\n

<\/p>\n

El col Sur no era apenas un sitio para montañeros al límite de sus fuerzas. Al día siguiente descendimos hasta el glaciar y plantamos nuestras tiendas al pie de la cara Norte.<\/p>\n

<\/p>\n

Y allí esperamos.<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n

\"\"<\/div>\n

<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"\n\n\n
\n

La montaña más alta del mundo no es el Everest, sino una que tiene más de catorce mil metros. Esta es la historia de su primer y único ascenso. Una novela que, además de divertida, es la única que trata al montañismo de forma sarcástica.<\/p>\n<\/td>\n

\n
\"\"<\/div>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n

<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":11609,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1013],"tags":[],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-3hh","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12603"}],"collection":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/11609"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12603"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12603\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12603"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12603"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12603"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}