{"id":12563,"date":"2006-09-11T00:00:00","date_gmt":"2006-09-11T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12563"},"modified":"2012-03-13T22:02:13","modified_gmt":"2012-03-14T04:02:13","slug":"un_ascenso_al_rainier","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2006\/un_ascenso_al_rainier\/","title":{"rendered":"Un ascenso al Rainier"},"content":{"rendered":"
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Cuando estoy escalando grandes paredes, ascendiendo montañas o tan solo en la vertical, mi mente es capaz de olvidar todo lo exterior: problemas y elementos. Sólo vivo el momento y cada parte de mi cuerpo está concentrada en asimilar la experiencia y sacar el mayor aprendizaje posible de la situación. Para mí eso es una de las mayores bondades del montañismo. <\/p>\n

Después de varias horas, mi cuerpo comenzaba a reaccionar: calambres en los muslos, pantorrillas, espalda y hasta en la boca. Si continuaba era sólo por el deseo de llegar a la cumbre. Es difícil comprender por qué nos sometemos a estas situaciones y condiciones. Yo me quedaría con el aprendizaje de mí mismo, de los demás y del mundo que me rodea, que obtengo tras hacer un esfuerzo tan grande como éste.<\/p>\n

\"Adrian<\/p>\n

Fue necesario hacer uso de material fijo, cuerdas y algunos anclajes cuando el terreno era muy expuesto. Yo continuaba azorado de la belleza del terreno. Cruzábamos grietas con tonalidades de azul y formas impresionantes. Cada vez más cansados, seguíamos aguantando y motivándonos a nosotros mismos. Nos encontramos con algunos de los que habían iniciado a la una de la mañana y no tuvieron la oportunidad de hacer cumbre. Esto me motivó aún más para llegar. <\/p>\n

Cerca de la cumbre, en el cráter del Rainier, sentí fuertes contracciones en mis piernas. Caí: más calambres. Descansamos un poco y continuamos. No era de ninguna manera aceptable para mí el haber llegado tan lejos y no terminar en la cumbre. <\/p>\n<\/div>\n

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Después de cruzar más terreno en mixto, por fin nos encontramos en la cumbre, y de nuevo vino a mí la maravillosa sensación de satisfacción que se alcanza al cumplir un objetivo más. Entonces, desde lo más alto del Rainier, podía mirar atrás y comprender todo lo que me han dejado unos nuevos amigos, una nueva expedición, nuevas situaciones, y nuevos escenarios. Y aunque no soy capaz de saber con certeza en dónde me encontraré dentro de un año, sólo en la cumbre soy capaz de plantear claramente nuevos objetivos que requieran mayor dedicación, compromiso y trabajo. <\/p>\n

El descenso fue lo esperado: el sol ya había calentado mucho la nieve, y el peligro de caídas era mayor. Me era muy difícil mantenerme en pie de cualquier forma. Rodolfo, Adrián y yo sólo queríamos bajar al refugio y descansar un poco, así que lo tomamos con calma y aumentamos las precauciones; el descenso es más peligroso que la subida.<\/p>\n

\"Carlos<\/p>\n

Al llegar al último tramo del glaciar, teniendo ya a la vista el refugio, de nuevo escuchamos los estruendos del día anterior. Miramos hacia arriba y vimos una avalancha de rocas y nieve que venía hacia nosotros. Nos quedamos inmóviles. No sabíamos si debíamos correr o esperar a ver la trayectoria y entonces movernos pero estábamos unidos por la cuerda y habría que hacerlo juntos. Algunas rocas tenían quizá el tamaño de una mesa. El tiempo se hizo eterno hasta que el material se detuvo en una repisa antes de llegar al glaciar. Tuvimos mucha suerte. <\/p>\n

Continuamos pero la nieve era ya demasiado blanda y yo no me podía mantener de pie, así que mejor me senté y me deslicé. Finalmente continué divirtiéndome, a la vez que me acerco a nuevos retos. <\/p>\n

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Agradezco el apoyo de mis patrocinadores Petrel<\/em> y Límite X<\/em> para la realización de esta expedición. <\/p>\n<\/blockquote>\n<\/blockquote>\n<\/div>\n\n\n\n
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Al partir de la Ciudad de México con Rodolfo, Adrián, Enrique, John y Alin, yo no había imaginado condiciones climáticas tan adversas, al grado de que ni siquiera tuviéramos la oportunidad de tocar la roca, escalar un poco, o por lo menos tener la oportunidad de ver la gran pared por la cual habíamos viajado miles de kilómetros. <\/p>\n

\"Carlos<\/p>\n

La escalada alpina me había recibido con una dura lección: “Pero si he entrenado tanto, he puesto todo mi esfuerzo en esto, estoy seguro de que puedo liberar toda la vía,¿por qué me detiene esto ahora?” Quiero creer que, como me dijeron allá, todo pasa por una razón. De cualquier forma, nunca me había sentido tan decepcionado. <\/p>\n

Con el correr de la expedición y la convivencia con el grupo, la decepción se transformó en aprendizaje, y le sacamos muchísimo provecho al viaje. Después de todo estábamos en Canadá para aprender a escalar en condiciones alpinas y no estaba en mis planes regresar con el piolet y los crampones intactos. <\/p>\n

Rodolfo ha hecho alta montaña y desde antes de partir a Canadá me comentó que muy cerca de nuestros objetivos, se encontraba el Monte Rainier. En ese tiempo quedó en el aire la idea de ascenderlo al final de nuestra expedición pero ahora, después de la mala suerte que tuvimos en Bugaboos, nos dirigimos hacia el Rainier para llenar ese vacío que nos quedó. Yo no contaba con gran experiencia en cruce de glaciares ni en técnicas de alta montaña, pero sin dudarlo acepté intentarlo. <\/p>\n

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No sabía lo que me esperaba.<\/p>\n

El Monte Rainier es uno de los símbolos de la alta montaña en América. Aunque su altura sobre el nivel del mar no supera los 4,500 metros, tiene grandes desafíos técnicos, más de los que podemos encontrar en los volcanes mexicanos. La montaña es muy bella y el glaciar es enorme. Cuenta con un desnivel mayor a 3,000 metros desde el comienzo de la ruta hasta la cumbre de la misma. <\/p>\n

\"Carlos<\/p>\n

Las guías que encontramos sobre el Rainier recomendaban dejar cuatro o cinco días libres para tener una buena oportunidad de hacerlo; pero nosotros sólo contábamos con dos. Debíamos apresurarnos y contar con muy buena suerte. Después de dejar a John, Alin, y Enrique en Vancouver, salimos hacia Washington. La noche del 27 de Julio llegamos al Parque Nacional Mount Rainier y acampamos. El sitio de campamento aún quedaba un poco lejos del inicio de la ruta, así que al día siguiente nos levantamos muy temprano para comenzar la larga jornada.<\/p>\n

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Habíamos planeado subir al refugio el viernes, pasar la noche ahí y al día siguiente hacer cumbre y bajar. A las 7 de la mañana del viernes, estábamos ya en las oficinas del parque nacional sacando los permisos de escalada. Los rangers veían raro que sin haber estado antes en el Rainier, lo intentáramos hacer en dos días; los guías utilizan tres para subir a sus grupos, pero no contábamos con más tiempo y teníamos muchas ganas de llegar a la cima de esa montaña. Desayunamos. Debíamos comer muy fuerte porque el día sería largo. <\/p>\n

\"Amanecer<\/p>\n

El inicio de la ruta es muy bonito encontramos climas sub-alpinos, y todo está en perfectas condiciones. Rebasábamos grupos que contaban con guías. Antes de entrar a los neveros, queríamos un lugar en el Muir Refugee, aunque de cualquier forma subimos la tienda. Yo disfrutaba mucho el acercamiento al campamento avanzado. Las laderas del Rainier estaban completamente cubiertas con nieve y teníamos vistas espectaculares del Monte Santa Helena y varios más alrededor del Rainier. Conforme el reloj avanzaba, la nieve era más blanda y dificultó más nuestro ascenso.<\/p>\n

El tamaño del glaciar me impresionó muchísimo: había grietas enormes y de pronto escuchábamos avalanchas de roca y nieve a lo lejos. Sólo tratábamos de imaginar la fuerza de esas avalanchas y nos preparábamos mentalmente en caso de estar frente a una de ellas. <\/p>\n

Más adelante aprendí que no es suficiente imaginarlo para mantenerse tranquilo en una avalancha. <\/p>\n<\/div>\n

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Después de cinco horas llegamos al Muir Refugee. No subimos mucho peso, así que no tuvimos muchos problemas para llegar al refugio pero estábamos muy cansados. <\/p>\n

Debíamos derretir nieve y preparar nuestra comida. Fuera del refugio el viento era muy fuerte. Terminamos lo más pronto posible para descansar bien pues el día siguiente sería larguísimo.<\/p>\n

\"Adrian<\/p>\n

El refugio era muy cómodo y aunque fuera el viento era muy fuerte, estábamos bien protegidos. Al hablar con los demás montañistas nos dimos cuenta de que la una de la mañana era la que usarían todos para salir. Decidimos salir a las cuatro. <\/p>\n

Nos acostamos temprano y nos levantamos hasta las 4:30. ¡Ya habíamos perdido mucho tiempo! No tuvimos tiempo de cocinar el desayuno y terminamos saliendo a las cinco. Decidimos ponernos los crampones desde el inicio; la nieve ahora estaba convertida en hielo. <\/p>\n

Al inicio tuve muchos problemas para caminar por el glaciar. Se me salieron los crampones dos veces y perdíamos el ritmo. La ventaja que tuvimos fue que el primer tramo del glaciar tiene poco desnivel y pudimos ir solucionando esos problemas. También iba observando que en ese tramo de glaciar, los pasos se interrumpían por enormes rocas. No lo tomé mucho en cuenta. Pensaba que las paredes estaban muy lejos para que los derrumbes llegaran hasta allá, así que continué caminando por el glaciar. <\/p>\n<\/div>\n

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Después de un rato caminando, habíamos entrado en ritmo, pero seguíamos teniendo problemas al cruzar terrenos en mixto. Nos parábamos a descansar muy seguido. Rodolfo sustituyó a Adrián en la punta. <\/p>\n

De pronto, al rodear una pared, por primera vez vimos la cumbre del Rainier, aún muy lejos. El sol comenzaba a salir. Ahora la nieve era perfecta, era dura y nos facilitaba mucho la caminata por el glaciar. Nos preocupaba que por haber iniciado tarde, el sol pudiera ablandar más la nieve y hacer imposible el ascenso por las pronunciadas pendientes del Rainier. <\/p>\n

\"Adrian<\/p>\n

Yo estaba asombrado por el tamaño del glaciar. Grietas inmensas. Ni siquiera veía el fondo de muchas de ellas, pero de cualquier manera, era un espectáculo natural espectacular. Por la temporada en que llegamos, muchos de los puentes de nieve se habían derretido, lo que hacía que la ruta que habíamos elegido (The Dissapointment Clever) tuviera algunas variantes. Con los puentes de nieve derretidos, el riesgo de caídas en grietas también era mayor. <\/p>\n

Había puntos muy expuestos de la ruta sobre el glaciar, en los que teníamos 30 o 40 centímetros de puente de hielo para cruzar esas grietas enormes o pendientes muy pronunciadas. El vacío estaba presente por todos lados y en mi mente estaba aquel famoso accidente en que murieron varios escaladores al ser arrastrados por una cordada que venía descendiendo y no se pudo detener. Todos estábamos muy concentrados en no cometer un solo error y concientes de los resultados que nos traería la más mínima distracción. <\/p>\n<\/div>\n

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El Monte Rainier, volcán sin actividad cercano al Santa Elena,  es uno de los símbolos de la alta montaña en América. Aunque su altura sobre el nivel del mar es de 4,392 metros, tiene grandes desafíos técnicos.<\/p>\n<\/td>\n

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