{"id":12505,"date":"2006-04-06T00:00:00","date_gmt":"2006-04-06T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12505"},"modified":"2006-03-23T00:00:00","modified_gmt":"2006-03-23T00:00:00","slug":"soberania__espeleologica_competir__o__compartir__hallazgos__bajo_tierra","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2006\/soberania__espeleologica_competir__o__compartir__hallazgos__bajo_tierra\/","title":{"rendered":"SOBERANIA ESPELEOLÓGICA: ¿COMPETIR O COMPARTIR HALLAZGOS BAJO TIERRA?"},"content":{"rendered":"
Los espeleólogos abordan tres áreas principales: la bioespeleologÃa, la geoespeleologÃa y la antropoespeleologÃa, además de la imprescindible topografÃa de las cavernas. Este ecosistema favorece el desarrollo de fenómenos ambientales únicos, que permite a los especialistas realizar frecuentes y notables hallazgos, sobre todo en paÃses poco explorados de Latinoamérica y del gran Caribe. Durante el trabajo que algunos desarrollan fuera de sus fronteras, los espeleólogos de otras nacionalidades pueden inspirar ciertas diferencias que analizaremos a continuación.<\/p>\n
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Como en todo fenómeno social, dentro de la disciplina de la espeleologÃa existen diversas culturas organizacionales que difieren de un paÃs a otro. En la actualidad observamos que aquellos espeleólogos que tienen mayor rendimiento topográfico y mayores órganos editoriales gracias a cierta abundancia de recursos, se instituyen poco a poco como una especie de autoridades supranacionales que filosofan acerca de lo que serÃa adecuado para esta ciencia en otros continentes. En esa dinámica los exploradores de los paÃses desarrollados gozan de ciertas ventajas debido a su credibilidad como actores de Â?categorÃa internacionalÂ?, y dichas ventajas se reflejan en su trato con colegas de otros lugares del globo.<\/p>\n
Durante las expediciones extranjeras en Latinoamérica y en todo el mundo, los visitantes tienen la responsabilidad de comunicarse previamente con la entidad nacional y con el delegado nacional ante la Unión Internacional de EspeleologÃa (UIS), para tramitar la realización de una expedición binacional.<\/p>\n
El enterarse a destiempo ha vuelto a ocurrir recientemente en varios paÃses del área y desgraciadamente no se trata de una casualidad, ni de casos aislados, sino que ello se viene repitiendo desde hace muchos años. No es necesario insistir en los detalles y más bien hay que develar algunas tendencias generales de este proceder.<\/p>\n
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En algunas ocasiones pareciera que la inconformidad de los nacionales perdiera vigencia cuando se envÃan las correspondientes topografÃas por correo y se remiten unos cuantos boletines al paÃs visitado. Sin embargo, y por más que se quiera simplificar, la situación es más compleja, ya que el asunto producirá una relación de desconfianza que afectará los futuros contactos.<\/p>\n
La opinión de los espeleólogos locales debe consultarse mucho antes del evento Â?no sólo a última horaÂ? y estando dispuestos a que las decisiones se tomen conjuntamente con la comunidad espeleológica nacional. De otro modo una simple notificación mostrarÃa una acción unilateral. De hecho, en nuestras tierras el unilateralismo no se ha limitado a los asuntos geopolÃticos o económicos, sino también se expresa sutilmente en las relaciones entre organizaciones ambientalistas no-gubernamentales.<\/p>\n
A veces las actividades aparentan ser eventos compartidos porque en ellas se involucra a invitados nacionales de otras disciplinas cientÃficas, naturalistas o espeleÃstas ocasionales que no son formalmente espeleólogos, con lo que pareciera ocurrir un trabajo binacional, pero este inadecuado proceder es fácilmente detectable por los entes dedicados al subsuelo, que saben quiénes son los espeleólogos y los grupos comprometidos en las buenas y en las malas.<\/p>\n
Cuando la representación nacional es débil las decisiones tomadas en el campo, abierta o encubiertamente, aparentan ser asumidas entre ambos grupos, pero llegan a ser fácilmente inducidas por los extranjeros. Ello puede tener repercusiones diversas, como por ejemplo, enturbiar las relaciones con las autoridades gubernamentales o indÃgenas, pudiendo desembocar en que se cierre el acceso de un karst para cualquier otro espeleólogo que intente visitarlo posteriormente.<\/p>\n
Mientras tanto, el viajero ni siquiera se entera de las trabas que deja a su paso.<\/p>\n
La representación cientÃfica de un paÃs tampoco debe delegarse a los promotores del turismo o a los adeptos de adrenalina que gustan de las exploraciones Â?extremasÂ?, ya que unos y otros terminarán avalando complacientemente cualquier proceder de la expedición extranjera con tal de ser incluidos en una próxima oportunidad.<\/p>\n
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En general quienes no demuestran mÃstica en la exploración cotidiana, quienes no mezclan el sudor con el barro en arrastraderos poco promisorios, son los que tendrán escaso compromiso cuando asistan a las más atractivas actividades y ello es más cierto en la medida en que se disponga de recursos, ya sea de transporte en helicóptero, o sea de cobertura de video documental.<\/p>\n
En general, cuando se involucran canales de televisión u otros reconocidos patrocinantes [patrocinadores], los oportunistas estarán más atentos a aprobar cualquier proceder a fin de recibir fama, cuerdas, equipos de campamento o una paga. Ello recuerda el trueque del oro por espejitos. Aquello de representar conservacionistamente los intereses patrimoniales pasarÃa a segundo plano o serÃa francamente olvidado.<\/p>\n
La necesaria participación nativa debe ser delegada a un ente cientÃfico nacional, ya que las actividades, que a veces se promocionan como eventos deportivos para evadir la permisologÃa, terminan divulgándose en medios cientÃficos y como tal deberÃan ser gerenciadas desde el principio.<\/p>\n
Después de realizados los trabajos espeleológicos transfronterizos, las comunicaciones de los grupos foráneos suelen autoevaluar su propia gestión como positiva, ya que lo que queda impreso generalmente se emite desde esos paÃses de mayor desarrollo espeleológico. Sin embargo, en la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe (FEALC) cada vez se están recibiendo más quejas respecto a diversas iniciativas foráneas; ello involucra a Perú, Bermuda, Argentina, Brasil, Venezuela, etc.; paÃses explorados por terceros una o varias veces de manera unilateral. En este proceder generalmente se involucran visitantes de Europa, y a veces de Norteamérica. No se requiere detallar los casos particulares, ya que las mismas publicaciones de los grupos más conocidos del mundo a veces evidencian algunos de sus procedimientos arbitrarios.<\/p>\n
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Tras la aparición de las comunicaciones por medio de Internet, los espeleólogos del hemisferio sur han estado denunciando repetidamente una serie de experiencias objetables y han estado compartiendo opiniones similares respecto al tema de las operaciones unilaterales. A través de numerosos contactos, hoy se percibe un consenso para enfrentar la conducta impuesta por una parte de los espeleólogos transcontinentales.<\/p>\n
No es que para actuar a su antojo exista un plan preestablecido entre los diversos grupos viajeros, pero ello ocurre de hecho y las coincidencias entre unos u otros casos suelen ser notables en cuanto a los pretextos, argumentaciones y apreciaciones subjetivas que esgrimen los visitantes según sus conveniencias. Sus palabras bellamente redactadas se limitan a citar documentos como la Carta de Casola y el Código de Ã?tica de la Unión Internacional de EspeleologÃa (UIS) para la exploración en paÃses extranjeros, donde proponen al mundo actuar de forma respetuosa.<\/p>\n
Ante las expediciones foráneas que se desarrollan bajo el esquema de la ausente, escasa o no-representativa participación nacional, las legÃtimas objeciones de las sociedades nacionales latinoamericanas también se repiten década tras década y se repiten de una a otra región en el lado sur del continente. Estas inconformidades pocas veces son tomadas en cuenta por los visitantes y el acontecimiento puede quedar como un simple hecho consumado.<\/p>\n
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PodrÃa pensarse: Â?Ya exploraron, ya salieron del paÃs, ya publicaron: ¿para qué quejarse?Â? Además, ¿habrÃa también que agradecer a los protagonistas de la incursión por hacer el trabajo que le corresponde a los espeleólogos del lugar? Finalmente, las crÃticas emitidas por los nativos solÃan ser poco valoradas desde afuera, en general ni siquiera eran escuchadas o la mayorÃa de los entes involucrados olvidaban rápidamente del asunto.<\/p>\n
Sin embargo, la experiencia dice que esto va mermando la armonÃa de la comunidad espeleológica mundial, aspecto que a la larga terminará afectando a los propios espeleólogos transfronterizos. En Latinoamérica se hacen cada vez más fuertes las voces que solicitan mayor equidad en los trabajos, y paulatinamente se va fomentando un aumento de los controles gubernamentales ante la potencial acción unilateral de los paÃses más desarrollados.<\/p>\n
Ello puede fácilmente estructurarse por la vÃa legal, argumentando la protección del patrimonio cultural, genético o mineral; para exigir la presencia de los especialistas locales por razones de interés nacional y de soberanÃa.<\/p>\n
Aunque todavÃa no se contemple la importancia de la espeleologÃa dentro del tema de la soberanÃa nacional, en algún momento se considerará que los asuntos sensibles para las próximas décadas también tienen que ver con el ámbito subterráneo. Esto será particularmente cierto a medida que se incremente la avidez por los abundantÃsimos recursos biológicos y minerales de toda nuestra región, o cuando realmente empiece a escasear el agua a nivel mundial, tal como alertan los climatólogos.<\/p>\n
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En aquel momento las exploraciones espeleológicas transoceánicas se entenderán de distinta manera, ya que una parte de nuestro patrimonio natural se halla en los karsts. Las actuales expediciones inconsultas serán vistas en el futuro como una interesada avanzada que analiza los principales recursos que más apetecen los industriales de otros continentes. Es decir, debemos abandonar aquella ingenua percepción de que las cuevas serÃan un simple amasijo de barro, piedras y oscuridad.<\/p>\n
Hay que reconocer que en nuestra disciplina ocurre lo mismo que en otras ramas del saber: los datos primarios fluyen mayoritariamente desde los paÃses biológicamente megadiversos Â?léase LatinoaméricaÂ? hacia los centros de mayor predominio económico. Tal vez nos enteremos de lo que existe en nuestro subsuelo cuando tengamos que pagar regalÃas o patentes por lo nuestro, o por viejos descubrimientos olvidados por todos, donde nuestros paÃses sólo fueron el escenario donde se extrajeron estratégicas materias primas.<\/p>\n
Estas situaciones generan cierta dependencia, como cuando los estudiantes desean consultar algo Â?por ejemplo el catastro espeleológicoÂ? y deben recurrir a entes de otras naciones para obtener los datos de su propio paÃs. Este desbalance en las relaciones explorativas, investigativas y divulgativas no podrá revertirse a corto plazo si ambas partes Â?los visitantes y los espeleólogos nacionalesÂ? no se ponen de acuerdo, pero al menos se debe exigir a los visitantes que apoyen en el fortalecimiento de la espeleologÃa en el tercer mundo, aquella que no es una Â?espeleologÃa tercermundistaÂ?.<\/p>\n
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Hay que aclarar que lo que los nativos suelen criticar no es el avance de la ciencia impulsado desde otras latitudes Â?aspecto que no negamos a los visitantes, y que abiertamente valoramos y agradecemosÂ? sino que objetamos las actitudes impuestas y el intervensionismo de hecho que a veces ocurre a espaldas de la espeleologÃa nacional. El avance de la ciencia no puede justificar ciertos procesos de exclusión evitables.<\/p>\n
Tampoco debe continuar la direccionalidad foránea, cuando todos los parámetros de una expedición son seleccionados desde afuera como por ejemplo: las fechas del viaje, el destino geográfico, las prioridades, la autorÃa de las publicaciones, la extracción de muestras de laboratorio, e incluso se llega a decidir desde ultramar cuáles son los interlocutores locales que son válidos para participar como contraparte nacional.<\/p>\n
En ese último caso los extranjeros buscan en el sur a los interlocutores más complacientes o los que no conozcan la relevancia ulterior de las expediciones. Esto ha ocurrido porque a veces los espeleólogos de Latinoamérica no han sabido reclamar activamente su derecho a participar o incluso algunos ni siquiera han entendido que esa participación nacional en las expediciones no es un favor dadivoso, sino que constituye un auténtico derecho. Siempre que se vaya a pisar terreno virgen, como ocurre cotidianamente en actividades subterráneas, debe estar presente un espeleólogo del paÃs.<\/p>\n
Por nuestra parte, consideramos que el aporte financiero de una labor transnacional es un argumento que debe ser considerado como parcialmente válido, pero ello no debiera constituir el único criterio a tomar en cuenta. TodavÃa subyace aquella actitud decimonónica en la que los ambientalistas pudientes virtualmente compraban los descubrimientos en el neotrópico.<\/p>\n
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En ciertas oportunidades la fortaleza económica de una de las partes ha inducido a una paradójica inversión de los papeles: los visitantes llegan a un paÃs y son ellos los que Â?invitanÂ? a los nacionales. ¿No va contra la lógica que los anfitriones vengan de fuera? Esto crea cierta relación incómoda frente a los exploradores del paÃs visitado, que eventualmente no disponen de tantos recursos, y con el tiempo ello puede ocasionar la acumulación de mayores inconformidades. Obviamente esas diferencias no se mitigarán con el simple consuelo de contemplar, desde lejos, el avance de la ciencia.<\/p>\n
En ese contexto el rol espeleológico de algunos paÃses latinoamericanos ha sido pasivo, precisamente cuando más necesitan compartir experiencias para impulsar sus incipientes agrupaciones nacionales. Es el caso de varios paÃses centroamericanos que tienen una institucionalidad espeleológica aún débil. En esas naciones económicamente pobres ha sido más fácil imponer condiciones ideadas fuera de la región, amparándose en las carencias materiales y en el escaso dominio técnico que adolecen algunos grupos emergentes. Pero aun en estos casos de desventaja la coparticipación sigue siendo justa y necesaria, tomando en cuenta los principios altruistas de la ciencia, pero sin derivar en el paternalismo ni fomentar una prolongada dependencia interinstitucional.<\/p>\n
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Las prioridades de otras latitudes no pueden imponerse en aras de un supuesto progreso, ya que la cacerÃa de récords, el afán de superación mutua entre los grupos más famosos o la búsqueda de localidades vÃrgenes Â?que tanto preocupan a los grupos de vanguardiaÂ? no necesariamente es lo que le preocupa a los espeleólogos del lado sur del planeta. Las incursiones organizadas a espaldas de los representantes nacionales suelen encubrir un elevado grado de competitividad, mientras los espeleólogos latinos no esperan competir, sino compartir bajo tierra, con un sentido más humanista y conservacionista. Para ello es necesario establecer lazos, ser flexibles y cooperativos.<\/p>\n
Es hora de olvidar la ansiada acumulación del prestigio explorativo que buscan algunos colegas del norte y dar más atención a la búsqueda de una verdadera función social de la espeleologÃa. ¿Acaso una aventura alcanzada en verticales mejorará las condiciones de vida de nuestra ciudadanÃa? Debe haber algo mas allá del interés individualista cuando se busca la fama en cavidades bellamente decoradas de estalactitas.<\/p>\n
Es cuestión de pensar en los motivos para una nueva espeleologÃa. El ámbito mundial puede tener diferentes motivos que los del ámbito local, pero ninguno de los dos tiene una jerarquÃa superior. A esto se denomina respeto.<\/p>\n
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Esperemos que estas páginas no se interpreten como una crÃtica xenófoba ya que anteriormente, y con mucha frecuencia, en Venezuela y en otros paÃses de la región hemos tenido la oportunidad y el placer de compartir muy amistosamente con respetuosos colegas de ultramar. Las presentes objeciones sólo se dirigen a algunos casos de unilateralismo.<\/p>\n
En nuestro ámbito de trabajo los que deben adaptarse y cambiar un poco más no son los espeleólogos del patio, sino cualquier explorador visitante. Los espeleólogos norteños, cuando llegan al sur, requieren amoldarse a las condiciones y opiniones que imperan en nuestras realidades, incluso cuando no estén totalmente de acuerdo con el proceder nacional.<\/p>\n
A fin de cuentas en los paÃses en vÃas de desarrollo los europeos y los norteamericanos encuentran los recursos que más apetecen: las cuevas vÃrgenes que hace tiempo van escaseando en sus paÃses de origen. Esas cuevas, que ellos hallan fácilmente junto con nosotros, en nuestra hermosa tierra, son el ingrediente imprescindible de la espeleologÃa.<\/p>\n
Aunque parezca que los espeleólogos nacionales aporten poco, y aunque los viajeros aporten mayores insumos estratégicos para una expedición, nunca podrán ofrecer ese ingrediente primordial que los motiva a planear largos viajes.<\/p>\n
Facilitar el ingreso en nuestras cuevas, ante cualquier visitante interesado, será el aporte del neotrópico a favor de los visitantes que acepten compartir el trabajo subterráneo y la producción editorial en igualdad de condiciones. La tendencia de la espeleologÃa latinoamericanista no promulga el aislamiento pero, aunque en el mundo parezcamos ser una voz minoritaria, entendemos que en el territorio que amamos otra espeleologÃa es posible.<\/p>\n
Publicado en el BoletÃn de la Sociedad Venezolana de EspeleologÃa<\/i> 38: 61-64. Caracas. 2004.<\/div>\n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"