{"id":12503,"date":"2006-03-21T00:00:00","date_gmt":"2006-03-21T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12503"},"modified":"2006-03-21T00:00:00","modified_gmt":"2006-03-21T00:00:00","slug":"primera_escalada_de_gran_pared_en_el_canon_del_sumidero","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2006\/primera_escalada_de_gran_pared_en_el_canon_del_sumidero\/","title":{"rendered":"Primera escalada de gran pared en el Cañón del Sumidero"},"content":{"rendered":"
De noche y una vez regresada la calma al Cañón, los cuatro buscaban descansar del sol que quemaba durante el día y disfrutaban de una cena que les permitiera recuperar energías. Para Alejandro y Calvin la cena era carne seca, agua y un chocolate, el menú para los que estaban más abajo era sopa caliente, atún enlatado y hasta una fruta fresca. La comodidad en el cañón se convirtió en algo relativo: mientras más arriba deberían llevar menor peso.<\/p>\n

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Del otro lado del Cañón, frente a la pared que escalaban, estaba el mirador la Coyota, era el punto estratégico para mantener la comunicación por radio con los escaladores y coordinar mejor la logística del proyecto. <\/p>\n

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El trabajo en equipo era la clave para lograr el objetivo que se habían propuesto: realizar la primera escalada de la pared del cañón del Sumidero. Por ello, durante más de un año, los cuatro se habían preparado a conciencia y aunque Carlos y José Manuel empleaban más de tres horas en alcanzar a sus compañeros a través del mismo terreno difícil que aquellos ya habían cruzado, tener su objetivo en mente no les permitía claudicar.<\/p>\n

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Una vez que alcanzaban a sus compañeros y les proveían de lo necesario, Carlos y José Manuel iniciaban el descenso por la gran pared hacia el campo base y por lo general lo alcanzaban por la noche. En esa oscuridad su campo de visión únicamente les permitía ver sus manos y la cuerda que se deslizaba por ellas. <\/p>\n

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Algunos días más difíciles que otros, ya fuera por el viento, el sol, la lluvia, el hambre, la sed, el cansancio, pero siempre con el ánimo y las ganas de lograr el objetivo. Y de paso daban a conocer al mundo que al Cañón del Sumidero se le puede ver y sentir de otra forma, una menos violenta y agresiva, una más espiritual y sensible.<\/p>\n

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Desde los inicios del Grupo Escala, hace más de cinco años, estos jóvenes chiapanecos pensaron en llevar acabo este proyecto con la intención de difundir la conservación del Cañón del Sumidero, contribuir en la creación de una cultura de mayor respeto por la naturaleza, difundir las bellezas del mismo y lograr el sueño de escalar por primera vez una ruta de Gran Pared dentro del imponente Cañón del Sumidero, orgullo de Chiapas y del mundo.<\/p>\n

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Este ascenso les llevó 14 días hasta alcanzar la cumbre de una pared de 600 metros de altura. Un día más se llevaron para desarmar la ruta. En total fueron 15 días en los que estos escaladores se mantuvieron colgados de cuerdas y equipo especial escalando y viviendo a cientos de metros sobre el nivel del río.<\/p>\n

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Por las mañanas, cuando el Cañón gozaba de su celosa serenidad, Cornelius hacia presencia sobre el río. Era un cocodrilo de muy buen tamaño que los dos escaladores de campo base veían nadar. Colgados en los árboles había un grupo de monos arañas que de repente aparecían escandalosamente, así como aves y reptiles que podían ser vistos volar y rondar. <\/p>\n

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Alrededor de las nueve o diez de la mañana la llegada de las lanchas hacía que las sensaciones en el Cañón se transformaran: ahora era el sonido del motor, los chiflidos y llamados de los turistas que con gran interés se paraban a observar a los cuatro escaladores. Las últimas lanchas, lanzaban señales con sus luces para despedirse de ellos. Era el último contacto que tenían con el exterior por ese día.<\/p>\n

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En los últimos largos de la ruta no había sombra y el sol pegaba casi todo el día por lo que llegaron a sentirse deshidratados en algunas ocasiones. Alex, quien iba subiendo de primero, encontraba en el camino piedras flojas, plantas y tramos difíciles que requerían de mucha concentración. La comunicación entre Calvin y él era importante para definir mejor la vía. <\/p>\n

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Carlos y José Manuel conformaban la cordada de apoyo y ascendían de 350 a 400 metros desde el campamento base para abastecer con lo necesario a sus compañeros que estaban aún más arriba. La dificultad de algunos movimientos y la fuerza con la que el viento los movía aun con el peso del equipo que cargaban consigo, hacían que el abastecimiento a sus compañeros fuera una actividad de mucho cuidado y un gran desgaste físico.<\/p>\n

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El día 9 de enero del 2006, Alejandro René y Calvin Andrew Smith junto con José Manuel Gómez Aldama y Carlos Miguel Herrera Tapia, iniciaron el primer ascenso nacional e internacional a una de las paredes más altas del Cañón del Sumidero.<\/p>\n

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El primer día fue una combinación de emoción, ansiedad por comenzar y mucho alivio de saber que ya iniciaba el proyecto. La lancha de la cooperativa de Cahuare los trasladaría sobre el río hasta donde iniciarían la caminata para llegar al pie de la pared, consigo cargaban el equipo y los acompañaba un grupo de amigos para verlos iniciar el ascenso. <\/p>\n

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Por las noches y antes de acostarse planeaban el día siguiente, revisaban las fotos que tenían de la ruta, analizaban las dificultades que habían y lo que requerían para el ascenso. Dormían a 400 metros sobre el nivel del río en una cama colgante de dos metros de largo por uno y medio de ancho hecha de aluminio y de una tela especial.<\/p>\n

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Conforme los días iban pasando, la tensión por terminar la ruta era más grande, la incomodidad de la cama no les permitía dormir muchas horas, la comida no era de lo mas apetecible y el cansancio psicológico se hacía presente.<\/p>\n

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Mientras descendían escuchaban sonidos que se confundían con el viento. Al principio no lograban identificar qué era hasta que descubrieron que al caer la noche un grupo de murciélagos salían de la grieta de la pared y en su vuelo pasaban cerca de ellos. Era el toque místico durante el descenso en la gran inmensidad del Cañón. <\/p>\n

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Llegar al campamento base les tomaba entre una y dos horas, durante esos días el campamento se convirtió en su hogar, ahí cocinaban, intercambiaban anécdotas y se preparaban para dormir. Pero su hogar, al igual que cualquier otro, contaba con un par de visitantes inesperados (o amigos incómodos): un grupo de ratones que aprovechaban del banquete que había en el campamento y comían no sólo los alimentos que podían, sino también la ropa de los escaladores. <\/p>\n

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Ahí arriba se encontraba el equipo de apoyo a los escaladores integrado por miembros del Grupo Escala, familiares y amigos, que buscaban trasmitirles muchos ánimos. Y diariamente llegaban muchas más personas que los miraban con binoculares, pese a lo cual los escaladores se convertían en miniaturas pegadas a esa inmensa pared.<\/p>\n

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Los escaladores también contaban con el apoyo de los miembros del Grupo Espeleológico Jaguar, quienes lograron ubicar la salida alterna, de gran utilidad por cuestiones logísticas y de seguridad. Algunos de ellos esperaban arriba la llegada de los escaladores a la cumbre.<\/p>\n

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La primera noche que pasaron en el Cañón acamparon los cuatro en campo base y se organizaron en dos cordadas.<\/p>\n

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La cordada que abría la ruta conformada por Alejandro y Calvin, escalaban con la intención de avanzar un promedio de 25 a 30 metros diarios, subiendo consigo varios litros de agua, alimentos y el equipo necesario.<\/p>\n

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Después de catorce días de haber iniciado el ascenso y de estar ansiosos por alcanzar la cumbre, tanto los escaladores como los dos grupos de apoyo escucharon por radio la voz de Alex. Anunciaba a todos que ese día llegarían a la cumbre. Desde la Coyota los observadores fueron testigos del avance y del momento en que llegaron por fin al punto más alto de la pared.<\/p>\n

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Los escaladores izaron la bandera mexicana, tomaron un pozol que la gente de la comunidad del Triunfo Agrarista les había llevado y festejaron el primer ascenso con abrazos y fotos.<\/p>\n

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Fue un día de mucho júbilo para ellos y todos los que habían apoyado. Hubo una satisfacción generalizada de sentir que se había logrado el objetivo a pesar del impactante desgaste físico que ello significaba. Con este logro el Grupo Escala demostraba que existe una forma más valiosa de apreciar al Cañón del Sumidero, un lugar imponente donde el ruido, las sensaciones y lo que sueñas jamás se olvida.<\/p>\n

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Los días en el Cañón habían sido especiales. La soledad, la inmensidad, el sonido del viento, el agua, los animales y hasta el eco lejano de la ciudad le daban a este lugar una sensación que pocos han experimentado.<\/p>\n

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Cuatro escaladores pegados a una pared de más de 600 metros durante quince días. El resultado: el primer ascenso mundial absoluto de una de las paredes del gran Cañón del Sumidero y, con esto, la aparición del estado de Chiapas en el escenario de la escalada en roca.<\/p>\n<\/td>\n

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