{"id":12404,"date":"1998-11-01T00:00:00","date_gmt":"1998-11-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12404"},"modified":"2012-02-23T12:33:53","modified_gmt":"2012-02-23T18:33:53","slug":"primera_escalada_mexicana_en_la_pared_de_el_capitan","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1998\/primera_escalada_mexicana_en_la_pared_de_el_capitan\/","title":{"rendered":"Primera escalada mexicana en la pared de El Capit\u00e1n"},"content":{"rendered":"
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ESCALADA MEXICANA A LA GRAN PARED DE EL CAPIT\u00c1N<\/b><\/p>\n

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En septiembre hace 10 a\u00f1os. Eduardo Mosqueda, Carlos Rangel y Mauricio L\u00f3pez, realizaron el primer ascenso mexicano a la gran pared de Salathe Wall, El Capit\u00e1n, en el Valle de Yosemite, California.<\/p>\n

Despu\u00e9s de este ascenso, la pared ha sido escalada por muchas cordadas mexicanas y cada vez se proponen rutas m\u00e1s dif\u00edciles. Este es el relato in\u00e9dito del primer ascenso a la pared Salathe por mexicanos, narraci\u00f3n literal a cargo del extraordinario explorador, bi\u00f3logo y excelente amigo, Carlos Rangel Plasencia. <\/p>\n

Estoy parado sobre los estribos especiales para escalar a seiscientos metros de altura. Mi mano busca el mejor lugar en la roca para poner un clavo. Al principio le pego con el martillo poco a poco, despu\u00e9s con fuerza. Treinta metros por debajo m\u00edo est\u00e1 Eduardo Mosqueda asegur\u00e1ndome con la cuerda. Una vez listo, coloco una anilla diminuta alrededor de este pedazo de metal, un mosquet\u00f3n y mi segundo par de estribos. Voy pasando poco a poco el peso de mi cuerpo (aproximadamente unos 80 kilos si contamos el material de escalada que cargo) de un pie a otro hasta que compruebo que el clavo no se saldr\u00e1. Entonces recupero los estribos en los que estuve parado antes y subo pelda\u00f1o tras pelda\u00f1o con suavidad hasta llegar al m\u00e1s alto. Ah\u00ed cruzo las piernas para tener un mayor equilibrio y repito el proceso tardo m\u00e1s en platicar que en hacerlo.<\/p>\n

Durante muchos a\u00f1os, el sue\u00f1o de los escaladores mexicanos fue esta pared de mil metros de desnivel, que se yergue en el Valle de Yosemite, en California. En 1971, de entre todos los escaladores, surgi\u00f3 una cordada de tres personas que viaj\u00f3 hasta el valle y escalaron parte de la pared. Entonces fue un acontecimiento importante, pues subir la triple directa representaba haber pasado varios d\u00edas en la pared. No obstante, los escaladores jam\u00e1s regresaron al escenario y, como ha sucedido tantas veces en la historia del monta\u00f1ismo nacional, hubo otros muchos intentos de volver a subir. Tal vez demasiados porque s\u00f3lo quedaban en eso: intentos. \u00bfSe hab\u00eda olvidado la ascensi\u00f3n de Nieto y sus compa\u00f1eros? La pared fue torn\u00e1ndose m\u00edtica al grado de que un escalador mexicano no pod\u00eda decir que iba a El Capit\u00e1n sin que se pronosticara, tarde o temprano, su fracaso.<\/p>\n

En septiembre de 1979, cinco escaladores de la UNAM est\u00e1bamos en el famoso y entonces m\u00edtico Valle de Yosemite. Nuestro objetivo era la ruta Salathe Wall de El Capit\u00e1n. Hab\u00edamos atravesado uno de los t\u00faneles de acceso al valle desembocamos en un mirador frente al cual estaba la pared. Era de noche y las estrellas y el fr\u00edo fueron un excelente fondo en el que dominaba la silueta del gigante. A la mitad se ve\u00eda una luz: ¡Hay gente vivaqueando! (colgados en el vac\u00edo sobre alguna cuerda tratando de descansar y dormir). Todos sentimos ganas de estar ya ah\u00ed, pegados al granito.<\/p>\n

Al otro d\u00eda, bajo el monolito rocoso m\u00e1s grande del mundo, nos sentimos sumamente peque\u00f1os. Eduardo Mosqueda, quien ya hab\u00eda estado escalando en el valle en ocasiones anteriores, nos observaba sonriente. Sab\u00eda lo que sent\u00edamos pues \u00e9l mismo hab\u00eda tenido ya su primer encuentro ante esa mole de granito blanco y pulido que ten\u00eda forma c\u00f3ncava, con la parte baja de una pendiente moderada y al superior m\u00e1s all\u00e1 de lo vertical. Este era el gran reto. Despu\u00e9s de entrar y ?cascarear? varias peque\u00f1as rutas hicimos un primer intento para reconocer la ruta, escalada en la que no llegamos a la mitad de la gran pared.<\/p>\n

El primer d\u00eda nos enfrentamos a la realidad de El Capit\u00e1n. Por un lado, su blancura nos trajo problemas: no pod\u00edamos ver bien y yo, que aseguraba continuamente al puntero (Eduardo) ten\u00eda que basarme en la tensi\u00f3n de la cuerda para saber que necesitaba, sobre todo si estaba lejos. Otro problema era el calor y consumimos ocho de los 23 litros de agua que llev\u00e1bamos. Sin embargo, estos problemas eran, por el momento secundarios pues ya desde el principio nos dimos cuenta que el principal problema era nuestra falta de experiencia en grandes paredes: pese a que conoc\u00edamos la t\u00e9cnica para ascender y la hab\u00edamos practicado varias veces, lo que sab\u00edamos era poco. No pasaba de ser mera preparaci\u00f3n en paredes peque\u00f1as. En El Capit\u00e1n esa pr\u00e1ctica es extensa y continua.<\/p>\n

En cuanto me reun\u00eda con Eduardo y recuper\u00e1bamos los costales, hab\u00eda que seguir escalando. No hab\u00eda tiempo de descanso… ni de errores. No obstante cometimos varias fallas y nos dimos cuenta que el principal fue el haber llevado dos costales en vez de uno, que a la hora de ser recuperados resultaron un obst\u00e1culo formidable en cuanto a fuerza y para la velocidad de avance que quer\u00edamos imponer. Es cierto que ese d\u00eda llegamos a Las Terrazas pero Eduardo tuvo que escalar un tramo y medio en la oscuridad. \u00bfL\u00e1mpara? La llev\u00e1bamos pero es m\u00e1s molesta usarla que trepar casi a ciegas: con la luz artificial es f\u00e1cil crear fantasmas y apoyos que parecen m\u00e1s grandes de lo que son. Utop\u00eda.<\/p>\n

Entre los dos hac\u00edamos la tracci\u00f3n necesaria bajo el principio de polea, para que los costales llegaran a nosotros mientras Mauricio se encargaba de desatorarlos cuando quedaban atrapados en alguna parte de la roca. Cuando llegamos a las Terrazas nos quedamos dormidos de cansancio antes de que los costales llegaran a nosotros y s\u00f3lo despertamos cuando Mauricio lleg\u00f3 a nosotros: hab\u00eda estado gritando por m\u00e1s de media hora que el costa estaba ya libre y lo pod\u00edamos recuperar.<\/p>\n

Ese d\u00eda fue uno de los tres m\u00e1s importantes en toda la escalada. Hab\u00edamos avanzado diez tramos de cuerda, algo m\u00e1s de 400 metros. Comenzamos a racionar el agua, eliminamos uno de los costales y una gran parte de la comida porque toda era seca y era imposible tragarla estando tan limitados de agua. En adelante, cada d\u00eda dejar\u00edamos diversas cantidades para eliminar peso porque no la consum\u00edamos. As\u00ed s\u00f3lo significaba un estorbo.<\/p>\n

El segundo d\u00eda descendimos a la gran repisa de El Coraz\u00f3n, donde encontramos un tesoro: un gal\u00f3n de agua. A partir de ah\u00ed la rusa Salathe asciende muy poco pero avanza mucho hacia la izquierda de la gran pared, hasta uno de los lugares claves: el gran p\u00e9ndulo de Hollow Flake, delicado y a partir del cual no es imposible pero s\u00ed problem\u00e1tico, que es mejor seguir subiendo. <\/p>\n

En este punto es necesario bajar colgado veinte metros al primer escalador y \u00e9ste deb\u00eda ?correr? por la pared, de un lado al otro, hasta alcanzar una grieta donde el escalador debe sostenerse y evitar su retroceso. En ese momento quien lo asegura tendr\u00eda que dejar de correr un poco m\u00e1s de cuerda para ayudarle. Entonces comenzaba lo m\u00e1s dif\u00edcil: subir\u00eda por espacio de treinta metros hasta llegar a una repisa… sin anclaje de ninguna especie en toda esa distancia. Si llegara a desprenderse, caer\u00eda 30 metros hasta quedar suspendido de la cuerda y qui\u00e9n sabe lo que le pasar\u00eda con semejante impacto. Toda Salathe, pero en especial ese p\u00e9ndulo, deb\u00eda hacerse sin fallas de ning\u00fan tipo.<\/p>\n

A menudo cuando voy a comenzar a escalar, me sudan las manos; s\u00f3lo cuando se trata de algo importante aparece una sensaci\u00f3n de cosquilleo en las palmas de las manos. Pero esa fuer la primera y, hasta ahora, la \u00fanica ocasi\u00f3n en que el cosquilleo se produjo con una violencia tal que me rascaba las palmas y sin ser yo quien iba a escalar. En esta ocasi\u00f3n me tocaba estar al otro extremo de la cuerda. No pod\u00eda ver nada del avance ni de los problemas que tuviera Eduardo. Ambos sab\u00edamos que en ese lugar el papel m\u00e1s importante lo jugaba el segundo.<\/p>\n

Por eso, cuando tom\u00f3 la cuerda y me lo dio con un "aseg\u00farame", sent\u00ed que me entregaba toda su seguridad, el \u00e9xito de la escalada, el… ¡bueno!.. en una palabra: su vida. No ve\u00eda nada porque la roca lo impedir\u00eda y tendr\u00eda que hacer todas las maniobras al puro tacto. Sabr\u00eda cuando empezar\u00eda a correr por la pared, cuando llegar\u00eda. Pero lo m\u00e1s importante, puesto que tampoco lo escuchar\u00eda, era saber cuando estaba en peligro de caer, para recuperar toda la cuerda posible.<\/p>\n

(Continuar\u00e1).\n<\/p>\n

IMPACTO, 1989<\/p>\n

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Diez años después de la escalada al Capitán por la Salathé, Juan Manuel Leal publicó en la revista Impacto<\/i> el siguiente artículo. En realidad se trata del primer ascenso a la Salathé pero del segundo mexicano al Capitán. <\/a><\/p>\n","protected":false},"author":1207,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1005],"tags":[],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-3e4","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12404"}],"collection":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1207"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12404"}],"version-history":[{"count":2,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12404\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":16425,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12404\/revisions\/16425"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12404"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12404"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12404"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}