{"id":12226,"date":"2004-11-10T00:00:00","date_gmt":"2004-11-10T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12226"},"modified":"2004-12-01T00:00:00","modified_gmt":"2004-12-01T00:00:00","slug":"en_la_boca_del_rio_bravo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2004\/en_la_boca_del_rio_bravo\/","title":{"rendered":"En la boca del Río Bravo"},"content":{"rendered":"
La luz que no puedo perder de vista es la que llega desde tierra en una camioneta conducida por José Luis Martínez, nuestro anfitrión y promotor en Matamoros. Ahora nos sigue y nos encontraremos en la desembocadura del Bravo. Detrás de él va Alfredo Velásquez, quien nos ha traído desde la Ciudad de México hasta la misma Playa Bagdad a bordo de la camioneta e la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada. Su viaje a la frontera para adquirir agarres para el muro de escalada donde se celebrará el Campeonato Norteamericano de Escalada nos sirvió como un enorme “raite” y así nos libramos de viajar kayaks y tripulantes por separado.<\/p>\n

\"\"En la mañana de hoy, Alfredo insistió en desayunar en el café “más típico” de la ciudad. Nos sentamos y apenas nos habían entregado la carta cuando un hombre se presentó y luego nos preguntó qué hacíamos en Matamoros. De la explicación surgió una plática que duraría mucho tiempo. José Luis se encargó de hablar a la prensa y radio para que nos hicieran entrevistas, de hablar a la presidencia para que nos recibieran y de llevarnos y hospedarnos en Playa Bagdad. <\/p>\n

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Es noche tenue, muy oscura si uno fija los ojos mar adentro. Azul oscuro, casi negro, con puntitos luminosos que estallan poco cuando el remo entra al agua. La bioluminiscencia aquí es tenue, muy tenue, y eso da una idea de que el exceso de pesca está convirtiendo al mar del Golfo de México en un desierto acuático. <\/p>\n

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Una hora y media, casi dos, y aparece un faro pequeño, de esos que ponen en las bocanas de los ríos o en las escolleras donde hay un puerto. Hasta ahí debemos llegar. Me dirijo a tierra y espero a los demás cerca. A pesar de que nos iluminan y que sabemos que no es una playa difícil, no la conocemos y salir de noche siempre es complicado. <\/p>\n

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Andrés sale primero. Veo su silueta en la luz unidireccional del faro de las camionetas. Se pone en pie y jala su kayak. Algunas personas le ayudan pero no lo necesita ya. Yo me dirijo a la playa y salgo limpiamente. Ahí veo mucho movimiento: pescadores, las dos camionetas y una más de la policía del municipio. El North Star<\/em> se ha volcado y los pescadores se precipitan a ellos diciendo que hay que salvarlos, pero sólo tienen que ponerse en pie. Una mala ola. <\/p>\n

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La desembocadura del Río Bravo. Hemos comenzado la expedición Mares de México en su etapa 5. Queremos llegar a Veracruz. Iniciamos con estos quince kilómetros de recorrido. <\/p>\n

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Es ya de noche y remamos rumbo al norte. Al norte. A la frontera de México con Estados Unidos. El Río Bravo. El viento lo tenemos desde el sur y nos ayuda un poco para recorrer estos 15 kilómetros entre Playa Bagdad y el faro que está en la desembocadura del río. Podemos ver poco. Alex tiene encendida su luz frontal para que lo ubiquen desde tierra los dos vehículos que nos siguen hasta allá. Yo he preferido mantener mi luz apagada para que no se confundan al localizar dos. Después de todo hay más luces adentro del mar: los pescadores que tienden sus redes en esta agua marina crespa.<\/p>\n

\"\"Playa Bagdad. Cuando el conflicto con Irak, el Consulado de Estados Unidos se preguntaba si era una población con irakíes. Por más que pregunté, no me supieron decir el por qué la playa más cercana a Matamoros adoptó ese nombre y abandonó el original de Lauro Villar. No tiene grandes dunas como uno podría suponer y sólo están esas cabañas de madera donde pasaremos la noche para comenzar nuestro viaje hacia el sur, hacia Veracruz. <\/p>\n

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Olas, olas. Y mi kayak no tiene timón. Es un Tempest<\/em> y se utiliza así. Thor<\/em>, el único kayak que ha navegado toda la costa oriental de México hasta ahora, lo navega esta vez Andrés Sierra, un hombre tranquilo que sabe mucho de kayak porque lo practica desde niño y es un experto en navegación de ríos. Aunque ya ha incursionado en el mar, esta es su primera expedición. <\/p>\n

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La razón de que yo no esté a bordo de Thor<\/em> es porque el Tempest<\/em> tiene un asiento más cómodo e impediría que me diera el dolor de espalda tan persistente que tenía en la expedición anterior pero siento nostalgia de verlo tripulado por alguien más. <\/p>\n

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La luz de Alex se me pierde de cuando en cuando porque al fondo aparecen las luces de las embarcaciones de los pescadores. Alex, mi compañero de las dos anteriores expediciones, va ahora en un North Star<\/em> para dos plazas, junto con Abraham Levy. Tres kayaks para dos personas. Pero por el momento sólo hay una luz sobre el mar: la de Alex, que pierdo cuando una ola —o más— nos separa.<\/p>\n

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Una hora y media, casi dos, y aparece un faro pequeño, de esos que ponen en las bocanas de los ríos o en las escolleras donde hay un puerto. Hasta ahí debemos llegar. La desembocadura del Río Bravo. Hemos comenzado la expedición Mares de México en su etapa 5. Queremos llegar a Veracruz. Iniciamos con estos quince kilómetros de recorrido.<\/em><\/p>\n<\/td>\n

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